Razón Sexualidad

¿Qué dice la Biblia sobre la pornografía?

Lo que dice la Biblia sobre la Pornografia

¿Se opone la Dignidad Cristiana a la Sexualidad Humana? ¿Qué relación hay entre ellas? ¿Y qué las diferencia con la pornografía? Criterios para el discernimiento.

Claridad en los criterios

Cuando citamos la Biblia para referir lo que en algunos apartes dice con respecto a la pornografía –y a lo que más amplia o específicamente hoy entendemos por ella–, no podemos simplemente “soltar” unas citas bíblicas y “dejarlas ahí”. Es un tema serio y complejo, que exige criterios claros, y al que por lo tanto no podemos abocarnos superficialmente.

Aunque cada versículo y pasaje son muy valiosos, no podemos simplemente aventurarnos en ellos desde una perspectiva de “Sola Scriptura“, dejándolos abiertos a los riesgos de la libre interpretación. Y en el actual contexto de confusión y de “deconstrucción” reinante, esto no equivale solo a dejar a cada quien a merced de su propia ignorancia en la materia, o de su leal saber y entender, sino de la influencia perniciosa y de la desinformación.

De manera didáctica, recogemos aquí algunos textos sueltos, incluido el de la foto del encabezado, publicados en diferentes medios y citados comúnmente por personas bien intencionadas, muchas de ellas no Católicas. Y lo hacemos en un contexto y con una intencionalidad educativa, con un propósito formativo.

Autoridad Magisterial y Criterio Moral

¿Y por qué hacemos esta aclaración? Porque siempre que se trate de una enseñanza, particularmente moral, es no sólo necesario, sino indispensable, hacer referencia al Magisterio, es decir, a la Autoridad de la Iglesia. Como Madre y Maestra, en cumplimiento de su misión Docente, estemos seguros de que ésta ha estudiado el tema y se ha pronunciado formalmente sobre el asunto, para emitir un juicio moral: esto es, sobre su bondad o su maldad intrínseca.

Y lo hace precisamente para discernir sobre la bondad o maldad de una conducta, sobre sus atenuantes o agravantes. Pero también, sobre sus formas y efectos en el comportamiento, sobre su carácter como virtud o vicio, y cómo afecta al entramado de las relaciones de la persona humana: con Dios, consigo mismo, con su familia, con sus semejantes y con la sociedad.

De esta manera, no sólo puede dictaminar las consecuencias de un particular modo de pensar y de actuar en la construcción de un Orden Humano y Social auténtico y justo, sino desentrañar sus fundamentos: el origen y la calidad de las ideas en los que se basan, su valor y entidad antropológica (es decir, si corresponden o no a la realidad de la Persona), y su valor ético (esto es, su cualidad o perversidad moral).

Estar “bajo escucha”…

Por ejemplo, aunque los fariseos parecían cumplir y obedecer la Ley cuando intentaban lapidar a la mujer adúltera, Jesús –sin desconocer la objetividad de su pecado– antepone también la de sus acusadores:

«Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra».

Juan 8, 7

La palabra ‘obedecer’ se forma del Latín ‘Ob-audire’, que literalmente significa “Estar bajo escucha”. Y vaya que los fariseos creían estarlo; es decir, para ellos las cosas se resolvían apelando a la literalidad de las escrituras. Pero Jesús enseña –y a lo largo de toda la Sagrada Escritura se reitera– que hay un criterio rector que se antepone al simple cumplimiento de la Ley a rajatabla. No en vano, les dice –y afirma– a continuación:

«Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida».

Juan 8, 12

Pues bien, esa “luz de la vida” no se recibe de manera subjetiva, sino a través de su Cuerpo Sacramental y de Su Cuerpo Místico, La Iglesia. ¿Cómo? A través de la Tradición y del Magisterio subsecuente. Eso es estar, y sobre todo, vivir “bajo escucha”.

Tradición y Fidelidad

La tradición (del latín traditio y éste a su vez de tradere, “entregar”), en Derecho, es el acto por el que se hace entrega de una cosa, a una persona física o persona jurídica (1).

San Pablo lo expresa así:

«Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido…».

1 Corintios 11, 23

La fidelidad a la Tradición y el transmitirla (entregarla) así, dan pie y origen al Magisterio, es decir, a la auténtica enseñanza confiada por Jesús a la única y verdadera Iglesia, que de esta forma conserva y transmite el “Depositum Fidei“, el Depósito de la Fe. Pero esto no es nada más “recibir y transmitir” literalmente, sino discernir, para luego enseñar y explicar.

Jerarquía de carismas y autoridad magisterial

Por eso, el mismo San Pablo también deja clara una jerarquía de carismas:

«Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros…».

1 Corintios 12, 28

Y remata el pasaje con esta afirmación:

«¡Aspirad a los carismas superiores!».

1 Corintios 12, 31

De allí el conocido refrán: «Doctores tiene la Santa Madre Iglesia». Por ello, aquí no citamos únicamente lo que “dice la Biblia” acerca de la pornografía, sino lo que a lo largo de veinte siglos, de dos mil años, ha discernido y transmitido, es decir, ha enseñado con su autoridad magisterial.

Fuente y documentos de referencia

De modo que, antes de leer las citas bíblicas referenciadas, sugerimos estudiar concienzudamente al menos cuatro fuentes: el Catecismo y otros tres documentos. Del primero sólo diremos unas breves palabras, para contextualizar, enfocar y precisar el tema que es objeto de nuestra reflexión y examen personal: la pornografía. Citamos los cuatro, con sus respectivos vínculos.

¿Qué dice el Catecismo?

El Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro y explícito cuando se refiere al sexto mandamiento, y aborda la temática de una manera abarcante e integral. Es decir, con altura, profundidad y seriedad, y no de manera superficial, sino considerando la totalidad de la Persona y su valor ontológico, teológico y moral.

En tal sentido, es significativo que aborde el tema, precisamente, bajo las palabras del ‘segundo mandamiento’ que resume ‘La Ley y los profetas’: «AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO» (Mateo 22, 36-40; Gálatas 5, 14). En el apartado referido a Las ofensas a la castidad, el numeral 2354, dice:

La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.

Los otros textos de referencia

Los otros tres textos de referencia, de gran valor sobre el tema, son:

  1. SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO. Orientaciones educativas en familia.
  2. PORNOGRAFÍA Y VIOLENCIA EN LAS COMUNICACIONES SOCIALES: UNA RESPUESTA PASTORAL.
  3. DECLARACIÓN ACERCA DE CIERTAS CUESTIONES DE ÉTICA SEXUAL.

SEXUALIDAD Y DIGNIDAD CRISTIANA

LO QUE DICE LA BIBLIA SOBRE LA PORNOGRAFÍA

Proverbios 6:25

“No permitas que su belleza encienda tu pasión; ¡no te dejes atrapar por sus miradas!” [Refiriéndose a las prostitutas].

Mateo 5:28

“…yo les digo que cualquiera que mira con deseo a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón”.

Marcos 7:21

“Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos…”.

Romanos 13:13

“Actuemos con decencia, como en pleno día. No andemos en borracheras y banquetes ruidosos, ni en inmoralidades y vicios, ni en discordias y envidias”.

1 Corintios 6:18

“Huyan, pues, de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que una persona comete, no afecta a su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo”.

Gálatas 5:19

“Es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas…”.

Efesios 5:3

“Ustedes, que pertenecen al pueblo de Dios, no deben ni siquiera hablar de la inmoralidad sexual ni de ninguna otra clase de impureza o avaricia”.

Colosenses 3:5

“Hagan, pues, morir todo lo que de terrenal hay en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos…”.

1 Tesalonicenses 4:3

“Lo que Dios quiere es que ustedes vivan consagrados a Él, que nadie cometa inmoralidades sexuales…”.

Judas 4

“Porque por medio de engaños se han infiltrado ciertas personas a quienes las Escrituras ya habían señalado desde hace mucho tiempo para la condenación. Son hombres malvados, que toman la bondad de nuestro Dios como pretexto para una vida desenfrenada, y niegan a nuestro único Dueño y Señor, Jesucristo”.


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