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Una terapeuta británica con 25 años de experiencia trabajando con víctimas de abuso doméstico ha lanzado una seria advertencia sobre los peligros que podría representar la legalización de la eutanasia para las personas con discapacidad o enfermedades crónicas que sufren violencia intrafamiliar.
Nikki Keane, en un artículo publicado en The Tablet, analiza las implicaciones del proyecto de ley para adultos con enfermedades terminales (End of Life) que se debate actualmente en el Parlamento del Reino Unido, señalando que podría poner en riesgo la seguridad de las víctimas de abuso doméstico.
El testimonio central del reportaje es el de Helena (nombre ficticio), una mujer con discapacidad que fue víctima de maltrato por parte de su exesposo en un país donde la eutanasia es legal tanto para enfermedades terminales como crónicas. “Mi esposo solía amenazarme con ‘eutanasiarme’ si se cansaba de ser mi cuidador”, relató Helena, quien se opone al proyecto de ley británico precisamente por el riesgo de que “tu cónyuge quiera matarte y el Estado les proporcione una forma totalmente legal de hacerlo”.
Las estadísticas respaldan estas preocupaciones: en el Reino Unido, el 50% de las mujeres sordas o con discapacidad sufren abuso doméstico durante su vida. Keane explica que la discapacidad puede agravar el abuso doméstico, permitiendo que el perpetrador ejerza un «control coercitivo«, término que engloba diversas tácticas de abuso doméstico y que está tipificado como delito en el Reino Unido.
«Si una víctima tiene una discapacidad o enfermedad crónica, es muy común que el perpetrador la use como parte del abuso, restringiendo el acceso a medicamentos o ayudas como sillas de ruedas o audífonos«, explica Keane. «Si el perpetrador también tiene el rol de cuidador, escapar –o incluso tener la oportunidad de denunciar el abuso de manera segura– puede ser casi imposible. La discapacidad o enfermedad puede dejar a las víctimas de abuso doméstico completamente atrapadas con su abusador«.
Las cifras son alarmantes: aproximadamente tres mujeres se suicidan cada día debido al abuso doméstico, y el 30% de las sobrevivientes de abuso contemplan el suicidio diariamente. El control coercitivo es particularmente difícil de reconocer, incluso para la víctima, y cuando escala a violencia física, el primer acto puede ser fatal.
Si bien las enmiendas propuestas al proyecto de ley de suicidio asistido requerirían capacitación para que los profesionales médicos detecten la coerción, Keane advierte que sería mucho más difícil enseñar a los médicos a reconocer cuándo una persona con enfermedad terminal busca el suicidio asistido para escapar del abuso.
Jane Monkton-Smith, especialista en control coercitivo fatal, señaló en redes sociales:
«El sistema de justicia penal apenas está reconociendo la escala de posible culpabilidad criminal en el abuso doméstico y el suicidio, mientras que, al mismo tiempo, un grupo de parlamentarios busca despenalizarlo«.
Es preocupante que en los países donde el suicidio asistido es legal, existe muy poca investigación sobre la relación entre este y el abuso doméstico. Helena concluye con una advertencia contundente: «No quiero que nadie viva con el miedo y las amenazas que yo tuve. Hagamos lo que hagamos, debemos asegurarnos de no abrir la puerta a otra forma en que los hombres puedan dañar a las mujeres y salirse con la suya» [O viceversa].