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El «fantasma del patriarcado» es el tema de un editorial publicado por el sociólogo Luca Ricolfi en el periódico Il Messaggero. Ricolfi se pregunta cómo podemos hablar de una sociedad patriarcal cuando la figura del padre ha desaparecido no sólo en la familia sino en la sociedad.
La respuesta que plantea es que la violencia contra las mujeres sería –paradójicamente– el resultado de la derrota del patriarcado. Los grandes logros de libertad y autonomía de las mujeres en las últimas décadas, combinados con un creciente individualismo, consumismo y la hipertrofia de derechos, habrían hecho a algunos varones más agresivos, inseguros y posesivos, incapaces de soportar el rechazo.
Esto explicaría la «paradoja nórdica«, es decir, que la violencia contra las mujeres sea mayor en países más igualitarios como los escandinavos. Un país como Italia, con una mayor brecha de género, se encuentra entre los más seguros de Europa.
Frente al feminicidio, tampoco se habla del extendido infanticidio cometido a diario por padres y madres.
Ricolfi escribió su artículo con motivo del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. En Roma tuvo lugar el día anterior una manifestación nacional contra la violencia de género en la que se corearon eslóganes feministas, entre ellos «desarmemos al patriarcado», y se quemó una efigie del ministro de educación, Giusseppe Valditara, por haber afirmado en un videomensaje que en Italia ya no existe el patriarcado y que «el incremento de la violencia sexual está asociado además con formas de marginalidad y desviaciones que tienen su origen en la inmigración ilegal».
Invitado a comentar, Ricolfi reiteró que el patriarcado sólo existe ahora en familias inmigrantes, como una caricatura violenta del modelo cristiano y occidental. Se agradece a Valditara y Ricolfi por romper el silencio de la corrección política.
Hasta ahí, una síntesis del escrito de Roberto de Mattei en el que comenta y reflexiona brevemente el Editorial del sociólogo Luca Ricolfi publicado en el periódico Il Messaggero, con el título de el «fantasma del patriarcado». No obstante, surgen algunas inquietudes no consideradas aquí.
En primer lugar, si dicha violencia –según Ricolfi– es consecuencia de «la derrota del patriarcado» que, ante “los grandes logros” de la mujer “habrían hecho a algunos varones más agresivos, inseguros y posesivos, incapaces de soportar el rechazo”, ¿no se está incurriendo en más de los mismo, en el mismo discurso que culpa a los varones, esta vez indicando una inmadurez reactiva ante la mujer? Eso es reculpabilizar a los varones, minimizándolos como tales. Y, en tal sentido, su hipótesis se alinea con las mismas narrativas feministas.
En segundo lugar, lo anterior se ve confirmado por el hecho de que el editorial de Ricolfi se haya inspirado en «el Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer», antecedido con la manifestación en Roma en la que se propalaron consignas como «desarmemos al patriarcado».
En tercer lugar, hay que considerar otras alternativas sociológicas, menos producto de la especulación ideológica, y con más asidero empírico en los hechos y en la realidad. Veamos.
Quizás, simplemente, y como se ha visto en bastantes publicaciones de diversa índole, incluso en videos, la aparentemente creciente «violencia contra la mujer» –incremento y magnitud que habría necesidad de verificar empíricamente–, obedece al hecho de que hoy muchas mujeres –quizás para probar y afirmar su presunta “igualdad” ante los hombres– los desafían públicamente llegando a agredirlos físicamente. Es presumible que, si esto ocurre en las calles, en público, también ocurra en igual o mayor escala dentro de las viviendas, en privado.
Pero no sólo eso. El encerramiento obligado y prolongado que se decretó mundialmente como «cuarentena» por la pandemia del Covid 19, dejó bastantes casos documentados sobre los efectos que produjo en las personas, en su estructura de relaciones y en sus propios dinamismos psicológicos, el hecho de verse obligadas a compartir espacios dentro de los reducidos ámbitos privados de hoy, y sometidas a un estrés que exacerbó el miedo, la ansiedad y los ánimos hasta el límite.
¿No sería más sensato, prudente y razonable ampliar el horizonte e indagar por estas vías, delimitar y definir bien el objeto de investigación, en lugar de seguir machacando un discurso ideológico que se ampara en supuestos y en especulaciones para seguir ofreciendo el falso relato de una inacabable «guerra de los sexos» en la que la mujer es una heroína y el hombre un villano, ambos per se?
Fuente: El fantasma del patriarcado – Roberto de Mattei
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