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¿Qué puede aprender un obispo de un empresario y viceversa?

El obispo Bertram Wick, supervisando cultivos de Aloe Vera con la comunidad en Ecuador. 

Pastores de Latinoamérica y el Caribe y empresarios católicos se encontraron en Villa de Leyva (Colombia) para intercambiar momentos de oración, conocimientos y experiencias sobre la puesta en práctica del Reino de Dios desde sus roles en la sociedad. El fundador de una de las organizaciones presentes fue el empresario Enrique Shaw, en proceso de beatificación.

En Argentina los trabajadores tienen derecho a las llamadas “asignaciones familiares”, por las cuales reciben una retribución extra o les disminuyen en impuestos cuando conforman su propia familia y por cada hijo que tengan. Lo que pocos saben o se ha olvidado reconocer es que los empresarios católicos de ese país tuvieron mucho que ver con ese logro de impacto social.

“Hace cerca de 60 años nació en Argentina la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que fue de los impulsores de las asignaciones familiares. Nuestra voz ha sido visible en los medios de comunicación y en diferentes foros, y este año nos concentramos en solucionar la grieta social que dejaron los últimos tres gobiernos -de los Kirchner-: una división política y social tan fuerte que hay padres que no se hablan con sus hijos. Los problemas sociales nos desarman y las empresas no andan bien”, explicó Luis Alejandro Bameule, Presidente de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresas en Latinoamérica (Uniapac – LA).

Esta organización junto con el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) realizaron del 26 al 28 de abril la edición 14 de su simposio de cada dos años, bajo el título “Obispos y empresarios en salida por el Reino de Dios”. Villa de Leyva (Boyacá) fue la sede y la Asociación de Empresarios Católicos de Colombia (AEC), integrante de Uniapac – LA desde 2016, la anfitriona.

Liderazgo religioso + empresarial = bien común

“La labor de la empresa es, primero, producir bienes útiles para la sociedad, no que se vendan, sino útiles: no todo lo que es útil se vende, ni todo lo que se vende es útil”, expresó Eduardo Villar, Presidente de la Fundación Social (con empresas como el Banco Caja Social y Colmena) y de la AEC.

[mks_pullquote align=”left” width=”300″ size=”24″ bg_color=”#1e73be” txt_color=”#ffffff”]“El empresario ha de ser Cristo en la empresa”: siervo de Dios Enrique Shaw[/mks_pullquote]Advirtió sobre cómo en la sociedad se suele “satanizar” al empresario, reconociendo “esa actitud egoísta de búsqueda de lo propio por encima de todo”, pero llamó también la atención de que esa inclinación es común en todos los seres humanos. “Todos estamos llamados a la conversión”, agregó este empresario para quien es esencial el encuentro personal con Dios.

Para el cardenal Rubén Salazar, Arzobispo de Bogotá y Presidente del Celam, el empresario católico juega un papel central en la consolidación de una economía más humana, según ha enfatizado el Papa Francisco, produciendo otros valores como “el bienestar de los trabajadores, el aporte al desarrollo sostenible de la sociedad y la creación de mayores oportunidades de acceso a la educación, la vivienda, etc. El reto es mostrar cómo sí se puede tener una empresa exitosa, en el sentido de que no quiebre al día siguiente, pero que tenga estos valores como ejes de su actuación y no simplemente buscando la ganancia”, puntualizó.

El mundo empresarial, por su parte, también sale al encuentro de la jerarquía: “tratamos de influir en la Iglesia para que sus mensajes lleguen con más fuerza a las empresas, no solo a los dirigentes, sino a quienes tienen personas a cargo y en sus decisiones se enfrentan a cuestionamientos morales”, planteó el Presidente de Uniapac – LA.

De hecho, el empresario argentino Enrique Shaw (1921-1962), fundador de la ACDE en su país y hoy Siervo de Dios, se enfrentó a un dilema cuando le tocó hacer unos despidos en la empresa que dirigía, por problemas económicos, y tras acudir a todas las alternativas posibles e indemnizarlos justamente vinculó a los trabajadores despedidos en un proyecto productivo que les permitió convertirse en proveedores de la misma compañía (ver artículo completo en el portal Aleteia).

Proyectos productivos al servicio de los demás

“Ser empresario se trata de una vocación al servicio”, afirmó al principio de su intervención Fernando Rachetti, Presidente de la ACDE en Uruguay, quien definió la empresa como una comunidad de personas. “Las empresas debemos encontrar qué condiciones y habilidades particulares tienen los colaboradores, sin importar el cargo, para llegar a ser más productivas”, agregó, refiriéndose a cómo la Doctrina Social de la Iglesia se aplica en el mundo de los negocios cuando se pone a la persona humana en el centro, empezando por los propios trabajadores.

Expuso, además, cómo la misma empresa se convierte en un vehículo de servicio a través de los programas de Responsabilidad Social Empresarial, los cuales pueden conectar fácilmente con las inquietudes e intereses de los colaboradores millennials, quienes no buscan solo trabajar por trabajar y obtener ingresos, sino que necesitan imprimirle un sentido de vida a lo que hacen. “Manejamos un liceo -colegio- gratuito para 180 chicos y estos colaboradores se ofrecen para ayudar a pintar la infraestructura, realizar el aseo, entre otras tareas”, manifestó Rachetti.

Por su parte, el sacerdote suizo Bertram Wick, Obispo de la localidad ecuatoriana de Santo Domingo, compartió la experiencia exitosa de un proyecto productivo que inició hace 15 años cuando era párroco de Colonche, en la península de Santa Elena (Ecuador): “le propuse a la comunidad que cultivaran Aloe Vera para comercializar y así financiarles a los niños el acceso a la educación”, que no tenían facilidades para ir a estudiar y debían trabajar con sus papás.

Hoy buena parte de la financiación de los estudios de más de 130 niños y adolescentes del colegio San Alberto Magno proviene del cultivo y comercialización de la sábila, principalmente a Europa, donde desarrollaron una línea de cosméticos con esta materia prima. “Desarrollamos un modelo de comercio justo, sin distribuidores intermediarios y con la colaboración de la empresa privada”, apuntó el Obispo. Se emplean hasta 60 personas en los procesos de cosecha, mujeres se vinculan siendo misioneras (viviendo los principios evangélicos) y los adolescentes del colegio trabajan por temporadas en los cultivos, aprendiendo a ganarse el dinero.

Esta y otras experiencias se compartieron en los tres días del simposio que, sin duda, contribuyó a intercambiar experiencias sobre cómo es posible construir el Reino de Dios a través de la actividad empresarial, ruta que llevó a plenitud en el siglo XX el Siervo de Dios Enrique Shaw y cuyas palabras todavía resuenan: el empresario ha de ser Cristo en la empresa, “debemos crear trabajo… y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre pobres y necesitados”.

*Foto principal: tomada de http://www.tagblatt.ch

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