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Desafíos y responsabilidades de los Pro-Vida electos…

Desafíos y responsabilidades de los Pro-Vida electos…

En 10 puntos, condensamos los desafíos y responsabilidades que deberán afrontar los ‘políticos’ Pro-Vida electos en las corporaciones regionales y locales…

COLOMBIA ES PROVIDA 1
¡COLOMBIA ES PROVIDA!

Estos son algunos de los grandes desafíos que deberán afrontar, y algunas de las responsabilidades que asumen. Aquí los resumimos, a manera de decálogo:

1. El primer y gran desafío consiste en contener y detener la oleada ideológica. Con ella se quiere permear a todas las instituciones sociales, para después imponer la obligatoriedad de la ideología de género y del aborto. Una vez impuestos como presuntos ‘derechos’ querrán blindarlos, y el paso siguiente consistirá en intimidar mediante alguna forma de censura o de “judicialización” con la que se intentará enjuiciar y condenar a quienes objeten en conciencia, se expresen en oposición o se nieguen a ello.

2. El segundo, en detener el avance de iniciativas burocráticas con cargo a la función y al erario públicos, como el “ministerio de la igualdad”, oficinas de “asesoría” en materia de “equidad de género”, “defensa de la mujer”. También, el de “funciones” cargadas a los ministerios de salud y de educación, para facilitar el aborto, la eutanasia y la “reasignación” de sexo desde el primero, o la promoción de estos mismos temas y de otros entre los niños y jóvenes desde el segundo.

3. El tercero, en devolver a la institucionalidad y al marco jurídico, normativo y disciplinar a los cánones del Derecho de Gentes y del Derecho Natural. Sólo una fundamentada conciencia del Derecho, y no una instrumentalización pragmática al servicio de ideologías, puede proteger realmente la auténtica Dignidad de la Persona Humana, su Vida y las instituciones connaturales a su crecimiento y desarrollo, sin equiparaciones pretendidamente ‘multifamilistas’ que en la práctica no responden al bien y no atienden al verdadero desarrollo y Derechos de los niños, sino al capricho particular. Hablamos del matrimonio entre hombre y mujer, y de la familia fundada sobre el mismo, que son las que realmente configuran la Sociedad y, con ella, el Bien Común al que responden cabalmente.

4. Abolir completamente las leyes injustas en los ámbitos en los que se debe hacer valer y prevalecer los Principios No Negociables, que son el fundamento del auténtico Orden Social:

  • El respeto a la Vida desde la concepción hasta su fin natural.
  • El respeto al Matrimonio y a la Familia: su defensa, promoción y subsidiaridad como núcleos de la sociedad y como estamentos anteriores al Estado y con primacía y preeminencia sobre éste.
  • El derecho de los Padres a elegir la Educación que estimen más adecuada para sus hijos y, con ello, a respetar, proteger y promover la libertad y autonomía educativa y el derecho de asociación de los mismos padres.

El Estado, sus Poderes e instancias deben respetar estos Principios y, en todos los casos, abstenerse de promover cualquier forma de unanimismo ideológico o de imponer ideologías; mucho menos, una moral laicista.

5. Toda persona, cualquiera sea su afiliación política, su filosofía de vida o su filiación religiosa, tiene la obligación de obrar con una recta conciencia y una justa razón; debe ser íntegra y coherente. Si se trata de un bautizado católico, de quien se diga “cristiano” o se asuma a sí mismo como “creyente”, debe distinguirse por su unidad de vida, esto es, por la cohesión entre la Fe que dice profesar y la ética que vive.

6. Tanto para los creyentes “de a pie” como para quienes ejercen actividades que implican un mayor grado de responsabilidad social, son válidas y tienen permanente vigencia estas palabras:

“Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública”.

Juan Pablo II, Los Fieles Laicos, 42.

7. Todo bautizado tiene el deber de vivir en la Verdad. Como ciudadano, le asisten el derecho y el deber ineludible de participar en la vida social, económica y cultural de su país, ya sea mediante el ejercicio de un oficio, de una profesión, de un talento, de una actividad política o de una función o cargo público. En todos los casos, tiene la responsabilidad de hacerlo para “animar cristianamente el orden temporal”, en el cumplimiento de la tarea de construir el Bien Común.

8. El fiel laico que decide participar en política, lo hace a título personal, en su calidad de ciudadano, dentro del marco y del ordenamiento jurídico e institucional de su país, en cumplimiento de los derechos y deberes que la Constitución Política de su nación le confiere. Aunque como bautizado le mueve su compromiso de coadyuvar a construir el Bien Común, lo hace a nombre propio y no de la Iglesia.

9. Más que cualquier otro ciudadano, el creyente que participa en política mediante el ejercicio de un cargo de representación democrática, tiene la obligación de ser íntegro, veraz, transparente, competente y eficiente.

10. Así mismo, el creyente que participa en política, debe mantener presente y hacer valer su condición de ciudadano, tanto sus deberes como sus legítimos derechos constitucionales: a las libertades fundamentales (de expresión, de opinión, de conciencia, de culto), que incluyen la de hacer pública profesión de su fe. El creyente no es un ciudadano de segunda que pueda ser vituperado, minusvalorado o constreñido en razón de la profesión de su fe.

Invitamos e instamos a las Personas Pro Vida electas a asumir sus responsabilidades públicas de cara al Bien Común, recordando el principio ontológico: «Agere sequitur esse» (Lat.: el actuar se sigue del ser). ¡Colombia es Pro Vida!


A las personas pro vida electas, y a quienes deseen profundizar y comprender con mayor claridad los elementos de juicio dados en el anterior decálogo, les recomendamos estudiar, entre otros, los siguientes documentos del Magisterio de la Iglesia. Por su relevancia y actualidad no solamente les resultarán de interés, sino muy útiles en el ejercicio de sus cargos, en el de sus veedurías o en el de la opinión calificada y su derecho de expresión:

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