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Un reciente sondeo de opinión revela un significativo incremento en el número de habitantes de Alberta que respaldan firmemente los valores familiares tradicionales, pasando del 35% al 40% en los últimos siete años, según datos comisionados por la CBC tras las recientes elecciones federales de Canadá.
El estudio muestra que casi dos tercios de los albertanos consideran que la sociedad tendría menos problemas si se pusiera mayor énfasis en los valores familiares tradicionales. Específicamente, además del 40% que está «totalmente de acuerdo» con esta afirmación, un 24% adicional está «algo de acuerdo», mientras que solo el 15% está «algo en desacuerdo» y el 17% «totalmente en desacuerdo».
Esta tendencia ayuda a explicar por qué la amenaza de protestas masivas contra la legislación de la primera ministra Danielle Smith sobre derechos parentales y la prohibición de «tratamientos» de cambio de sexo para menores se disipó rápidamente. Las manifestaciones fueron escasas y la oposición pública sostenida fue notablemente limitada, revelando que el poder del movimiento transgénero en la provincia de las praderas resultó ser un tigre de papel.
Los datos no sorprenden a los analistas políticos. Cuando Smith, quien no se identifica como conservadora social, decidió impulsar la legislación más ambiciosa de Canadá contra la ideología de género y a favor de los derechos parentales, era evidente que el Partido Conservador Unido (UCP) contaba con información sólida que indicaba un amplio apoyo popular. De hecho, en la convención del UCP en noviembre pasado, Smith obtuvo un asombroso 91.5% de aprobación de la membresía en una de las convenciones más grandes del país.
La CBC enfatiza la creciente «polarización» en Alberta, pero omite mencionar una razón fundamental: la naturaleza radical de la agenda LGBT en Canadá, implementada prácticamente sin oposición durante la última década. En las escuelas públicas canadienses se ha vuelto práctica común ocultar la «identidad de género» de un niño a sus padres si decide identificarse con un género diferente, frecuentemente como resultado de la programación LGBT a la que están expuestos en las escuelas.
Un ejemplo reciente de esta controversia se manifestó en Ontario, donde según Juno News, el personal del Consejo Escolar del Distrito de la Región de Waterloo está siendo capacitado para considerar el término «familia» como «racista» y «dañino», argumentando que implica «posiciones de autoridad (masculina) y jerarquía» y «una estructura familiar nuclear, que no es igual para todos«.
Los albertanos parecen estar cada vez más conscientes de estas tendencias y responden reafirmando su compromiso con los valores familiares tradicionales. La provincia se ha convertido en un bastión de resistencia contra lo que muchos consideran una ingeniería social excesiva en las escuelas públicas, manteniendo un equilibrio entre los valores tradicionales y las libertades individuales.
La encuesta también reveló que la mayoría de los albertanos se consideran centristas políticos con una ligera inclinación hacia la derecha, con un promedio de 5.8 en una escala de 10 puntos. Este dato sugiere que el apoyo a los valores familiares tradicionales trasciende las líneas partidistas convencionales y representa una corriente cultural más profunda en la sociedad de Alberta.
Fuente: Support for traditional family values surges in Alberta