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Por Obispo Joseph Strickland | 13 de marzo de 2025
Como pastores del rebaño de Cristo, los obispos están llamados a velar por la integridad de la Iglesia y de las almas confiadas a nuestro cuidado. Con profunda preocupación y profundo sentido del deber, me pronuncio sobre el nombramiento del cardenal Robert McElroy para Washington, D. C., una decisión que plantea serias cuestiones morales y pastorales.
Los graves escándalos de abuso y su encubrimiento han herido al Cuerpo de Cristo, y la confianza en la jerarquía se ha visto profundamente afectada. Los fieles tienen derecho a exigir rendición de cuentas, transparencia y un liderazgo basado en la verdad y la justicia. El nombramiento de un prelado con un historial de fracasos en estas áreas, especialmente en una de las sedes más influyentes del país, corre el riesgo de agravar la erosión de la confianza en un momento en que la Iglesia necesita desesperadamente sanar y mantenerse firme en su testimonio de Cristo.
Los fieles merecen pastores que guíen con un compromiso inquebrantable con las enseñanzas de Cristo, defendiendo a los inocentes, defendiendo el sagrado depósito de la fe y negándose a ceder ante presiones políticas que contradicen el Evangelio. Cualquier obispo o cardenal que haya permitido el abuso, minimizado su gravedad o no haya actuado con decisión para proteger a las víctimas debe rendir cuentas, no ser elevado a puestos de mayor autoridad.
Insto a la Santa Sede a reconsiderar este nombramiento a la luz de las graves responsabilidades confiadas a quienes sirven en la sucesión apostólica. También insto a mis hermanos obispos a mantenerse firmes en la defensa de la verdad, cueste lo que cueste. No debemos permanecer callados cuando la justicia y el bien de las almas están en juego.
Oremos por la purificación de la Iglesia, por las víctimas de abuso y su curación, y por verdaderos pastores que guíen con santidad y valentía.
Obispo Joseph E. Strickland,
Obispo emérito
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Fuentes:
- Cuenta oficial del Obispo Joseph Strickland
- @JimHavens
