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Alberto José Linero Gómez, uno de los personajes más conocidos de Colombia, sorprendió al país en 2018 cuando anunció que dejaba el sacerdocio tras no pocos años de ejercicio y teniendo un programa de televisión muy exitoso. En una reciente entrevista en el programa «Se dice de mí» de Caracol TV, Linero reveló cuál fue el verdadero motivo que lo llevó a tomar esta difícil decisión.
Según contó, desde niño sintió el llamado de Dios para predicar su palabra, después de escuchar, «muy emocionado», a un sacerdote en un retiro espiritual. Esto despertó en él el deseo de convertirse en presbítero de la Iglesia Católica. Sin embargo, con el paso de los años empezó a sentir una profunda soledad en sus relaciones personales cercanas.
«Ojalá la gente aprendiera que uno no puede juzgar tan fácil las emociones de los demás. Cuando yo dije que había tenido soledad, mi problema no era con Dios, yo no he dejado de creer, no he dejado de orar, nunca he tenido dudas de él. Yo empecé a tener problemas de soledad porque me hizo falta gente, los vínculos no eran tan fuertes como uno quisiera», explicó Linero.
El momento decisivo llegó cuando tuvo que ser hospitalizado debido a complicaciones por diabetes. Sintió que muy pocas personas estuvieron pendientes de él, lo que lo llevó a concluir que «los curas no le interesan a nadie«. Según relató, salió de la clínica con la decisión tomada de que ya no seguiría ejerciendo más como sacerdote.
Incluso contó que cuando le comunicó la noticia a su padre, este lo apoyó completamente y le confesó que nunca le había gustado que fuera cura. Poco después de dejar el sacerdocio, Linero inició una relación sentimental con una mujer que había conocido años atrás. Eventualmente contrajeron matrimonio en una ceremonia muy privada.
«Ella y yo estamos casados por todo lo que haya que estar casados», afirmó el ahora conferencista y escritor.
Linero dejó claro que su problema no era con Dios, sino con la soledad y la falta de apoyo que sintió de quienes lo rodeaban. Su testimonio pone de manifiesto las dificultades emocionales que pueden enfrentar incluso aquellos que han dedicado su vida a la religión. Al final, necesitamos del calor humano tanto como de la fe.
