Si quieres recibir noticias de actualidad sobre la Cultura de la Vida, te invitamos a seguirnos en nuestro CANAL DE TELEGRAM haciendo clic AQUÍ.
La polémica práctica de extracción de órganos mediante perfusión regional normotérmica
Un nuevo y controvertido método de obtención de órganos para trasplantes está generando intenso debate en la comunidad médica internacional. La técnica, conocida como perfusión regional normotérmica (NRP), implica procedimientos que diversos expertos consideran éticamente cuestionables.
El proceso comienza cuando los médicos desconectan el soporte vital a pacientes que han firmado una orden de no resucitación (DNR). Tras esperar que el corazón se detenga, inmediatamente proceden a bloquear el flujo sanguíneo al cerebro para inducir deliberadamente la muerte cerebral. Posteriormente, reaniman los órganos mientras mantienen el cerebro sin circulación, evitando así que la persona despierte.
Según el protocolo de la Universidad de Nebraska, «El paso inicial de ligadura de los vasos sanguíneos hacia la cabeza es necesario para asegurar que no ocurra flujo sanguíneo al cerebro. Una vez que se establece el flujo sanguíneo al corazón, este comenzará a latir». Esta práctica plantea serias interrogantes sobre los criterios de muerte, pues como señalan los críticos: ¿Qué tan muerto está realmente un paciente si su corazón puede reiniciarse en su propio pecho?
Numerosos profesionales han expresado su oposición a esta técnica. El Dr. Matthew DeCamp, bioeticista de la Universidad de Colorado, junto con el Dr. Joseph Fins y la abogada Lois Sulmasy, argumentan que la NRP viola los principios éticos de la procuración de órganos:
«Reiniciar la circulación revierte lo que se acaba de declarar como el cese irreversible de la función circulatoria y respiratoria. No es defensa sugerir que el paciente ya estaba muerto cuando la acción niega las condiciones sobre las que se hizo esa determinación».
El Colegio Americano de Médicos (ACP) recomendó en 2021 suspender esta práctica, señalando cuatro preocupaciones principales:
- la violación de la regla del donante muerto,
- implicaciones éticas desde la perspectiva de la justicia,
- la falta de transparencia con pacientes y familiares, y
- la existencia de alternativas menos controversiales.
El Dr. David Magnus expresa su inquietud en el American Journal of Bioethics:
«Una regla práctica en bioética debería ser que depender de no decirle a la gente lo que estás haciendo o intentar ofuscar con lenguaje engañoso es una buena indicación de que estás en el camino equivocado».
El Dr. Michael Nair-Collins ha documentado extensamente cómo los donantes y sus familias no reciben información suficiente sobre los procedimientos reales de extracción de órganos, lo que invalida el consentimiento informado.
«La determinación de la muerte es una cuestión fundamental para todas las sociedades humanas y nos afectará a todos. Este tema se basa en largas tradiciones culturales y en profundas visiones del mundo y sistemas de valores filosóficos, religiosos y políticos», sostiene.
La expansión de la NRP en Estados Unidos, a pesar de estar prohibida en países como Australia, ha llevado a expertos como el Dr. Lauris Kaldjian, director del programa de bioética de la Universidad de Iowa, a advertir que representa
«un intento tecnológicamente elaborado de reconfigurar las definiciones de muerte para maximizar el número y la calidad de los órganos trasplantados».
La Iglesia Católica, a través de la Academia Pontificia para la Vida, ha manifestado que la donación de órganos debe basarse en el principio de la dignidad humana y el respeto por la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Enfatiza que el consentimiento informado es un requisito ético fundamental y que la determinación de la muerte debe seguir criterios científicos rigurosos que no comprometan la dignidad del donante.
Fuente: Here’s how organ harvesters get away with making patients ‘brain dead’