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Juno Carey es una partera que trabaja en la industria del aborto. En su libro de 2024 «A Necessary Kindness: Stories from the Frontline of Abortion Care» («Una amabilidad necesaria: Historias desde la primera línea de la atención al aborto») describe diferentes cosas que presenció o experimentó en los dos centros de aborto en los que trabajó.
Administrar la píldora abortiva sin una ecografía
Carey está a favor del aborto y sigue siendo una trabajadora del aborto en la actualidad. Carey es británica y los centros de aborto de los que habla en el libro se encuentran en Inglaterra. Sin embargo, los dos centros operan de manera similar a los centros de aborto en los EE. UU. y brindan los mismos «servicios».
Un centro de abortos donde trabajaba Carey vendía la píldora abortiva hasta la décima semana de embarazo. En los EE.UU. hay algunos proveedores de píldoras abortivas, como 199 Abortion Telemedicine (que realiza abortos por “telesalud”): allí, la persona embarazada nunca pone un pie en una clínica, no se le hace un ultrasonido ni una prueba de embarazo, y nunca es vista por un médico; pero le ofrecen la píldora abortiva hasta las 13 semanas.
El centro de abortos de Carey también les dio a las mujeres embarazadas la píldora abortiva sin examinarlas. De modo que, para que una mujer embarazada pueda recibir la píldora abortiva, basta una llamada telefónica.
Incluso a las que acudían al centro no se les solían hacer ecografías. Carey dice que su centro solo realizaba ecografías en casos especiales, como cuando la mujer embarazada decía que no sabía cuándo había sido su último período y no sabía qué tan avanzada estaba, o cuando manifestaba tener un DIU.
Mujeres conmocionadas al ver a sus bebés abortados
Carey dice que, aunque les decía a las personas que toman la píldora abortiva cómo se verían sus bebés después de ser abortados, ver al bebé abortado “puede ser impactante para algunas, y las mujeres me han llamado bastante angustiadas”.
Carey dice:
Aquí hay una imagen de ultrasonido de un bebé 10 semanas después de la concepción, del Fondo para el Desarrollo Humano:
En esta etapa, un bebé por nacer ha tenido un corazón latiendo durante siete semanas. El bebé tiene un cerebro que emite ondas. Muestra una reacción de sobresalto si es tocado por algo. El bebé puede tener hipo. Un bebé no nacido de 10 semanas ya es diestro o zurdo. Si es biológicamente mujer, tiene ovarios y útero propio. No solo tiene manos y dedos, sino también huellas dactilares. «Algo reconocible» apenas lo cubre.
Bebés abortados en una etapa avanzada del embarazo
Carey dice que a veces las mujeres que abortan se equivocan sobre cuánto tiempo tienen de embarazo, y sus bebés, cuando salieron, tenían más de 10 semanas y estaban más desarrollados de lo que ellas creían. Ella dice:
Por supuesto, podrían hacer una ecografía para evitar este problema. Pero eso es aparentemente demasiado inconveniente [Porque seguramente la mujer, al ver a su hijo aún vivo, desistirá de abortar].
Carey continúa diciendo:
Carey trabajó durante años en un centro de abortos que realizaba abortos quirúrgicos hasta la semana 24. Al principio de su libro, describe haber visto un aborto de 20 semanas y ver cómo se extraían brazos, piernas y otras partes reconocibles del cuerpo de la persona embarazada.
¿Qué sorprendería a alguien como ella? ¿Qué tan desarrollados están estos bebés? Carey no lo dice.
Minimizar las reacciones emocionales de las mujeres
También parece restar importancia al impacto emocional de ver los cuerpos por parte de las mujeres que llaman. Ella dice: «A menudo, [las mujeres que llaman] solo necesitan que se les asegure que están pasando por un aborto normal«.
Es difícil creer que las personas que llaman se sientan reconfortadas con que solo les digan que lo que están pasando es normal. ¿Es eso suficiente para aliviar su trauma y hacerlas sentir bien por tomar la píldora abortiva? La mayoría de las mujeres no están acostumbradas a ver bebés muertos, especialmente los suyos. Y estas mujeres, luego del aborto, tienen que cargar con ese recuerdo por el resto de sus vidas.
También tienen que deshacerse de los cuerpos de alguna manera. Carey no menciona que les dijera qué hacer con los cuerpos de los bebés. ¿Son algunos de ellos demasiado grandes para tirarlos por el inodoro? No tenemos forma de saberlo porque Carey no dice nada más al respecto.
Lo que sí tenemos es una admisión de que, sin ultrasonidos, los embarazos se abortan más tarde de lo que se supone que deben ser. Las personas que han abortado se sienten muy molestas al ver los cuerpos, y una trabajadora de abortos experimentada también se siente impactada por ellos.
Esto es, en general, un relato que deja claramente expuesto lo que sucede y, por consiguiente, una acusación bastante incriminatoria de la industria del aborto.
Fuente bibliográfica: Juno Carey Una amabilidad necesaria: historias desde la primera línea de la atención al aborto (Londres: Atlantic Books, 2024) 244, 245.
Nota de LifeNews: Sarah Terzo cubrió el tema del aborto durante más de 13 años como periodista profesional. En este cargo, ha escrito casi mil artículos sobre el aborto y ha leído más de 850 libros sobre el tema. Ha estado investigando y escribiendo sobre el aborto desde que asistió a The College of New Jersey (clase de 1997), donde se especializó en Estudios de la Mujer. Este artículo apareció originalmente en Substack de Sarah Terzo.
Fuente: Even Abortion Clinic Workers are Shocked That Babies are Killed in Late-Term Abortions
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