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El Liberalismo Clásico en Búsqueda de Sentido
La reciente conversión al cristianismo de Ayaan Hirsi Ali en noviembre de 2023 ha marcado una tendencia significativa entre destacados intelectuales contemporáneos. «No podemos contrarrestar el islamismo únicamente con herramientas seculares», explicó la activista, uniéndose a figuras como Jordan Peterson y el empresario tecnológico Peter Thiel en su giro hacia la fe religiosa. Este fenómeno alcanzó un punto culminante en febrero de 2025, cuando cerca de 4.000 conservadores se reunieron en la conferencia de la Alianza para la Ciudadanía Responsable (ARC) en Londres.
Esta transformación ideológica plantea un desafío fundamental para los cimientos del liberalismo de posguerra, especialmente la visión articulada por Karl Popper en su obra «La Sociedad Abierta y sus Enemigos» (1945). La sociedad abierta, caracterizada por la libertad, el pluralismo y la investigación crítica, se enfrenta ahora a cuestionamientos sobre su capacidad para mantener la cohesión social y proporcionar significado existencial.
Críticos como R.R. Reno y N.S. Lyons argumentan que el consenso liberal de posguerra desmanteló las fuentes tradicionales de significado sagrado -como la religión y la nación- reemplazándolas con normas emocionalmente débiles como la tolerancia y la apertura procesal. En su libro «El Retorno de los Dioses Fuertes» (2019), Reno sostiene que las élites occidentales, en su determinación por evitar el fanatismo ideológico que condujo al fascismo y al comunismo, abrazaron un escepticismo excesivo hacia todos los ideales unificadores.
La erosión del tejido social se refleja en estadísticas preocupantes. Según una encuesta de 2024 de la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión (FIRE), el 27% de los estudiantes estadounidenses reportaron sentirse presionados para autocensurarse en clase. Gallup informó en 2023 que la confianza en la educación superior había caído al 36%, desde un 57% en 2015.
El modelo danés ofrece una alternativa esperanzadora. Dinamarca, una de las democracias más cohesivas y confiables del mundo, mantiene altos niveles de satisfacción vital y compromiso cívico a pesar de ser una de las sociedades más seculares. Su éxito se basa en redes cívicas sólidas: más de 100.000 asociaciones sirven a una población de 5.7 millones, fomentando la participación ciudadana y la confianza social.
La experiencia danesa demuestra que las sociedades liberales pueden cultivar la cohesión sin recurrir al unanimismo religioso, ideológico o étnico. El país exige a los inmigrantes aprender danés, participar en educación cívica y afirmar normas democráticas, estableciendo límites claros que hacen posible el pluralismo sin comprometer los valores fundamentales.
Las sociedades liberales necesitan recuperar su ambición moral y dejar de ceder el lenguaje del significado a sus críticos. El liberalismo en su mejor expresión no es moralmente indiferente, sino una tradición que cree que la dignidad se descubre a través de la libertad, el carácter se forma en la asociación voluntaria y la solidaridad se construye mediante la reciprocidad, no la coerción.
El verdadero desafío no es resucitar fanatismos o nacionalismos del pasado, sino reconstruir los fundamentos cívicos y culturales que permiten que el significado y la libertad florezcan juntos. Solo así podrá la sociedad abierta perdurar como algo en lo que la gente pueda volver a creer.