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Dios realiza su designio: la Divina Providencia

El testimonio de la Escritura es unánime:
la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos: "Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza" (Sal 115, 3); y de Cristo se dice: "Si Él abre, nadie puede cerrar; si Él cierra, nadie puede abrir" (Ap 3, 7); "hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (Pr 19, 21).

Una Fe sin aspavientos

“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí”.

Isaías 29, 13.

El secreto para ser un buen católico

No basta con promover el buen catolicismo: hay que ser un buen católico. La idea de ‘corregirse’ implica algo muy vago y general: corregir tus defectos, tus tropiezos, tus errores y equivocaciones... Una visión muy secular. Se puede ser un buen ciudadano o un buen empresario, pero la pregunta de fondo es: ¿eso agrada a Dios? ¿’La mejor religión es ser buena persona’?

Del devenir de la vida religiosa I

Ante esta situación de crisis, hay varias maneras de afrontar el problema: por un lado los que niegan la realidad o acusan a factores externos, lavándose de toda culpa; los que, reconociendo la crisis, buscan respuestas en inventos y experiencias completamente nefastos, y no son capaces de aceptar que la causa viene de dentro; los que, viendo la realidad se aferran a Cristo e intentan renovar la vida religiosa desde dentro, con las armas de la fidelidad a la vocación y a la Regla y Constituciones de cada Orden.

«Morir antes que cansarnos», la oración del sacerdote perseverante

Oración de San Manuel González, obispo de los sagrarios abandonados, para recitar con fe frente a la imagen de nuestra Madre en los momentos de prueba. Especialmente recomendada para sacerdotes que sufren la tentación de la tristeza por el poco fruto, por la incomprensión o por la ingratitud.