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El mito de la misoginia
Según el autor Stephen Buckle, la teoría feminista ha malinterpretado sistemáticamente el estatus social desigual histórico de las mujeres. Buckle argumenta que el estatus social, incluyendo el de las mujeres, se explica mejor por la capacidad de resolver los problemas urgentes que una sociedad necesita para preservarse y prosperar. En pocas palabras, aquellos que contribuyen a la solución de los problemas sociales disfrutan de alto estatus, mientras que los dependientes de los solucionadores de problemas sufren un estatus más bajo.
Esta explicación evita por completo las explicaciones feministas comunes en términos de sexismo, misoginia, etc. Buckle afirma que los mundos sociales nunca son ideales, pero nos hemos quedado atrapados en la falta de imaginación al considerarlos malignos.
Sin embargo, según Buckle la actitud misógina, donde existe, es un efecto y no una causa de la posición social inferior de las mujeres. La analogía con el estatus de los niños muestra que la jerarquía no es un eufemismo de hostilidad. De hecho, ni siquiera los talibanes pueden decirse hostiles a las mujeres en general, solo a aquellas que abandonan su papel divinamente ordenado.
En las pequeñas comunidades vulnerables de la antigüedad, la seguridad física dependía de la fuerza y el coraje de los guerreros, que se convirtieron en el tipo humano más valorado. Era inevitable que en esas sociedades el estatus promedio de las mujeres fuera bajo. Sin embargo, a medida que las sociedades se vuelven más grandes y complejas, crece la dependencia de habilidades gerenciales e intelectuales en lugar del coraje físico. Esto beneficia el estatus de las mujeres.
Del mismo modo, en las modernas democracias occidentales los líderes políticos ya no son guerreros sino abogados y economistas. Conforme la sociedad necesita más cerebros que músculos, se reduce la brecha de estatus y poder entre hombres y mujeres.
En conclusión, la apelación feminista a la misoginia es un señuelo explicativo. El estatus social no se explica por actitudes, sino que estas son producto de dichas estructuras. La ambición de explicar la misoginia mediante un «patriarcado opresor» parece caer en una forma de superstición. Es hora de relegar estos conceptos al basurero de la historia.
Fuente: The Myth of Misogyny – Quadrant
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