Expocatólica que inició en el año 2008 se ha venido convirtiendo en una vitrina muy importante para visibilizar todo tipo de iniciativas que tienen lugar en la Iglesia: obras sociales, editoriales, proyectos culturales y educativos, comunidades religiosas, arte y música católico, todo con un único objetivo: mostrar que las áreas de evangelización y apostolado son tantas como tantos son los carismas y llamados al interior de la Iglesia.
Habiendo visitado la exposición durante dos días, analizaré brevemente lo positivo y lo mejorable de este evento.
En primer lugar debe destacarse que es claro que la Conferencia Episcopal se ha esforzado por hacer de este un ambiente en el que tengan cabida todo tipo de iniciativas, mostrando la diversidad y riqueza que tiene la labor desarrollada por los laicos y también por el clero y las comunidades religiosas: grupos de oración y de música, colegios y universidades católicas, iniciativas de laicos en defensa de la vida, del cuidado del medio ambiente, entre otras, que constituyen la Iglesia Misionera, esa que siguiendo el llamado de la Palabra “Id por el mundo y predicad el Evangelio”, es consciente de que urge llevar la “buena nueva”.
Adicionalmente, también es positivo que la exposición tenga espacios de conferencias sobre temas actuales como la influencia de las redes sociales, la fidelidad en el matrimonio, o la no incompatibilidad entre la Fe y la prosperidad de las empresas. Igualmente vale la pena resaltar el espacio dedicado a la música en la Sala de Artes en donde han tenido cita desde los frailes franciscanos, pasando por el team Jericó, hasta la quinta versión de Sacrofónica que como lo destaca la Conferencia Episcopal en su página web «tiene el objetivo de estimular a todas las personas que vivan y sientan la música como herramienta poderosa de evangelización».
El haber dado el paso de llevar del centro de convenciones de Compensar al Agora este evento era sin duda un reto en términos de espacio y de imagen, sin embargo, y por comentarios de muchos expositores, parece ser que ese esfuerzo no vino acompañado de la difusión necesaria, especialmente a nivel de las parroquias, lugar natural de difusión del mismo, aspecto sin duda por mejorar para próximas ocasiones.
El lunar lo constituye el asignar el espacio dedicado al oratorio, como un lugar más de eventos, restándole la sacralidad que debe tener cualquier espacio en donde esté Jesús Eucaristía; por mucho que las actividades que allí se programaron tuvieran como trasfondo un llamado a la oración o a momentos de reflexión, el montaje de estas con todas las vicisitudes técnicas, de entrada y salida de gente, de ruido exterior, le restaban a quienes habían acudido a encontrarse con el Señor la paz y la tranquilidad necesaria para eso.
En el futuro debería pensarse en un cuarto reservado especialmente para el Santísimo, alejado de los otros escenarios y uno dispuesto para actividades de oración, alabanza y meditaciones.
Nota: La foto principal fue obtenida del Instagram de la Conferencia Episcopal
