“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”.
Mt 17, 1-9
Nos preguntamos con frecuencia; ¿Cómo hacer la Voluntad de Dios?, ¿cómo vivir en nuestra vida lo que es agradable al Señor?
A veces quisiéramos encontrar respuestas mágicas, tener formulas o recetas, pero nos encontramos con que el cristianismo no es instantáneo e implica búsqueda, ponerse en camino, subir a la montaña alta con sus exigencias, ascender de una vida llana, aparente y vacía a una vida con contenido de gracia y en ese camino esforzado abrazar la mística y la simpleza de nuestra vida católica.
Lo fundamental es tomar el camino que nos ha trazado la misma revelación (Hb 1, 2), el Evangelio hoy, nos recuerda lo básico para nuestro seguimiento mediante una teofanía o manifestación: Dios Padre rompe su silencio dándonos su Palabra definitiva que nos revela su Voluntad, dándonos a Jesús en una escena luminosa y gloriosa en la montaña alta, y cuando San Pedro todavía estaba hablando;
Una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”.
Escuchar a Jesús y obedecer su Palabra es entrar en la comunión con el Padre, es superar la tentación destructora que sumergió en la desobediencia a nuestros padres en el paraíso. Aquella desobediencia fue incapacidad de escuchar la Voz amorosa del Padre y Creador, pecado grave que hoy sigue cobrando vidas humanas por la indiferencia y el olvido de la oración y la gracia en que hemos caído.
Sin embargo; por Misericordia Divina, en Jesús hemos entrado nuevamente en contacto y en diálogo con Dios, él ha reparado los canales de comunicación y gracia, debemos escucharlo, interiorizar y encarnar su enseñanza; su Palabra. Hemos de seguir esforzándonos por vivir nuestro encuentro diario con la Palabra, tener una consistente oración personal cotidiana que tiene el poder de sanar, liberar y orientar nuestra vida.
Te recomiendo el método sencillo y eficaz que ofrece el manual de los misioneros Misericordia Día a Día, publicación bimestral de la Asociación Privada de fieles Casa de la Misericordia, cuyo carisma en la Iglesia es enseñar a orar con la Palabra para vivir el encuentro con la Misericordia.