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Un extraordinario desafío atlético y espiritual está teniendo lugar a través de Estados Unidos, donde Johnny Kuplack, de 36 años, se ha embarcado en la asombrosa hazaña de correr 100 ultramaratones en 100 días consecutivos. Este atleta, apodado como el «Forrest Gump Católico», comenzó su peregrinación el 18 de enero en el sur de California y culminará en el Santuario Nacional de los Mártires Norteamericanos en Auriesville, Nueva York, durante el Domingo de la Divina Misericordia.
La iniciativa, que abarca 3,500 millas, tiene como objetivo recaudar fondos para Sebaste, una organización dedicada a fomentar el florecimiento de la masculinidad auténtica en los jóvenes. “El hombre joven de hoy se encuentra tiranizado por la seguridad y la comodidad, o inflado por un machismo estoico egocéntrico vacío de pasión o propósito”, señala el sitio web de Sebaste. “Las pasiones más profundas de su corazón por la aventura, el desafío, el heroísmo y el dominio son etiquetadas como peligrosas, inconvenientes y tóxicas. Sus héroes y modelos a seguir son académicos débiles, sociópatas adinerados o musculosos sin contenido”.
En esta extraordinaria travesía, Kuplack cuenta con el apoyo incondicional de su amigo Joe Meyers, quien actúa como su equipo unipersonal y maneja las relaciones públicas desde una van que los transporta a través del país. Cada día, Kuplack enfrenta el desafío de correr 35 millas, una hazaña que pone a prueba los límites del cuerpo humano.
“Algunos días completa las 35 millas sin problemas, mientras que otros sus piernas se sienten como si pesaran 1,000 libras y apenas puede avanzar”, explica Meyers. “Está constantemente en diálogo con Dios durante su recorrido. En la cultura del ultra running, se trata de empujar constantemente lo que creemos que son nuestros límites”.
La rutina diaria comienza con un café matutino y la ingesta de calorías necesarias. Kuplack inicia su carrera entre las 10 y 11 de la mañana, corriendo aproximadamente 25 millas de un tirón. Porta un chaleco de carrera equipado con polvos energéticos, geles y materiales de hidratación. Después de la primera etapa, se detiene para alimentarse y continúa con segmentos adicionales de 5 a 10 millas, intercalando paradas para recuperación y alimentación.
La convivencia en espacios reducidos ha puesto a prueba la amistad entre Kuplack y Meyers. “Llegamos a un punto, aproximadamente dos semanas después de comenzar, donde ambos queríamos matarnos mutuamente. Lo único estable en nuestras vidas era la oración y la certeza de que Dios quería que hiciéramos esto”, confiesa Meyers.
Un aspecto notable de esta historia es el apoyo de la esposa de Kuplack, quien se casó apenas un mes antes del inicio del desafío. Ha realizado tres visitas durante el recorrido: en el Día de San Valentín, en Dallas y recientemente para brindar apoyo adicional. “Ella está completamente comprometida con lo que estamos haciendo, aunque no sea muy divertido desde su perspectiva”, señala Meyers.
Sebaste, la organización beneficiaria de esta iniciativa, desarrolla diversos programas para enfrentar los desafíos actuales de los jóvenes, incluyendo pasantías en construcción para edificar un santuario en Nuevo México y conferencias de liderazgo para estudiantes, maestros y empresarios.
Esta extraordinaria demostración de resistencia física y espiritual no solo está estableciendo nuevos parámetros en el mundo del ultra running, sino que también está inspirando a una generación de jóvenes a redescubrir el verdadero significado de la masculinidad a través del sacrificio, la perseverancia y la fe.