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Kevin Roberts, arquitecto del Proyecto 2025, es ferozmente cuestionado y expuesto al escarnio público por su cercanía “con el «radical» grupo católico Opus Dei”. Veamos en detalle qué es lo que dice de él el diario The Guardian y cómo el contenido de la misma publicación es usado de manera tendenciosa para mostrarlo como miembro de una presunta ‘organización siniestra’ y descalificarlo.
Kevin Roberts, presidente de la Heritage Foundation y arquitecto del Proyecto 2025, la hoja de ruta del influyente ‘think tank’ conservador para un segundo mandato de Trump, “tiene lazos cercanos y recibe orientación espiritual regular del Centro de Información Católica (CIC) de Washington DC, un centro dirigido por un sacerdote del Opus Dei e incorporado por la Arquidiócesis de Washington”.
Y continúa: «En un discurso de septiembre pasado, Roberts reconoció que ha visitado el CIC semanalmente durante años para asistir a Misa y recibir “formación” o guía religiosa. El Opus Dei también organiza retiros mensuales en el CIC».
Después agrega: «En ese discurso, grabado y disponible en línea, Roberts habló con franqueza sobre su estrategia para lograr objetivos políticos extremos que apoya pero que están fuera de sintonía con las opiniones de la mayoría de los estadounidenses».
Si habló con franqueza sobre su estrategia, y además lo hizo públicamente, aunque lo hiciera en una institución afín a su pensamiento, como lo reconocen los redactores del artículo, ¿cuál es el problema? Es transparente, coherente, sabe lo que quiere y cómo alcanzarlo, lo cual es perfectamente legítimo. ¿Se nota o no el acento y el enfoque tendencioso, sesgado y descalificador de la publicación?
Después el diario señala, citando a Kevin Roberts: «La prohibición de los anticonceptivos es la batalla política «más difícil» que enfrentan los conservadores en el futuro, dijo Roberts. Sin embargo, instó a los conservadores a buscar incluso pequeñas victorias legislativas, lo que llamó “incrementalismo radical”, para avanzar en sus objetivos políticos más derechistas».
Luego cita al autor “de un próximo libro sobre el Opus Dei”, Gareth Gore, quien “dijo que los miembros de la organización católica están involucrados en «un proyecto político envuelto en un velo de espiritualidad». Según Gore, el fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá, veía a sus seguidores como parte de una «milicia en ascenso» que buscaba «entrar en batalla contra los enemigos de Cristo»”. Y remata con esta conclusión del autor: “Al igual que el Proyecto 2025, el Opus Dei en su núcleo es una reacción contra la deriva progresista de la sociedad, dijo Gore”.
Después de valerse del autor de este nuevo libro que, al menos por lo referido hasta aquí, no pasa de ser un “remake”, un reencauchado de distintas leyendas negras que se han escrito sobre el Opus Dei, los autores del artículo de The Guardian, Rachel Leingang and Stephanie Kirchgaessner, apelan a señalar a Leonard Leo, vicepresidente ejecutivo de la Federalist Society, diciendo que “también tiene vínculos con el CIC vinculado al Opus Dei”.
Lo que no se sabe es qué les incomoda más: si el hecho de que hubiera elogiado al CIC que lo distinguió con el premio Nueva Evangelización Juan Pablo II, su máximo galardón, o que en su discurso hubiese descrito a la contraparte política desde una perspectiva moral que, obviamente y por sus hechos, demuestra la barbarie a la que están sometiendo al Occidente Cristiano mediante el liberalismo radical y un secularismo exacerbado que se proponen, no ya dentro de los límites de una racionalidad dialógica, sino con visos de una exaltación fanática.
Entonces los autores apelan a un profesor de teología (no dicen dónde enseña), Massimo Faggioli, de quien afirman sin citarlo directamente: «Uno de los principios fundamentales del Opus Dei es que no cree en la separación tradicional entre la Iglesia y el Estado, dijo. En cambio, cree que ambos deberían tener una relación simbiótica».
Pues si de eso se trata la molestia, cabe decir que la radicalidad del Opus Dei consiste en la literalidad del término: “ir a la raíz”, lo cual muchos confunden con ‘integrismo’ o con ‘fundamentalismo’. Y en cuanto a la relación simbiótica entre Iglesia y Estado, es una discusión filosófica, teológica, sociológica y política que se sitúa en las antípodas sobre la concepción del desarrollo humano y social, entre la visión de Rosseau expresada en su “Contrato Social” y llevada como Principio a la Revolución Francesa, y la visión de la Iglesia misma, no del Opus Dei, expresada por S.S. el Papa León XIII, en la Encíclica “Libertas praestantissimum” del 20 de junio de 1888. Ambas visiones han estado y estarán en pugna en los ámbitos académicos y políticos, y por lo tanto es legítimo sostener una u otra desde la particular visión de un proyecto de estado y de sociedad, que es lo propio de la política, a la que también tienen el derecho de acceder los Católicos.
Después, los articulistas se dedican a referir al Opus Dei como una institución privilegiada por Juan Pablo II en la Iglesia, a la que ahora Francisco ha retirado tales privilegios. Lo paradójico de esto es ver cómo el Opus Dei en cabeza de su Prelado, han acatado sin el más mínimo cuestionamiento las disposiciones de los motu proprios de Francisco sobre la institución.
Entonces continúan señalando que “Roberts también estuvo involucrado en un programa de liderazgo de escuelas secundarias afiliado al Opus Dei en Austin, Texas”. Al respecto, ojalá y muchos más católicos estuvieran comprometidos con la formación para el liderazgo y su promoción, desde las escuelas secundarias.
Sin embargo, después de cuestionar su cercanía con los principios católicos y las obras formativas del Opus Dei, que exponen como si se tratara de actividades criminales, los autores se lavan las manos afirmando que “Los críticos de Roberts dijeron que las preocupaciones sobre sus lazos con el Opus Dei no estaban relacionadas con su identidad o creencias como católico romano”. ¿No?
Entonces, ¿por qué a renglón seguido, citan lo siguiente?: ««Lo que preocupa es cómo algunas élites poderosas, como Roberts, que no han logrado persuadir al pueblo estadounidense para que acepte su agenda, parecen ansiosas por utilizar el poder del Poder Ejecutivo para imponer sus puntos de vista religiosos personales como ley vinculante sobre otros estadounidenses«, dijo Lisa Graves de Court Accountability».
Queda claro que lo que les preocupa es, precisamente, su identidad católica y el hecho de que, como lo expusiera en su discurso en septiembre de 2023 en el CIC, “Roberts detalló cómo los católicos conservadores y sus aliados podrían avanzar en la política de EE. UU. para poner fin al acceso al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo y a los anticonceptivos”. Pues sí, esos son puntos esenciales de la participación de todo católico en la política y en la vida pública, que sí atañen y les importan bastante a los norteamericanos y a todas las personas en cada país del mundo.
Y les ha incomodado a dichos redactores y a sus fuentes, que «Sabiendo la impopularidad de prohibir los anticonceptivos, [Roberts] alentó un enfoque incremental para lograr este objetivo a largo plazo. «Incluso en un entorno políticamente conservador, eso puede ser muy difícil de promover», dijo. «Una mayoría de católicos romanos no creen en esa enseñanza»».
Como se puede apreciar, en nada de esto se ha equivocado Kevin Roberts, quien demuestra realismo y perspicacia, es decir, inteligencia y una clara comprensión de las coyunturas ideológicas, dentro y fuera de la Iglesia, en particular en el ámbito social norteamericano, y de las dificultades que a partir de ello afronta.
En particular, se duelen de dos temas con respecto a los cuales es claro y radical: la prohibición del aborto y la estrategia que propone de alcanzar dicha meta a partir de un enfoque incremental, esto es, gradualmente.
Es pragmático al respecto, pues así fue como la izquierda ideológica y radical logró imponer el aborto: mediante una aproximación y aceptación gradual del tema, hasta introducirlo en la legislación como un “derecho” y convertirlo en un asunto radical e incontrovertible, como lo han propuesto Biden y la ahora candidata Kamala Harris, quien no ha tenido reparos en perseguir judicialmente a quienes se oponen al aborto, y ahora lo propone con mentiras, culpando a los provida de la mortalidad materna.
Todo esto no hace más que demostrar la valía de un hombre como Kevin Roberts. Con toda razón es el arquitecto del Proyecto 2025, la hoja de ruta del influyente ‘think tank’ conservador para un segundo mandato de Trump. Y se nota que le temen.
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