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Artículo originalmente publicado por The Guardian, que resumimos y comentamos brevemente aquí.
La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 incluyó una controvertida representación que evocaba la icónica pintura de La Última Cena de Leonardo da Vinci, con “drag queens”, una “modelo transgénero” y un cantante que caracterizó al dios griego del vino. La parodia, realizada frente al Río Sena, pretendía interpretar a Dioniso y –dicen– «crear consciencia sobre «el absurdo de la violencia entre los seres humanos»», según los organizadores.
[Pero no consideran, no se les ocurrió que la burla y la ofensa a las realidades sagradas y a la sensibilidad religiosa son una forma de violencia, es decir, de «el absurdo de la violencia entre los seres humanos», instigada y puesta en escena por ellos].

Ante la reacción mundial, el comité organizador se vio forzado a disculparse por lo que calificó como «una falta de respeto no intencional a cualquier grupo religioso». Y añadió: «El objetivo era celebrar la tolerancia comunitaria. Si alguien se ha sentido ofendido, lo sentimos de veras», declaró la portavoz Anne Descamps.
Thomas Jolly, director artístico de la ceremonia, negó cualquier intención de subversión religiosa: «Queríamos hablar de diversidad. Diversidad significa estar juntos. Queríamos incluir a todos, así de simple», expresó.
Aunque Francia tiene una rica herencia católica, también cuenta con una larga tradición de laicismo y anticlericalismo. La blasfemia es legal y se considera un pilar esencial de la libertad de expresión. Los defensores del «tableau» elogiaron su mensaje de “inclusión y tolerancia”.
La Iglesia Católica en Francia manifestó que «lamenta profundamente las escenas de burla hacia el cristianismo». Monseñor Emmanuel Gobilliard, representante de los obispos franceses ante los JJOO, indicó que algunos atletas católicos del país tuvieron problemas para dormir debido a la controversia.
El arzobispo Charles Scicluna, el más alto cargo católico de Malta y funcionario de la poderosa oficina doctrinal del Vaticano, dijo haber contactado al embajador francés en La Valeta para quejarse por el «insulto gratuito». La conferencia episcopal italiana criticó que lo que debió ser una celebración de la cultura francesa derivó en «un desfile de errores banales y predecibles ideologías».
Avvenire, el periódico italiano afiliado a la Iglesia, publicó: «No nos tomen por mojigatos moralistas, pero ¿cuál es el punto de tener que vivir cada evento global, incluso uno deportivo, como si fuera una marcha del Orgullo Gay?«.
Por su parte, Matteo Salvini, líder de la Liga y parte de la coalición gobernante de Georgia Meloni, calificó el segmento como «sórdido» y dijo que «abrir los Juegos Olímpicos insultando a miles de millones de cristianos en el mundo fue un pésimo comienzo, querida Francia«. El primer ministro húngaro Viktor Orbán habló «del vacío moral de Occidente«.
Algunos comentaristas indicaron que la polémica era otro ejemplo de las guerras culturales del siglo XXI, exacerbadas por el ciclo de noticias de 24 horas y las redes sociales.
Fuente: Paris Olympics organisers apologise to Christians for Last Supper parody