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El sábado 27 de julio por la noche, aproximadamente a las 11:40 hora local, un «incidente técnico» provocó un apagón masivo en París que dejó a decenas de miles de residentes a oscuras. Según la empresa energética Enedis, la falla en la red eléctrica afectó a unos 85.000 clientes en varios distritos icónicos como el 1o, 9o, 17o y 18o.
Lo llamativo es que mientras el resto de la ciudad quedaba sumida en la oscuridad, la Basílica del Sagrado Corazón en Montmartre permanecía iluminada como un faro, según mostraron imágenes compartidas en redes sociales. Este contraste, que parece altamente simbólico, lo es realmente, si se considera que la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos realizada apenas un día antes en la capital francesa incluyó referencias irreverentes y blasfemas.
Construida en la segunda mitad del siglo XIX, la Basílica del Sagrado Corazón nació precisamente como un acto de desagravio y consagración de Francia al Corazón de Jesús, tras los estragos morales de la Revolución Francesa, según palabras del obispo Félix Fournier. Por ello, verla erguirse majestuosa entre la oscuridad pareció un mensaje elocuente para muchos.
El obispo Joseph Strickland señaló en Twitter:
«La ironía del apagón eléctrico en París tras las ceremonias inaugurales blasfemas y libertinas de los Juegos Olímpicos debe ser destacada. El mal exhibido se burla del poder de Dios y luego la ciudad queda sin poder. Que el Sagrado Corazón de Jesús nos guíe con su Luz poderosa«.
Obispo Joseph Strickland
La Madre Provincial de las Siervas del Santísimo Corazón de Jesús en Estados Unidos, Sor María José Calore, expresó asimismo en redes sociales:
«Sólo 24 horas después del desenfreno inaugural en París, sufren un apagón. Las únicas luces que se veían eran las de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús. Dios tiene el control».
El mensaje no verbal de la ciudad parece claro: los ataques a la fe no quedan impunes ante la Providencia divina. Quizás los organizadores del polémico show olímpico deberían meditar en esta elocuente “coincidencia” antes de volver a burlarse de la auténtica Fe, es decir, de las creencias sagradas de millones. O como mínimo, ofrecer una disculpa auténtica, más sincera que el despectivo «si alguien se ha sentido ofendido, lo sentimos«.
Fuente: Basilica Shined as ‘Anomaly’ Blackout Plunged Paris Into Darkness
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