En medio de un basílica vacía se llevó a cabo la celebración de la Vigilia Pascual en San Pedro, en la únicamente se encendió el cirio del pontífice.
En medio de ese ambiente, especialmente triste y dramático, el mensaje de Francisco fue de “esperanza” y “ánimo”.
Este año percibimos más que nunca el sábado santo, el día del gran silencio. Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día. Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido…. Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura”.
Y en referencia a las mujeres que fueron las primeras en saber la noticia de la Resurrección, dijo
“no se quedaron paralizadas, no cedieron a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad…No renunciaron al amor: la misericordia iluminó la oscuridad del corazón”.
Y el mensaje de Jesucristo resucitado es de esperanza, y serían “palabras que Dios nos repite en la noche que estamos atravesando”, porque según Francisco “en esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera. No. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos”.
Finalmente, cerró con un mensaje de defensa de la vida:
Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas. Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario
Fuente: Francisco, en homilía de la Vigilia Pascual: «Que cesen los abortos, que matan la vida inocente»
La peor epidemia y pandemia que tenemos hoy es creernos con derecho sobre la vida, que es Dios su único dueño y Señor.
El aborto es una pandemia silenciosa y apoyada por los dirigentes políticos de turno, mueren más bebes en abortos provocados que gente por covid 19, pero esa forma de muerte es silenciada, apoyada por leyes anti valores, por mujeres- madres que no dejaron que el curso natural de su bendición de dar vida culmine como Dios lo ordeno en su naturaleza.
Desde que se tiene una relación sexual se debe estar consciente de la responsabilidad y la consecuencia de esa acción, que solo debe darse en un marco de amor y respeto mutuo.