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Brasil prohíbe X en un ataque masivo a la libertad de expresión.
Los brasileños han sido bloqueados de X/Twitter, luego de la orden del juez supremo no electo, Alexandre de Moraes, de la «suspensión inmediata y completa» de la plataforma de redes sociales.
De Moraes, al igual que la mayoría de los líderes occidentales, afirma haber estado preocupado por la «desinformación» que se compartía en la plataforma. Pero el propietario, Elon Musk, dice que está claro que la prohibición se había implementado con “fines políticos”.
«La libertad de expresión es la piedra angular de la democracia y un pseudojuez no electo en Brasil la está destruyendo con fines políticos», tuiteó Musk.
«Las élites brasileñas», agregó Fraser Myers, subdirector de Spiked Online, «detestan X por la misma razón que las élites en el resto del mundo democrático… [ellos] creen que las noticias falsas, al impulsar los movimientos populistas, representan un desafío directo a su gobierno».
Como si la orden no fuera lo suficientemente totalitaria, De Moraes también dijo que los brasileños que usen redes privadas virtuales (VPN) en un intento por evadir la prohibición enfrentarán multas diarias de 50.000 reales (8.050 euros). Sin embargo, un elemento alentador de esta saga ha sido el impulso para que personas fuera de Brasil cambien su ubicación de VPN a Sao Paulo para «confundir y abrumar a su Stasi», en palabras del político y escritor canadiense Derek Fildebrandt.
Musk parece tener la esperanza de que la orden esté «condenada» a largo plazo, pero los comentaristas han advertido que la prohibición brasileña es, como dijo Myers, «un anticipo de lo que vendrá» para el resto del mundo. Myers agregó que «la guerra global contra la libertad de expresión en línea ha subido de nivel«.
Mientras los poderes fácticos continúen creyendo que la libertad de expresión representa una amenaza existencial para su gobierno, los métodos para restringirla seguramente solo se volverán más contundentes y más brutales.
Es, por supuesto, revelador que no haya habido reacción a la prohibición ni desde Bruselas ni desde la Casa Blanca.
El autor Michael Shellenberger sugirió que el presidente estadounidense Joe Biden y la nominada demócrata Kamala Harris no han denunciado la medida «probablemente porque… [ellos] apoyan la censura y la han estado financiando directamente durante años».
Shellenberger señaló que «no importa si te importa o no Brasil. Su totalitarismo corre el riesgo de extenderse por todo el mundo».
El arresto a fines del mes pasado del director ejecutivo de Telegram, Pavel Durov, en París, y el interés del nuevo gobierno laborista del Reino Unido en reprimir la «desinformación» en línea, son solo dos de las muchas señales recientes de que el derecho a la libertad de expresión en línea está bajo una amenaza creciente no solo en Brasil sino en toda Europa.
