Era bruja y se convirtió al ir a Misa: “estaba en casa”, lo supe

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Este es el impactante e inspirador testimonio de conversión de Nora Jensen, que recogemos de churchpop, y presentamos a nuestros lectores.

Detrás de cada historia de conversión hay un gran movimiento de Dios hacia cada persona, que se verifica y éstas experimentan de dos maneras inconfundibles: Su Misericordia y Su Amor. Fue el caso de Nora.

Y aunque los escépticos suelen decir desde la antigüedad: “De los arrepentidos, líbranos Señor”, nada tiene tanta fuerza como el testimonio de conversión de quien, o bien desconocía a Dios, o se había apartado de Él intentando llenar todos sus vacíos con experiencias sensibles o con cosas.

Los conversos suelen tener un celo que a su vez parece proceder de un fuego que les impele a dejar claro a los demás que existe la Verdad, que Dios existe, y que Él mismo ES LA VERDAD, y que ésta se experimenta a través de la ternura de Su Misericordia y de la fuerza transformadora de Su Amor. Dios ES la Casa, y la vida toda ahora se encamina hacia Él.

De la brujería al catolicismo: “Supe que estaba en casa”

Nora Jensen creció en el seno de una familia cercana a la brujería, que rechazaba el cristianismo y se burlaba de las personas creyentes. En una entrevista con el programa “The Journey Home” de EWTN, narra su conmovedor testimonio de conversión al catolicismo tras asistir a una misa.

Nacida en Colorado, Estados Unidos, Nora relata que sus padres eran muy unidos entre sí, pero alejados de la fe cristiana. Su madre había sido criada como luterana y su padre en alguna denominación cristiana, pero ambos dejaron la religión de lado y no la transmitieron a sus hijos. Por el contrario, les enseñaron a despreciarla.

“Creía en Dios, pero no era un Dios personal ni nada parecido. Tenía una profunda devoción por los ángeles, pero no sé de dónde vinieron esas creencias. No fue a través de mis padres”, explica Nora.

Y agrega: “La familia lo era todo para nosotros, pero cuando se trataba del cristianismo, despreciábamos a los cristianos, nos burlábamos de ellos, especialmente de Jesús. Básicamente, era un nombre para burlarse. Así me educaron”.

Cuando Nora tenía 11 años, sus padres le revelaron que ambos eran brujos wicca y “podían usar magia”. Fue entonces cuando despertó su interés en aprender y practicar esas creencias.

“Me dieron un libro para adolescentes sobre el wicca, que advertía que los cristianos intentarían convertirme (…). Esa fue una enseñanza sólida para mí”, relata.

Nora considera que la ideología New Age puede resultar atractiva para muchos porque da una falsa sensación de control. Además de los hechizos, también se involucró en la lectura de cartas y la tabla ouija.

Ya en la universidad, Nora comenzó a interesarse en otras cosas, a hacer nuevos amigos y dejó un poco de lado esas prácticas. Hasta que en determinado momento sintió un gran vacío existencial.

“Me di cuenta de que era un agujero del tamaño de Dios. Tal vez por la brújula moral que tenía. Sabía que las personas llenaban ese vacío con drogas, sexo, alcohol o fiestas y yo no había hecho esas cosas, pero sabía lo suficiente para no empezar. Entonces pensé: necesito encontrar a Dios, pero ¿dónde está?”, relata.

El inicio de una transformación

Fue recién después de iniciar una relación con Dane, un joven católico, que Nora comenzó a interesarse un poco más por la Iglesia y a perder de a poco la aversión que sentía. Pero todavía no encontraba el sentido que buscaba.

Más que las conversaciones o discusiones sobre religión, lo que realmente la impactó fue conocer a la familia de su novio. “Vivían una vida tan hermosa y estaba segura de que eso venía de la fe que practicaban”, cuenta.

Dane decidió entonces llevar a Nora por primera vez a Misa en la Catedral de Colorado Springs. Y fue allí donde ocurrió uno de los momentos clave de su conversión.

“Las personas fueron muy acogedoras y sonrientes, felices de que yo estuviera allí”, recuerda Nora. Aunque no tenía ningún conocimiento sobre la eucaristía o la liturgia, imitó lo que su novio estaba haciendo. Pero el instante más significativo fue cuando llegó el momento de darse la paz.

“Cuando el diácono dijo: «Démonos la paz de Cristo unos a otros», miré a Dane y le pregunté: «¿Qué es esto?». Entonces él me miró y me dijo: «Que la paz esté contigo», y me dio un abrazo. Luego lo vi volverse hacia las personas alrededor y decir lo mismo. Así que yo también me volví y ya había varias personas extendiéndome los brazos, dándome la mano y diciendo: «Que la paz esté contigo»”.

Y sigue: “Pensé: «Me reí de ustedes. Me burlé de ustedes y de su Dios. ¿Por qué me están deseando la paz?». Ellos no lo sabían, pero yo sí. Y Jesús también lo sabía. Sentí como si mi alma estuviera completamente abierta, y pensé: «¿Cómo es que no me estás destruyendo en tu casa?». Sentí muchísima vergüenza de estar estrechando la mano de esas personas que eran tan amables”.

Una invasión de amor y misericordia

“Y entonces simplemente sentí ese amor viniendo de fuera, hacia mí, de Dios, de Jesús, de su amor y su misericordia. Pensé: «Es Dios, es esto lo que está llenando el vacío». Y supe: Estoy en casa”.

Nora Jensen

Ella y Dane finalmente se casaron. Y aunque Nora todavía no se había convertido al catolicismo, aceptó criar a sus futuros hijos en la fe católica. Cuatro años más tarde, ya embarazada de su primer hijo, ingresó en el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA) a fin de prepararse para su ingreso formal en la Iglesia.

“Aprender sobre la rica historia y tradiciones de 2.000 años de la Iglesia Católica, su significado y propósito de traernos de vuelta a Dios, me hizo desear formar parte de la familia de Jesús, de su Iglesia”, afirma.

Y agrega: “Los sacramentos, especialmente la Reconciliación y la Eucaristía, son las formas tangibles por las cuales Dios puede tocarnos y sanarnos, tal como Jesús hizo cuando caminó por la Tierra, aunque use a sus sacerdotes para permanecer in persona Christi”.

El bautismo que lo cambió todo

Nora y su hijo fueron finalmente bautizados en la Vigilia Pascual de 2015, una fecha que quedará grabada para siempre en su memoria.

“Desde que entré en la Iglesia Católica, mi deseo de aprender sobre mi fe ha sido insaciable. Afortunadamente, no faltan recursos para aprender sobre el catolicismo, por lo que siempre estoy leyendo y aprendiendo. Amo mi fe, amo la Iglesia Católica y amo a Jesús. Soy una mejor madre, esposa, amiga, hija y persona, gracias a ella”.

Nora Jensen

Si bien su familia no recibió con entusiasmo su conversión, en especial una persona que le suplicó que no se hiciera católica, Nora asegura que mantiene una excelente relación con ellos y que valora mucho las interesantes discusiones que mantienen sobre la fe.

“Rezo diariamente por mi familia, pues muchos de ellos todavía están atrapados en la Nueva Era. Rezo para que mi testimonio y la gracia de Dios puedan ayudar a suavizar sus corazones, y espero que algún día ellos también permitan que Jesús abra la puerta para llevarlos a casa”, concluye Nora Jensen.

Fuente: Dejó la brujería y se convirtió al catolicismo tras asistir a una Misa: «Supe que estaba en casa»

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