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Crisis Institucional Sacude a la Iglesia Italiana
Una crisis sin precedentes ha sacudido los cimientos de la Iglesia italiana cuando la mayoría de los participantes en la Segunda Asamblea Sinodal Nacional rechazó categóricamente el documento final, forzando a la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) a emprender una completa reelaboración del texto. Este acontecimiento histórico, que tuvo lugar en Roma, marca un punto de inflexión en las relaciones entre la jerarquía eclesiástica y los fieles laicos.
La composición demográfica de la asamblea resultó particularmente significativa: de los más de mil participantes, solo 176 eran obispos, mientras que 442 eran laicos, una proporción que refleja un cambio radical en la tradicional estructura de toma de decisiones eclesial. Esta nueva realidad numérica se tradujo en una dinámica de poder inédita que culminó en el rechazo masivo del documento presentado.
El proceso sinodal, que se extendió durante cuatro años, pretendía “renovar y modernizar la Iglesia italiana mediante un ejercicio de escucha y discernimiento compartido”. Sin embargo, el documento final fue percibido como una decepción por la mayoría de los participantes, quienes consideraron que no reflejaba adecuadamente las contribuciones y aspiraciones de las comunidades locales.
Monseñor Erio Castellucci, quien preside el Comité Nacional del Camino Sinodal, reconoció públicamente las deficiencias del texto. «Las numerosas propuestas de enmienda presentadas por los 28 grupos exigen un replanteamiento global del texto y no sólo el ajuste de algunas de sus partes«, admitió en un comunicado oficial. El prelado también señaló que el formato utilizado resultó “árido y pobre” para capturar la riqueza del proceso cuatrienal.
Entre las principales críticas al documento destacó la insuficiente atención a temas cruciales como el papel de la mujer en la Iglesia, la pastoral para personas homosexuales y la respuesta institucional a los casos de abuso. Según reportó La Repubblica, el documento ni siquiera mencionaba el acrónimo LGBTQ+, y aunque reconocía el papel femenino en la Iglesia, evitaba abordar la posibilidad de nuevos ministerios para las mujeres, como el diaconado.
Este acontecimiento ha sido comparado con el llamado “virus alemán”, en referencia a la crisis experimentada por la Iglesia en Alemania no sólo durante su propio proceso sinodal, sino desde antes. Aunque en Italia la manifestación del descontento fue menos dramática, el impacto institucional ha sido notoriamente profundo.
Lo que algunos ven como una creciente tensión entre las aspiraciones reformistas de la base y las estructuras “tradicionales” de autoridad eclesiástica, no son más que la consecuencia lógica y natural de la deriva a la que ha sido sometida una Institución de Voluntad y Derecho Divino como La Iglesia, llamada a ser Testigo, Columna y Fundamento de la Verdad, en un mundo dominado por la mentira y que domina al hombre con la misma y con sus falaces promesas. El “sínodo” es el trasvase en donde se subvierte el orden y se pervierte su misión, la Ley Suprema de la Iglesia: la Salvación de las Almas.
Algunos, infiltrados bajo la categoría de “laicos”, y otros muchos bautizados, engañados por las falsas promesas del mundo, sólo desean preservar una “iglesia” que apruebe y acredite como “normales” sus gustos y apetencias. Necesitan un cascarón eclesial vaciado de su contenido esencial, para que no “los confirme en la fe” sino en su pecado y que, además, los “bendiga”, es decir, los legitime y normalice, al mismo nivel de quienes profesan y viven la fe auténtica.
Así, la CEI se ha visto obligada a programar una nueva asamblea para octubre, en la que se presentará una versión completamente reelaborada del documento. Este giro pone en evidencia el grave riesgo descrito: la complejidad de implementar un proceso “sinodal” bajo el supuesto de equilibrar la autoridad episcopal con la participación activa de los laicos, mientras, en el proceso, se acaba por subvertir la misión, y así demoler a la Iglesia.
Aunque Francisco ha dicho repetidamente que «el Sínodo no es un Parlamento», una frase que los obispos italianos citaron en una carta al inicio de la asamblea, su filosofía y metodología han demostrado, con los acontecimientos, que la dinámica sinodal está generando formas de interacción y debate dentro de la Iglesia que no sólo desafían las estructuras jerárquicas tradicionales, sino la misma Verdad que la Iglesia profesa y enseña, todo en nombre de “una mayor apertura al diálogo y al cambio”.
Fuente: Revuelta en el Sínodo italiano: los laicos rechazan el documento final y fuerzan su reelaboración