El pasado jueves Ángela Hernández alegró a sus seguidores, al compartir que fue dada de alta en el hospital y podrá volver a su casa, para seguir luchando contra el terrible cáncer que la sorprendió a finales del año pasado.
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Razón+Fe habló con su esposo Jefferson, quien nos contó sobre el delicado estado de salud de Ángela, y la admirable actitud cristiana con la que enfrenta esta situación.
– Luego de las sesiones de radio terapia, ¿Qué han dicho los médicos sobre su pronóstico?
El diagnóstico es un diagnóstico duro. Ella tiene cáncer en el sistema nervioso central, el cáncer se le fue a la médula y al sistema central. Entonces estamos con las posibilidades médicas muy limitadas. Pero confiando en el Señor, confiando en que Él la puede parar si él quiere.
– ¿Cómo está Ángela anímicamente?
Jesús ha sido su gran amor y su gran motivación. De ahí, pues, radica toda la fuerza, y toda esa esa luz que Ángela ha irradiado toda la vida. Como ella siempre lo ha dicho: Dando la buena batalla. Y soldados como ella, hasta 5 minutos después de muertos. Nunca baja los brazos con la fe, que sigue inquebrantable. Y, pues, si no, también está lista para encontrarse con el Señor. Con la gran esperanza de que esto no acaba acá. De que aquí estamos en un paseo. Con mucho amor y con resignación, pues aceptar los planes de Dios, que son perfectos y los mejores para nosotros.
– El país, especialmente los creyentes, hemos estado muy pendientes de ella, apoyándola espiritualmente. ¿Han recibido muchas muestras de solidaridad, no?
La familia siempre ha sido el gran soporte y el cariño de la gente, de la que hemos sentido mucho amor. Precisamente anoche hablábamos con Ángela de que Dios siempre la usaba de una manera sobrenatural, importantísima. Ángela ha sido desde muy chiquita una ficha del Señor. Y cuando empezamos a revisar hoy las redes sociales, lo que hay en la gente, en el corazón. Con el estado de salud que ella tiene, con la poca fuerza que tiene, el Señor es la está usando de una manera impresionante en su postración. El Señor la sigue usando más que nunca con el mensaje que haya podido llevar en medio de su convalecencia.
Los caminos de Dios son misteriosos e inescrutables, y humanamente es difícil entender por qué el sufrimiento y el dolor se ensañan con quienes no lo merecen. Pero desde la fe cristiana que nos une, damos gracias a Ángela, a su esposo y a su familia, por el extraordinario testimonio de abandono confiado en las manos de Dios, por la valentía para defender la vida cuando es más difícil y pocos lo entienden, por enseñarnos a vivir con dignidad hasta el último momento.
Desde Razón+Fe nos unimos a espiritualmente a Ángela, su familia y amigos, y seguimos ofreciendo nuestras plegarias por su pronta recuperación.
