Análisis Sexualidad

¿El consumo de la pornografía y el abuso sexual a la mujer tienen relación?

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Escrito por Redacción R+F

El consumo de pornografía tiene muchas consecuencias perversas. De hecho, hay pruebas bastante sólidas de que el consumo de pornografía y la agresión sexual están estrechamente relacionados.

Es evidente que en estos últimos años la violencia sexual viene aumentado significativamente, convirtiéndose en un preocupación central para nuestra sociedad.

Según un estudio publicado a inicios de 2021 el 86% de las mujeres de entre 18 y 24 años habían sufrido agresión sexual en un espacio público.

Un gran aumento frente al estudio de 2014 en el cual el 33% de las mujeres en la UE habían sufrido violencia física y / o sexual desde los 15 años.

Más allá de las diferencias en metodología que puedan explicar la diferencia, es evidente que existe una crisis en la sexualidad que no se puede revolver segregando a hombres de mujeres.

Más datos preocupantes

Una encuesta realizada en 2020 encontró que los hombres de los países de Europa occidental consumían, en promedio, 70 minutos de pornografía al día, mientras que el 2,2 por ciento de los encuestados consumían más de siete horas. 

Pero lo más impactante de esto, fue el nivel de consumo de los niños y jóvenes adolescentes. En Australia, según  muestra la investigación, el 93% de los adolescentes varones han estado expuestos regularmente a la pornografía, y los niños de hasta siete años están expuestos a ella debido a la disponibilidad a través de dispositivos en línea.

La pandemia ha aumentado el problema y esta ha sido la causante del surgimiento de la plataforma de pornografía “OnlyFans”, que ha sido utilizada por muchas “trabajadoras sexuales”. 

Capitalismo “límbico”

La industria del porno es un ejemplo de lo que el historiador David Courtwright denomina “capitalismo límbico”, para describir “un sistema empresarial tecnológicamente avanzado pero socialmente regresivo en el que las industrias globales, a menudo con la ayuda de gobiernos cómplices y organizaciones criminales, fomentan el consumo excesivo y la adicción. Lo hacen apuntando al sistema límbico, la parte del cerebro responsable de sentir…”.

Los consumidores están atrapados en ciclos de comportamiento dañinos cuyas consecuencias recién ahora se están aclarando.

Gran parte de la población masculina es ahora explotada por la “industria” del sexo mal entendido, aunque claramente no tanto como muchas de las mujeres que “trabajan” en ella, y está teniendo efectos terribles.

En España ya se habían registrado 42 agresiones sexuales en grupo en todo lo que llevamos de año. Esta dramática cifra supone más del doble de los ataques ‘en manada’ que se cometieron en 2016 (18) y 2017 (14), aunque en 2018 se registraron 60, según datos del proyecto Geoviolencia sexual.

Esta realidad pone de manifiesto que la sociedad española se enfrenta a un grave problema de delitos sexuales que va en aumento. En este contexto, hay que recordar que el consumo de porno es un factor generador de agresiones sexuales.


Así lo considera la asociación Dale Una Vuelta, que propone 10 reflexiones para confrontar las agresiones sexuales y violaciones ‘en manada’.

En ese decálogo, advierten de que “casi el 90% del contenido pornográfico es agresivo, y en la inmensa mayoría el hombre es el que ejerce violencia sobre la
mujer”.

La relación entre la agresión sexual y el consumo de pornografía

El consumo de pornografía tiene muchas consecuencias perversas. De hecho, hay pruebas bastante sólidas de que el consumo de pornografía y la agresión sexual están estrechamente relacionados.

Los estudios muestran que la pornografía hace que muchos consumidores sean más propensos a apoyar la violencia contra las mujeres; a creer que las mujeres disfrutan al ser  violadas; y de hecho comportarse de una manera sexualmente agresiva en la vida real. 

La agresión puede tomar muchas formas: acosar verbalmente o presionar a alguien para tener relaciones sexuales; manipularla emocionalmente ; amenazarla con terminar una relación a menos que se otorguen “favores”; engañarla o mentirle; hasta agredirla físicamente.

Ha habido poco reconocimiento del impacto destructivo que tiene la pornografía en la percepción de lo que es una conducta sexual apropiada. La industria del sexo degrada y explota a las mujeres.

La cuestión de la agresión sexual nunca podrá abordarse verdaderamente a menos que podamos resolver el problema de la pornografía.

La mayoría de los hombres que viven en Europa Occidental y EE. UU. generalmente respetan a las mujeres, algo que es una señal del avance de nuestra civilización. Pero la prevalencia de la pornografía es sin duda un signo de decadencia y declive moral.

Las mujeres deben ser tratadas con la dignidad que les corresponde como hijas de Dios, y no como meros objetos de gratificación sexual.

Adaptado de:  Conservatives Global

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