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El destacado biólogo y divulgador científico Richard Dawkins, conocido por sus posiciones ateas, ha visto cómo su cuenta de Facebook fue suspendida durante 11 días, aparentemente por defender la realidad biológica de que la determinación del sexo viene dada por los cromosomas sexuales.
Dawkins, de 83 años, ganador del premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2000, es uno de los mayores defensores del ateísmo y del pensamiento racional en el mundo. Autor de libros tan influyentes como «El gen egoísta» o «El espejismo de Dios», Dawkins ha cosechado tanto seguidores como detractores por sus controvertidas opiniones.
Sin embargo, en esta ocasión la polémica se ha desatado por un comentario en el que Dawkins defendía un hecho biológico básico, que el sexo viene determinado genéticamente por la presencia de cromosomas sexuales XY (hombres) o XX (mujeres).
Luego de la eliminación de su post y de la suspensión de su cuenta, ha publicado:
El comentario de Dawkins se produjo a raíz de la participación en los recientes Juegos Olímpicos de París 2024 de la boxeadora argelina Imane Khalif, a la que Dawkins se refería como «genéticamente masculina». Esto provocó que Facebook suspendiese su cuenta sin previo aviso el pasado 2 de agosto.
Tras la indignación en las redes sociales, la empresa matriz Facebook, Meta, salió al paso días más tarde alegando que la cuenta de Dawkins había sido «comprometida», por lo que tuvieron que «asegurarla» suspendiéndola temporalmente. Sin embargo, no explicaron por qué no pudieron comunicar esto antes al biólogo, que tiene abiertos sus mensajes directos en Twitter.
Lo cierto es que Dawkins sí que relacionó directamente su suspensión con sus comentarios sobre la determinación cromosómica del sexo, como dejó claro en un tuit ya borrado en el que se preguntaba si era moralmente justificable «ocultar ciertos hechos científicos».
Sea como fuere, lo sucedido no ha hecho sino avivar el debate sobre la libertad de expresión y los límites de lo políticamente correcto en las redes sociales. Dawkins ya había mostrado en el pasado su rechazo a propuestas para eliminar del lenguaje científico términos como «macho» o «hembra» por considerarlos excluyentes. «No se me va a decir, como una versión juvenil de la Sra. Grundy, qué palabras de mi lengua materna puedo o no puedo usar», declaró.
Quizá este nuevo episodio sirva para que Dawkins, pese a sus posiciones ateas, reconozca el valor de la cultura y la ética judeocristianas que sustentaron la civilización occidental. No en vano, Dawkins ya se ha declarado en el pasado «culturalmente cristiano» y ha afirmado que, de tener que elegir, preferiría el cristianismo al islam.
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