En la madrugada del 3 de agosto una banda penetró en la capilla de adoración perpetua de la parroquia de Santa Mónica (mejor conocida como Santa María de los Ángeles –en la carrera séptima con calle 79- ) con el propósito de robar la custodia en que se encontraba el Santísimo Sacramento expuesto. Parte de la custodia fue robada mientras que la Sagrada Forma fue arrojada al suelo por los criminales.
La banda habría llegado al parqueadero de la capilla en los mismos costosos automóviles en que se fueron luego de cometer la profanación y el robo.
La capilla de adoración, custodiada por la comunidad de padres agustinos, permanecerá cerrada hasta que el Obispo ordene su reapertura, tras 25 años de exposición permanente.
Esta lamentable profanación y robo invita a reflexionar sobre las capillas de adoración y las condiciones de seguridad –e incluso decoro- a las que algunas parroquias someten al Santísimo Sacramento. En el caso particular, se trata de una capilla que no se encuentra dentro del templo principal, sino sobre la calle, en un garaje continuo al despacho parroquial, con una puerta cerrada sin cerrojo las 24 horas. No es sino salir de allí para toparse en el día con una calle atestada de automóviles parqueados, vendedores ambulantes y cuidadores de carros, en la noche con un desolador andén entre semana y un bullicioso sector de restaurantes y bares los fines de semana.
Solo una frágil puerta sin cerrojo se interponía entre el Santísimo Sacramento y una ciudad peligrosa como Bogotá, aun en el privilegiado barrio de El Nogal -donde se ubica-.
“Se habían demorado”, comentó una vecina de la zona a éste medio quien pidió reserva de su nombre por temor a represalias. “Nuestro Amo debe y puede ser adorado dentro de la Iglesia principal, puesto en una custodia sobre el altar mayor, al son de los cantos y oraciones que se merece, en las horas y días que disponga el párroco, pero dejarlo en un semigaraje con la puerta abierta toda la noche era una invitación a que lo profanasen”, concluyó.
Teniendo en cuenta que algo similar había sucedido en la parroquia San Gerardo Mayela de Bogotá, el responsable de la Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote, recomendó a fieles y párrocos tomar las medidas necesarias para que esto no vuelva a repetirse.
Esta es la comunicación emitida al respecto por Monseñor Carlos López Ramírez, Vicario Episcopal:
Foto: http://mapio.