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Resumen
Ningún católico real, honesto y coherente, puede estar –ni siquiera hipotéticamente– en contra del Papa. Menos aún, cuando se pronuncia en defensa de la Verdad.
Por ello, cabe preguntarse y discernir ante los hechos, cada vez más notorios y evidentes, si –como lo advirtió Jesús– en la lglesia se está haciendo Su VoIuntad, que es la misma del Padre, o si se está ante la inclinación humana, como le pasó a Pedro, y que le valió una fuerte amonestación.
Este artículo fue originalmente publicado el 14 de noviembre de 2019, a partir del desenvolvimiento de diversos acontecimientos eclesiales y, en particular, de los actos que tuvieron lugar y que se sucedieron con motivo del llamado “Sínodo de la Amazonia”, que incluyeron rituales paganos e idolátricos en las estancias de la Santa Sede: en los jardines del Vaticano y en la misma Basílica de San Pedro, y que suscitaron diversas reacciones de distintas personalidades de la Iglesia en el mundo, señalando y cuestionando su realización e inconveniencia.
Hoy lo traemos, para que nuestros lectores puedan seguir la evolución de los hechos y tengan una más clara comprensión del desenvolvimiento de los mismos y de la actual situación de la Iglesia.
¿Católicos “contra” el Papa?
Por muy extraño que suene, ahora parece que los “enemigos del Papa” son los propios católicos –un imposible físico y metafísico–. Y ya no solo los laicos, sino los mismos consagrados.
Con esta expresión eran calificados hasta ahora los seglares que, comprometidos con su fe y con la Iglesia, manifiestan sus inquietudes ante ciertas afirmaciones y novedades no sólo extrañas sino incluso abiertamente contrarias a la Sagrada Tradición y al Magisterio bimilenarios de la Iglesia –en especial y particularmente cuando éstas provienen de la propia Sede Apostólica y de la mismísima boca de quien detenta la Cátedra de Pedro–.
Pero hoy, la expresión y el manto de duda se han extendido sobre los clérigos y jerarcas que con sana conciencia, honestidad y en el pleno ejercicio de su deber como bautizados, y especialmente como Consagrados, han expresado su preocupación ante el avance y el alcance de ciertos hechos preocupantes y muy graves ocurridos en el propio seno de la Iglesia, ante los altares de los templos y en la misma Basílica de San Pedro, no sólo con el permiso sino hasta con la presencia, anuencia y complacencia de los obispos y jerarcas católicos, incluido Francisco.
Pero vayamos a los hechos, y citemos algunos de los casos que han suscitado inquietud y propiciado pronunciamientos, para que veamos cómo se intenta acallar la defensa de la Verdad y la de la sana doctrina, así como la denuncia de la idolatría.
Cardenales fieles a la enseñanza, ahora en el ojo del huracán
“Soy llamado ‘Enemigo del Papa’, lo cual no soy”: Cardenal Burke.
Rituales paganos y actos de idolatría: “Pachamama” y curas casados
Ante los hechos, la verdad: “Uno prefiere la honestidad, ¿no es cierto?”
Todo esto ha ocurrido con motivo de los “Sínodos”. Pero con el de la Amazonia se ha ido mucho más allá, y han tenido lugar una cantidad de actos que, so pretexto de “cultura”, han desatado una oleada de idolatría y paganismo en el mundo entero: en particular, los actos de profanación que, en nombre de una extraña comprensión del “arte”, se han hecho con el explícito propósito –lo afirman sus propios organizadores y autores– de “transgredir” y “comprobar” la reacción de los tradicionalistas que “no superan sus atavismos morales”. Todos en los templos o en el contexto de la Iglesia, y con el propósito de ridiculizar la fe y de desafiar a los creyentes.
¿Silencio ante la idolatría?
Otro significativo pronunciamiento y de bastante resonancia mundial, ha sido el de el ex Nuncio Apostólico, Mons. Carlo María Viganò:
Como se ve, ahora son los mismos consagrados quienes, ante la imposibilidad moral de callar, se encuentran en el ojo del huracán y son injustamente auscultados y acusados de estar “en contra del Papa” –como lo han sido los seglares que con antelación han expresado honestamente sus inquietudes–.
¿Estamos ante un Cisma? ¿Ante una ruptura de la unidad? ¿Con qué o con quién? En esto hay que ser precisos: un cisma, antes de ser formal, comienza con la herejía (error) y se consuma con la apostasía (rechazo de la Verdad y de la verdadera Fe). Después, es inevitable la ruptura. Pero, como bien se puede apreciar, este no es el caso. Ningún católico real, honesto y coherente, puede estar –ni siquiera hipotéticamente– en contra del Papa. Menos aún, cuando se pronuncia en defensa de la Verdad.
Por ello, cabe preguntarse y discernir, ante una serie de hechos cada vez más notorios y evidentes, si –como lo advirtió Jesús– en la lglesia se está haciendo Su VoIuntad, que es la misma del Padre, o si se está ante la inclinación humana, como le pasó a Pedro, y que le valió una fuerte amonestación:
En tal caso, estaríamos ante un “guía ciego”, y sobre este hecho pesa una seria advertencia:
De modo, pues, que estamos advertidos y, por lo tanto, obligados a discernir tanto sobre la procedencia de la planta como sobre la calidad de sus frutos:
El Papado es una Institución de Derecho Divino y, como tal, debe respetarse, desde adentro y desde afuera. Sobre el designado pesan unas condiciones, unos límites y una gran responsabilidad. Así mismo –y por ello–, de su elección son directa, moral y canónicamente responsables los cardenales participantes en el cónclave. Y al primero que le corresponde hacerlo es a quien ostenta dicha Dignidad, que no consiste en un privilegio de poder sino de Servicio a los fieles y a la humanidad, para llevarlos a y confirmarlos en la Fe y en La Verdad.
El respeto al Papado es una fehaciente demostración de acatamiento, adherencia y respeto, ante todo, a la Voluntad Divina, es decir, a Dios. Respeto que se manifiesta a través del servicio y respeto a la Iglesia, Esposa de Cristo. Y con ésta, a la humanidad, a la que se invita a conocer, a acatar y a servir a La Verdad, es decir, a Dios mismo en la Sagrada Persona de Jesucristo.
La Dignidad del Papa se basa en que debe ser el primero en respetar la Institución del Papado
¿Qué han dicho al respecto los mismos Papas? Atendamos a estas providenciales y clarísimas palabras de S.S. Benedicto XVI, pronunciadas durante la HOMILÍA EN LA MISA DE TOMA DE POSESIÓN DE SU CÁTEDRA, en la Basílica de San Juan de Letrán, el Sábado 7 de mayo de 2005.
Sensatez y sentido común
Para aterrizar aún más la reflexión de Benedicto XVI, citamos una de las más significativas expresiones del Ex Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Gerhard Ludwig Müller, dichas a propósito de los acontecimientos y de una mal entendida “obediencia” impuesta a los fieles y al clero:
Por si acaso quedara alguna duda con respecto a la única posible y auténtica “conversión del papado” –otro extraño concepto traído y promovido por Francisco, de manera especial a través de la prensa secular–, aquí está el verdadero estándar de la misma, dado por Nuestro Señor Jesucristo:
El poder de atar y desatar está sujeto a la Voluntad Divina, que manda «Confirmar a los hermanos en la Fe», jamás en el error, para que puedan «Santificarse en la Verdad» (Juan 17, 17).
Todo ello les compete, en primer lugar, a los consagrados, y nos concierne, en general, a todos los bautizados, quienes no solo tenemos el derecho de saber sino también el deber de pedir que se nos explique (Canon 212 § 3), por ejemplo, por qué un ateo como Eugenio Scalfari puede hablar a nombre del Papa negando verdades fundamentales de fe sin que se le desmienta ni corrija formalmente, o en los templos y altares se pueden exponer imágenes de ídolos paganos y se debe ofrecer excusas por expulsarlos del recinto sagrado.
Porque, como bien nos recuerda Chesterton: cuando un católico entra a la lglesia, lo que deja junto a la puerta es el sombrero, no la cabeza. Y como bien se puede apreciar en los textos citados y en la enseñanza de la Iglesia, Pedro –cualquiera sea el que ocupe su lugar– también es amonestado y está advertido.
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