Fe

Los dogmas que NO afirma el Padre de Roux

Escrito por Redacción R+F

Colaboración especial de: Alfredo Díaz del Castillo Cabrera

En una reciente entrevista publicada en el diario El Tiempo, el jesuita Francisco De Roux respondió categóricamente con un “No” ante la pregunta formulada por Yamid Amat: “¿Jesús se creía Dios?”.

Un repaso por algunas respuestas de esa entrevista, dejan al desnudo el endeble fundamento de las afirmaciones de ciertos teólogos que, ante la contundencia de los dogmas católicos, oponen sus particulares opiniones o teorías.

[mks_pullquote align=”right” width=”300″ size=”14″ bg_color=”#6b97bf” txt_color=”#ffffff”]En aquel tiempo, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos (Mateo 11:25 ).[/mks_pullquote]Con suma sencillez explicaba el entonces cardenal Ratzinger: “El dogma no es otra cosa, por definición, que la interpretación de la Escritura…forjada en la fe de los siglos…Todo anuncio debe confrontarse con la palabra de Jesucristo. No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores”.

Los apóstoles fueron los primeros en advertir que la interpretación de la Biblia no es asunto de mera interpretación privada (2 Pedro 1:20) sino que la última palabra en cuanto a puntos difíciles de la Escritura corresponde a la interpretación “pública” de la Iglesia que recibió la promesa de ser guiada por el Espíritu Santo. Iglesia que, en palabras de San Pablo, es “columna y fundamento de la verdad”( 1 Timoteo 3:15)

Un católico sencillo reconoce que la herejía es ese momento especial cuando alguien cree entender mejor a Cristo que los apóstoles, los discípulos, los Padres Apostólicos, la Iglesia y el Magisterio porque tienen una Biblia que ellos escribieron, canonizaron y nos entregaron.

Un milagro de Jesús (leblogducure.fr)

Volviendo a la entrevista, de todas las preguntas que hizo Yamid Amat  talvez la más fácil de responder para cualquier cristiano debía ser la siguiente:  “¿Jesús hizo milagros?”

Sin embargo, el padre De Roux evitando un aburrido “por supuesto que sí”, con el que respondería cualquier católico de a pie, prefirió dejarnos en la intriga:

“Se trata de relatos simbólicos, como el episodio de Lázaro que tiene hondo significado”.

Respuesta digna del más escéptico ateo al leer la narración de cualquier milagro de Jesús. ¿Acaso los de “Caperucita Roja y el Lobo Feroz” y “Don Quijote de la Mancha” no son también relatos simbólicos con hondo significado?

En otro aparte, Yamid Amat le pregunta a De Roux “¿Cuál es su opinión sobre no creer en la virginidad de María?” a lo cual responde:

“María es grande porque es la mujer totalmente fiel a la voluntad de Dios…virgen por su entrega, por su transparencia, por su grandeza femenina”.  Algo que muchos hijos podrían decir al mismo tiempo de sus madres. ¿Bajo ese baremo no son nuestras madres también “vírgenes” al ser fieles, transparentes, entregadas y grandes humanamente hablando?

Luego, cuando el sencillo lector católico piensa que a fin de cuentas las ambigüedades de De Roux se quedan sólo en eso, en meras ambigüedades, el prestigioso economista jesuita saca el conejo de su chistera teológica: cuando pregunta el periodista “¿Jesús se creía Dios?”, el ex-provincial jesuita responde con un bastante dogmático: “No”.

Padre Francisco De Roux (tomado de Google)

Pero ¿con qué fundamenta tal rotundidad? De Roux cita en su respuesta la afirmación de Jesús “Yo y el Padre somos uno”, acercándose más a Arrio que a San Atanasio en su particular interpretación de Juan 10:30.  Es más, la interpretación que hace el padre de De Roux es la que se esperaría de cualquier Testigo de Jehová: al respecto explica “Lo que aparece es que Jesús histórico afirma sin ambages que él es uno con Dios, porque lo que anuncia con su vida y su palabra es que él está totalmente identificado con la voluntad de Dios, que le da la existencia”.

Con lo cual el llamado “Jesús histórico” de De Roux parece mucho menos singular de lo que los cristianos normalmente proclamamos. A lo largo de la historia muchas personas han asegurado que están totalmente identificados con la voluntad de Dios, por ejemplo, el mismo Hugo Chávez solía afirmar estar totalmente identificado con la voluntad de Dios, a quien debía su existencia.

Por el contrario, Jesús desde que era un niño, demostraba saber lo que el Papa Francisco expresó el 19 de marzo de 2014: ” [San José] no era el padre de Jesús, el padre de Jesús era Dios”.

Un católico sencillo entiende que los judíos no se engañaban cuando interpretaban en las palabras de Jesús la pretensión de ser Dios: “Por esto los judíos, aún más procuraban matarlo, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio padre, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18); “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14:9); “Yo estoy en el Padre y el Padre en mí ” (Juan 14:11);”Si alguien Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada” (Juan 14:23). Jesús envía a sus discípulos para que bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt.28:19). En ese contexto Jesús se dice igualmente sabio, igualmente poderoso, igualmente bueno que el Padre.

Esa última parte de la respuesta derouxiana haría palidecer a los maestros de catequesis de todas las primarias del país. A cualquiera que recite con la Iglesia “engendrado, no creado”, le queda la sensación de que no comparte unidad de fe con este teólogo.

Según el Evangelio de San Juan, Jesús se aplica a sí mismo ni más ni menos que los siguientes atributos y operaciones divinas: la eternidad (Juan 8:58), el conocimiento perfecto del Padre (Juan 7:29), igual poder y actividad que el Padre (5:17), el poder perdonar los pecados (8:11), el oficio de juez del mundo (5:2 y 27), el ser digno de adoración (5:23), la luz del mundo (8:12), soy el camino, la verdad y la vida (14:6), sin mí no podéis hacer nada (15:1-8).

Eso explica que, al respecto, el Apóstol San Pablo no tenga dudas. En Romanos 9:5 lo llama directamente “Dios bendito por los siglos”. Sentencia que es unánime en todos los Padres en cuanto a que todo este pasaje se refiere a Cristo.

En Filipenses 2:5-11 leemos: “El cual como existiera en forma de Dios no creyó deber retener el ser igual a Dios”.

San Ignacio de Antioquía (Tomado de Biografía y Vidas).

San Ignacio de Antioquía (quien escuchó a testigos directos de la vida y obras de Jesús) frecuentemente le da a Cristo el nombre de Dios, lo considera Creador del mundo, le aplica el atributo divino de la omnisciencia, la preexistencia desde toda la eternidad, el no haber sido hecho, la intemporalidad y la supra temporalidad.

De modo que era Jesús mismo quien reivindicaba para sí atributos y operaciones divinas. Así lo interpretaron unánimemente todos los Santos Padres, y por ende, la Iglesia Católica propone al mundo un mensaje claro: Jesucristo es verdadero Dios e Hijo de Dios en su esencia.

El padre De Roux concede a las páginas de El Tiempo el privilegio de registrar su dificultad para afirmar las doctrinas de la Iglesia, mientras que expone las elaboradas por, suponemos, su propia sabiduría e inteligencia.

Hoy no es políticamente correcto reconocer que se acepta un dogma, pero como bien decía Chesterton: “Existen dos clases de personas, aquellas que aceptan un dogma y lo saben y aquellos que aceptan un dogma y no lo saben”.

[mks_pullquote align=”right” width=”300″ size=”14″ bg_color=”#6b97bf” txt_color=”#ffffff”]En aquella misma hora Él se regocijó mucho en el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios y a inteligentes, y las revelaste a niños. Sí, Padre, porque así fue de tu agrado (Lucas 10:21)[/mks_pullquote]El padre De Roux no aporta ninguna prueba que refute los dogmas de la Iglesia, por eso nos sobra y basta con repetir lo dicho por Santo Tomás de Aquino: “Si de las enseñanzas de la Iglesia alguien acepta lo que el elige aceptar y rechaza lo que él decide rechazar, ya no se adhiere a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible sino a su propia opinión” (Suma Teológica II-II, 5,3)

Como conclusión de este episodio, no quisiéramos proponer más que el prudente consejo de Benedicto XVI: “Todo anuncio debe confrontarse con la palabra de Jesucristo. No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores.”

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