Recientemente, el arcoíris sodomita protagonizó la polémica en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Esto sirvió de excusa para que los ‘progresistas’ acusen de frágiles y ofendidos a los conservadores, pero hay una realidad que ellos no quieren ver, y aquí la desentrañamos.
El lunes, 2 de junio, la pandilla terrorista ‘La Pesada Subversiva’ pintó un paso de cebra en la calle con los colores de la bandera LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales). Esto sucedió frente al Museo de Arte Contemporáneo de la urbe cruceña.
Al día siguiente, algunos vecinos heroicos (calificados por la prensa como ‘radicales’) repintaron el arcoíris con los colores de la bandera cruceña (verde, blanco y verde), añadiendo la leyenda ‘Santa Cruz se respeta’. La Defensoría del Pueblo, controlada por el partido de gobierno (Movimiento Al Socialismo), condenó el borrado de la bandera LGBT, demostrando una vez más que los progres no son antisistema, sino que están protegidos por el sistema.
Muchos comentarios de progres en la noticia, divulgada por distintas páginas, acusaban de tener ‘masculinidad frágil’ o de ser ‘generación de cristal’, a los valientes vecinos y a todo el que apoye el repintado del paso de cebra, calificados como ‘los ofendidos’. A simple vista, esto podría parecer un argumento lógico y que vuelve ilegítimo todo motivo para ofenderse, pero la realidad es muy distinta.
En primer lugar, los progres también se ofendieron muchísimo y reaccionaron con bastante molestia: todo porque hubo un pequeño grupo de personas que cuestionó sus creencias y tomó acciones. La prueba: en respuesta al repintado del arcoíris, el sábado, 7 de junio, la anarcofeminista María Galindo, cabecilla de la pandilla criminal ‘Mujeres Creando’, acudió poco después a vandalizar la fachada del Comité Cívico pro Santa Cruz, organización calificada por ellos como ‘conservadora’ y ‘antiderechos’. Esto demuestra que no hay en los progres ninguna actitud de supuesta masculinidad elevada por no ofenderse.
En segundo lugar, resulta que toda persona tiene motivos legítimos para ofenderse: está en nuestra naturaleza humana. Todos tenemos algo a lo que consideramos sagrado, o como dice el viejo adagio: el hombre es esencialmente religioso. Nadie puede escapar de los dogmas, ni siquiera quienes niegan cualquier dogma, como ya vimos anteriormente. Esto debido a que incluso la negación de todos los dogmas es una creencia dogmática: si alguien se lo cuestiona a quien lo afirme, será blanco de ataques.
Hasta los progres tienen cosas que consideran sagradas e intocables: su ‘identidad sexual’, su ‘libertad’ y de más creencias dogmáticas. Es inevitable que el ser humano desee proteger algo que considere intocable, y que se ofenda o reaccione en consecuencia cuando otros atacan eso que tanto ama.
Los medios de comunicación, las instituciones estatales y pandillas criminales (autocalificadas como «colectivos») pegan el grito al cielo cuando alguien ofende creencias ‘progresistas’. Pero resulta que, cuando un católico, cristiano o conservador ve vulnerado también aquello que considera sagrado, según el sistema, no tiene razones serias para ofenderse y debería callarse.
El asunto aquí es que hay motivos razonables y no razonables por los cuales ofenderse, y el problema con los denominados progresistas (porque defienden una falsa idea de progreso) es que se ofenden por lo que no deberían ofenderse, mientras que una persona que defiende el orden natural se ofende por lo que sí debería de ofenderse. Hasta Dios resulta ofendido por nuestros malos actos públicos y privados, y eso exige reparación de la ofensa con mayor razón, porque Él es el más perfecto.
Es verdad que hay que tener cierto cuidado a la hora de atacar los principios ideológicos ‘progresistas’, para no sobrepasarse con la ira o con falsos argumentos que intenten defender fallidamente el orden natural. Sin embargo, eso no quita que, en virtud de su libre albedrío, el hombre puede escoger bien o escoger mal: los progres escogieron mal, y no es correcto que defiendan como sagrado aquello que no es verdaderamente sagrado.
Cabe destacar que otros progres (o semiprogres) no acusaron a los ofendidos por el arcoíris de ser frágiles, pero sí de vulnerar la libertad de expresión. Inclusive, muchos de quienes rechazaron el vandalismo progre lo hicieron bajo la excusa que eso era malo por dañar el patrimonio público, pero disculparon sus creencias o moralidad en privado, con argumentos como “cada quien tiene derecho a acostarse con quien quiera, con tal que no quiera imponer sus prácticas en público”.
Esto también es incorrecto, porque no hay derecho al error, y objetivamente hablando, la sodomía es un error, por más que los poderes públicos y las falsas leyes actuales la protejan y la alienten. Que el movimiento LGBT está en el error es una verdad enorme que no se puede debatir, y es importante recordar que la moderna «libertad de expresión» es un invento de la ideología liberal.
Solo existe libertad para la verdad: la libertad para la mentira es una falsa libertad y verdadera esclavitud. Lo que sí debemos respetar es a las personas que están equivocadas: al error se lo combate, a la persona se la respeta. Eso sí, cuando el individuo pasa de ser un simple simpatizante a un férreo militante, es decir, alguien que divulga agresivamente su dañina ideología, ahí recién toca tomar acciones para impedir que ese sujeto haga mucho daño a la sociedad difundiendo el error.
Escribo este artículo para animar a todo aquel que se sienta amenazado por el falso mote de ‘masculinidad frágil’ a alzar la voz cuando alguien ofenda a Dios atentando contra su orden natural; y si ese ‘aquel’ es ateo, pues al menos que reaccione cuando alguien ofenda al bien y la verdad. También lo hago para animar a todo aquel que tímidamente defiende el orden natural: no tenga pena de condenar las falsas libertades, como la «libertad de expresión», porque es deber de toda persona honrada aprobar el bien y rechazar el mal.
Es más, yo digo: ojalá los cruceños también hubieran alzado la voz también cuando el pintor blasfemo Alfredo Müller retrató en paños menores a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo en marzo de 2023. Ninguna voz pública dijo nada, ni siquiera la arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra; tampoco hubo fieles que fueran a rezar el rosario afuera de la Casa de la Cultura por la conversión del infeliz seudoartista o para reparar la ofensa enorme hecha contra Dios.
De todos modos, valientes actitudes como la de los vecinos que repintaron el arcoíris son dignas de imitar y es un primer paso para tomar acciones contra todo lo que es malo. Aplaudamos todo acto público de valentía y hagámosle frente a los progres, exigiendo respeto por lo que consideramos sagrado y, por cierto, también lo es objetivamente.