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Ritual esotérico decidió aval para campaña de Hollman Morris a la Alcaldía de Bogotá

Escrito por Redacción R+F

“En primer lugar, ¿cómo va su espíritu?, como anda su espiritualidad” le preguntaron las directivas del movimiento de izquierda indígena MAIS, antes de darle el aval a Hollman Morris para la Alcaldía de Bogotá.

En una especie de sincretismo político esotérico, las autoridades del movimiento político MAIS se llevaron a Hollman Morris a la laguna del páramo de Sumapaz, para adelantar durante 15 días una especie de “retiros espirituales” dirigidos por tehualas, autoridades espirituales indígenas paeces, con el fin de decidir si se le entregaba o no el aval a su candidatura a la Alcaldía de Bogotá.

Morris narró a Blu Radio que los indígenas le enseñaron a leer las energías del cuerpo a leer los presentimientos, ya que según su “maestro” embera las energías del cuerpo siempre avisan qué es lo que viene si es bueno o es malo.

El candidato explicó que durante los “encuentros espirituales” las autoridades el movimiento político MAIS buscaron comunicarse en silencio con la naturaleza, con el agua, con el viento, con las energías con las estrellas, con el fin de establecer “si se despejan los caminos” y si se están “tejiendo nuevas energías”.

Al final de esos 15 días los tehualas le informaron a Morris que sí se despejaron los caminos y se tejiendo nuevas energías de cara a su campaña política, lo cual dio lugar a la confirmación del aval político para su campaña.

Al dar a conocer la decisión del movimiento político, el MAIS invocó “el consejo y protección de la Madre Tierra en el Páramo de Sumapaz:

Morris concluyó que: “como occidentales, como blancos somos terriblemente arrogantes…cuando les digo a mis amigos periodistas que estamos buscando lagunas para encontrarnos con la naturaleza, para armonizar las energías, se ríen…”, ante lo cual la periodista Vanessa de la Torre recordó que Juan Manuel Santos había hecho lo mismo con los indígenas arahuacos, una especie de consagración pagana de su presidencia en 2010.

Lo narrado por Hollman Morris configura un ritual pagano (en el que se convierte a la naturaleza en un “dios”), esotérico (que pretende conocer el futuro y otros tipo de realidades a través de ritos iniciáticos) y supersticioso.

El Catecismo de la Iglesia Católica define la superstición como una “desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone” (n. 2111). No sólo contribuye a alejar el culto de su verdadero objeto –es decir, Dios– y de su auténtica finalidad religiosa, sino que confiere irracionalmente un valor sobrenatural a lo que no lo tiene (el gato negro, el número 13 ó 17 para la mala suerte) o quizás una eficacia aplicada a medios absolutamente inadecuados de por sí y desproporcionados con respecto a los efectos a conseguir (el amuleto para la suerte, fórmulas específicas, etc.).

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Santo Tomás de Aquino hace a este respecto una oportuna precisión: “todo aquello que puede ser explicado por una causa cierta, natural, humana o divina, no es supersticioso; sólo aquello que no puede ser explicado por una causa cierta se dice que es vano y supersticioso” (De sortibus, 5).
Los daños espirituales derivados de las prácticas mágicas constituyen el objeto habitual del exorcismo o de la oración de liberación, en tanto que a quien recurre a ellas lo sustraen de la voluntad divina y lo entregan directamente a la influencia diabólica.

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