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El principal partido nacionalista-conservador de España está ganando terreno entre los votantes católicos gracias a su línea dura sobre la inmigración musulmana y su creciente disposición a desafiar a sectores del liderazgo de la Iglesia Católica.
Según el último barómetro del CIS, el 75% de sus votantes se identifican como católicos -39% practicantes y 61% no practicantes- mientras que solo el 6% se declara ateo. Una encuesta separada para el diario El Mundo estima que el partido ha captado más de 300.000 votantes católicos adicionales en los últimos dos meses.
Este aumento está directamente vinculado al criterio sobre migración del líder del partido, Santiago Abascal, quien en los últimos meses ha pedido abiertamente «deportaciones masivas» y ha apoyado la limitación de las prácticas religiosas musulmanas en instalaciones públicas.
El caso más notable ocurrió hace poco en Jumilla, una pequeña localidad de la región de Murcia, donde el gobierno local impidió que los musulmanes utilizaran pabellones deportivos para la oración. Pero la Conferencia Episcopal Española (CEE) -el organismo oficial que representa a los obispos católicos del país- condenó la medida.
Ante la inusual postura, Abascal sugirió que ésta podría estar influenciada por subsidios gubernamentales vinculados a programas de inmigración, o por temores de que las investigaciones en curso sobre abusos sexuales clericales hayan dejado a la Iglesia sin capacidad de hablar libremente.
Las encuestas muestran que esta franca claridad está dando resultados. Entre los católicos practicantes, la participación de VOX en el apoyo ha saltado del 18.7% en junio al 24.1% en agosto, lo que se traduce en 268.000 nuevos votantes. El crecimiento entre los católicos no practicantes es menor pero constante, del 15.5% al 15.9%, y suma otros 35.000 simpatizantes.
En contraste, el gobernante PSOE ha visto caer su apoyo entre los católicos practicantes en cinco puntos porcentuales durante el mismo período, mientras que el principal partido de oposición de centro-derecha, el PP, no ha logrado captar a estos votantes desilusionados.
Los datos de las encuestas también revelan por qué el partido se siente confiado en desafiar a la jerarquía católica. El 75% de los votantes de VOX cree que existe un problema serio con la integración de los inmigrantes, y una mayoría dice que simplemente hay «demasiados» inmigrantes en España. Estas opiniones son ampliamente compartidas entre los católicos practicantes y no practicantes en la base del partido, proporcionando a Abascal un mandato para mantener su curso incluso cuando significa enfrentarse con los líderes de la Iglesia.
«Soy católico, pero tengo una responsabilidad política y la ejerceré», declaró Abascal recientemente.
La confrontación es tanto simbólica como política. Para muchos de los partidarios católicos de VOX, la disputa no es meramente sobre política migratoria sino sobre la defensa del patrimonio cultural y religioso de España. El destino de monumentos como el Valle de los Caídos -cuya «resignificación» bajo el gobierno socialista se llevó a cabo en consulta con funcionarios del Vaticano- sigue siendo un punto doloroso, que ve tales cambios como parte de una erosión más amplia de la identidad cristiana en la esfera pública.
Este cambio no es exclusivo de España. En Italia, los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni han reunido a católicos practicantes en torno a una línea dura sobre migración e identidad nacional. En Polonia, el partido Ley y Justicia ha movilizado durante mucho tiempo a los votantes vinculando el patrimonio católico con la soberanía nacional, mientras que en Hungría, Viktor Orbán enmarca abiertamente el control de la migración como un deber cristiano.
¿Esta postura se profundizará hasta convertirse en un realineamiento político duradero? Por ahora los números son precisos: lejos de alienar a los votantes católicos, la confrontación de VOX con la jerarquía parece estar solidificando su apoyo.
Fuente: Faith, Borders, and Power: Catholic Spain Embraces VOX