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Según informa Franca Giansoldati en Il Messaggero, el Vaticano, en cabeza de Francisco, ha aprobado la realización de una «peregrinación a Roma específicamente para personas LGBT» durante el año jubilar de 2025, en línea con su política de ‘apertura’ hacia este colectivo.
La publicación refiere que la bella y famosa iglesia del Gesù, sede de la orden jesuita y que alberga reliquias de San Francisco Javier, “acogerá este evento LGBT fruto de la idea de un sacerdote jesuita de Bolonia, el padre Pino Piva, quien la presentó al Papa”.
Según el artículo, «se ha incluido un momento especial de espiritualidad en el calendario oficial del Año Santo el 6 de septiembre, y la histórica iglesia barroca del Gesù se ha convertido en la promotora de la acogida a peregrinos LGBT+, sus padres, trabajadores y todos aquellos que graviten en torno a estas asociaciones arcoiris«.
Pese a que el Dicasterio para la Evangelización, que supervisa el Jubileo, no ha respondido a las consultas sobre este evento, un funcionario dijo a Reuters que “la inclusión en el calendario oficial no implica apoyo a un evento específico”.
¿No? ¿Y entonces por qué se le da el carácter de “peregrinación” a algo que en realidad no lo es? Las solas expresiones recogidas, aunque suenan consideradas, empáticas y explícitamente hablan de “apertura”, en la práctica son un claro reconocimiento a dichas asociaciones y a su objeto, así como al lenguaje y términos con los que se identifican, y que ahora se ofrecen como algo habitual y de cuño en los comunicados oficiales de la Santa Sede.
Según Giansoldati, Francisco aprobó la propuesta, que también recibió el respaldo del cardenal Matteo Zuppi, presidente de la conferencia episcopal italiana. Incluso el padre Arturo Sosa, superior general de los jesuitas, apoyó el plan calificándolo de «buena cosa». Esto, de acuerdo con el reporte de Il Messaggero, que presenta así los hechos como una sosegada y admirable confluencia de voluntades de todas las personas involucradas y comprometidas en ello.
Sin embargo, la periodista refiere que hay «mucha resistencia interna» a esta peregrinación LGBT, sin ofrecer más detalles.
¿Qué se hará y cómo será?
Según Giansoldati, el arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio, ha trabajado con el Papa para implementar los arreglos necesarios de cara a “la peregrinación LGBT”.
Está claro que el evento se denominará oficialmente «Iglesia, hogar para todos, cristianos LGBT+ y otras fronteras existenciales«, y será dirigido principalmente por la organización italiana LGBT Tenda di Gionata (TDG). Se dice que celebrarán una vigilia de oración en el Gesù el viernes 5 de septiembre, antes de pasar a través de la Puerta Santa del Vaticano al día siguiente.
Hasta ahí, todo parece ir de conformidad con lo que se ha presentado como una ‘peregrinación’. Pero, ante todo, hay que tener muy presente que TDG es un grupo «destinado a dar a conocer el camino que los cristianos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) recorren cada día en sus comunidades y en las diversas Iglesias«. El grupo busca presentar relatos de «experiencias» LGBT para que «puedan ayudar a la sociedad y a las Iglesias a «abrirse a la comprensión y acogida de las personas homosexuales»«.
Así las cosas, y de acuerdo con los objetivos de la organización que dirigirá el evento, es claro que no se trata de una «peregrinación». Si no la dirige la misma Iglesia, de acuerdo con sus cánones, nadie allí se hará responsable de “confirmar a los hermanos en la fe”. Ese no es el propósito, según se desprende del mismo nombre del evento.
Decir «cristianos LGBT+» es un contrasentido. Al hacerlo, ya no se trata de acoger el Evangelio, sino de adaptarlo. Cabe preguntarse: ¿de qué se trata esto: de evangelizarlos o de “visibilizarlos”? ¿De que “se les comprenda” sin que nadie les reprenda? Porque ellos sí van claramente a participar en un acto de reivindicación de un estilo de vida. Y eso es un escándalo.
Como ejemplo, baste recordar que “al promover «eventos de oración LGBT» en los últimos años, TDG ha publicado una serie de imágenes que incluyen un icono de Cristo con la bandera arcoíris de fondo, un icono de Cristo con un halo arcoíris y un icono de Cristo como persona transgénero rodeada de individuos con ropa moderna”.
De ello podemos deducir con claridad y reiterar, en consecuencia, que no se trata precisamente de una «peregrinación», sino de una manifestación que se sirve de la Iglesia y de la figura del Señor, mezclándola y confundiéndola con la simbología propia de dicho estilo de vida para legitimarlo y normalizarlo. Eso es lo que ha advertido anteriormente la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, y que citamos adelante.
Dicha “acogida”, así entendida, no constituye ninguna forma real de caridad sino un falseamiento de la misma, pues se falta a la Verdad: sólo puede haber Caridad en la Verdad y sólo se puede dar Unidad en la Verdad. Aquello de “cristianos LGBT+” es una contradicción, reiteramos, y una oposición a la Verdad, pues o la persona se reafirma como cristiano, renunciando al pecado y aceptando la Redención, o lo hace de manera contumaz y pertinaz en su propio pecado, renunciando a ser redimido y, por lo tanto, apostatando de la Verdad y apartándose de la Fe.
En su momento, y bajo el liderazgo del cardenal Joseph Ratzinger en 1986, la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) emitió un documento que instruía a los obispos sobre la atención pastoral de las personas homosexuales.
Ver: Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales
Allí se advierte con claridad, entre otras cosas todas dignas de atención, hoy más que nunca, las siguientes:
La advertencia al respecto es, pues, bastante clara. Y hoy resulta dramáticamente profética: basta contrastar el Magisterio con la iniciativa que se está reseñando.
En el numeral 15 de la citada carta, además se advierte:
Tal enfoque pastoral auténtico «ayudaría a las personas homosexuales en todos los niveles de la vida espiritual: a través de los sacramentos, y en particular a través del uso frecuente y sincero del sacramento de la Reconciliación, de la oración, el testimonio, el consejo y la atención personal», señaló la CDF.
Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados» y «contrarios a la ley natural». Es decir, un pecado grave, mortal. Y, aunque pudiera haber atenuantes, en igual medida podría haber agravantes, pues las personas toman decisiones y actúan según su libertad y responsabilidad personal. Veamos.
El Catecismo deja muy claro que la actividad homosexual nunca puede ser aprobada, y repite que «las personas homosexuales están llamadas a la castidad», como todos los demás cristianos cualquiera sea su estado de vida.
Fuente: Pope Francis approves LGBT ‘pilgrimage’ for 2025 Jubilee: report
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