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De la perplejidad centrista a la voluntad reformadora

Bandera de Colombia ondeando
Escrito por Invitado

El país requiere una profunda reconstrucción nacional para que el poder sea un instrumento al servicio de Colombia, no de los terroristas, delincuentes y populistas. Tenemos que adoptar posiciones definidas, no continuar en la búsqueda de pequeñas ventajas electorales sin contenido doctrinario.

Por Luis Alfonso García Carmona*

Aunque pretendamos cerrar la vista ante la realidad, no podemos dejar de reconocer la agresiva estrategia de la izquierda en su afán de convertir a Colombia en otro “paraíso” comunista en América Latina, como Venezuela, Cuba o Nicaragua.

Apelaron sus líderes al terrorismo, financiado inicialmente por las potencias comunistas y, más tarde, con los negocios ilícitos más productivos de la tierra: el narcotráfico, el secuestro, la extorsión y la minería ilegal. No lograron en cinco décadas obtener ni siquiera un mínimo apoyo popular que legitimara su cadena interminable de crímenes de lesa humanidad. Fue indudablemente el programa de  Seguridad Democrática, liderado por Álvaro Uribe Vélez, un cortafuego eficaz contra la toma del poder por la narco-guerrilla de las FARC.

Fue indudablemente el programa de  Seguridad Democrática, liderado por Álvaro Uribe Vélez, un cortafuego eficaz contra la toma del poder por la narco-guerrilla de las FARC.

Accedió al poder, con la promesa de dar continuidad a esa salvadora fórmula Juan Manuel Santos pero, a renglón seguido, optó por revivir los restos del derrotado movimiento subversivo con un simulacro de acuerdo de paz, que contó con el entusiasta apoyo de la extrema izquierda, la perplejidad de los partidos demo-liberales denominados de “centro” y la ingenuidad de muchos colombianos hechizados con la engañosa publicidad oficial que supo manipular el espejismo de la paz.

No obstante, se impuso en el plebiscito de octubre del 2016 la voluntad de un pueblo ajeno a las veleidades marxistas, que no entendió cómo se iba a premiar a los más crueles delincuentes de nuestra historia con impunidad por sus crímenes, subsidios para hacer política, curules en el Congreso, co-gestión en la administración del Estado y un tribunal diseñado a su medida para juzgarlos.

Fue un momento crucial en nuestro devenir histórico, pues la voluntad del pueblo fue desconocida por una corrupta coalición instaurada en el poder, con el beneplácito de una prevaricadora Corte Constitucional que avaló el zarpazo contra la Democracia.

Afloraron allí todas las falencias que acarrea una política de “centro”, preparada para ganar elecciones mas no para sustentar erguidas posiciones que aglutinen al pueblo en la defensa de principios como la Democracia y el Estado de Derecho. Con razón se ha dicho que el “centrismo” es la consagración del oportunismo político pero impide escoger entre auténticas alternativas. Estas no eran otras que apoyar la aniquilación de la Democracia (que era lo que pretendía la extrema izquierda con la mediación de Santos y su corte de bolsillo) u oponerse con vigor a la firma de un acuerdo que adolecía de inexistencia por haber sido rechazado en las urnas y solicitar la renuncia del Presidente que lo había propuesto (que debió ser la alternativa de quienes se oponían a la guerrilla comunista).

Triunfó la indecisión. Se firmó el infame pacto y se divulgó a los cuatro vientos con bombos y platillos. La izquierda arreció sus ataques contra los que se atreviesen a contradecir el ominoso acuerdo, mientras el “centrismo” adoptó una política reactiva, sin una respuesta contundente desde la óptica ideológica o histórica. En medio de tan desigual confrontación se eligió como Presidente a Iván Duque, candidato de la coalición liderada por el Centro Democrático.

Continuó el marxismo-leninismo con su estrategia, siguiendo los lineamientos de Gramsci, desde la posesión misma de Duque hasta la aparición del bichito del coronavirus. Protestas callejeras acompañadas de intimidación y violencia contra la población. Expansión desmesurada de la siembra de cocaína para seguir financiando la insurrección. Oposición al Gobierno con la alianza de otros políticos de “centro”, dominados por su animadversión contra el ex presidente Uribe. Desprestigio del gobierno alimentado por unos medios y unas redes sociales que manipula a sus anchas el  “marxismo cultural”. Sistemática estigmatización de los contradictores del fatal acuerdo, con el dañado y punible ayuntamiento de la administración de Justicia.

Lógico es que en semejante coyuntura se alcen las voces de colombianos con ideas y programas concretos para proponer al país, diferentes a los del trasnochado populismo “mamerto”. Tenemos una doctrina basada en la libertad individual y el Estado de Derecho; en el imperio de la Ley y el respeto por la autoridad; en la restitución de la Democracia y la separación de poderes; en el reconocimiento de la propiedad privada y la libre empresa; en la cultura de la vida y la protección de la familia tradicional; en la tolerancia cero con el terrorismo, el narcotráfico y la impunidad; en la defensa de los más débiles, entre los que se encuentran los nonatos, las madres solteras, los desplazados, las víctimas de las FARC, los jóvenes sin empleo.

El país requiere una profunda reconstrucción nacional para que el poder sea un instrumento al servicio de Colombia, no de los terroristas, los narcos, los vándalos y los populistas de extrema izquierda que los apoyan. Por eso tenemos que adoptar posiciones definidas, no continuar en la búsqueda de pequeñas ventajas electorales sin contenido doctrinario. Hagamos nuestro el mandato bíblico:

“Pero porque eres tibio, y no frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca”.

Apocalipsis 3, 16.

(*) Luis Alfonso García Carmona es Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, realizó estudios de Planeación del Desarrollo (IULA, La Haya) y Administración de Empresas (EAFIT). Ha desempeñado los cargos de Juez Municipal (Palmira), Jefe de Instrucción Criminal y Vigilancia Judicial de Antioquia, Procurador de Distrito (Santafé de Antioquia), Secretario General de Empresas Departamentales de Antioquia, Secretario General de la Gobernación de Antioquia, Secretario de Gobierno Departamental y Gobernador encargado de Antioquia, Fiscal Seccional, Presidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Servicios Temporales, Gerente de relaciones industriales, Asesor Jurídico y Gerente General de varias empresas privadas, Director Ejecutivo de Asotauro. Actualmente es columnista de varias publicaciones virtuales como Debate, La Linterna Azul y El Informador.


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