Con respecto a las revelaciones y/o visiones privadas la Iglesia siempre se ha mostrado extremadamente prudente, aun en el caso de la probada santidad de la persona que ha experimentado alguna visión y/o revelación privada. Es el caso, por ejemplo, de Santa Gemma Galgani.
El Papa Pio XI al canonizar a Gemma Galgani, una santa llena de dones místicos y sobrenaturales reconocidos como tales por no pocos expertos, declaró explícitamente que el juicio sobre la santidad de la joven, no implicaba necesariamente un juicio positivo de la Iglesia sobre sus experiencias místicas.
La Iglesia, en principio, no niega las revelaciones y/o las visiones privadas como tampoco las prohíbe; lo que hace es discernir concienzudamente su autenticidad.
Las razones por las cuales la Iglesia es también cauta son fáciles de entender por obvias razones. ¿Por qué? Antes que todo, y con mucha frecuencia, no se trata de revelaciones verdaderas sino solo de fantasías o alucinaciones provenientes de gente enferma mentalmente que, sin ánimo de engañar, creen ver u oír, por ejemplo, a la Santísima Virgen María.
Tanto en estos casos (sean o no las revelaciones privadas producto de alucinaciones, que casi nunca están exentas de errores), como también en los casos en los que interviene el maligno, se presume la ausencia de mala fe por parte de la persona implicada. Estos casos, pues, no eliminan la buena fe de las personas involucradas.
Ahora bien, aunque las revelaciones y/o las visiones privadas estén en línea o en sintonía con las fuentes de la divina revelación o con el depósito de la fe y el magisterio de la Iglesia, no necesariamente pueden ser auténticas.
Pero también se puede dar el caso de gente que busca intencionalmente engañar, tanto para beneficio personal como para sembrar cizaña y confusión dentro de la Iglesia promocionando revelaciones, estén o no en línea con la sana doctrina.
El motivo por el cual la Iglesia es extremadamente cautelosa y prudente, se debe también a que no es fácil ni rápido tener la certeza absoluta del origen divino de las revelaciones y/o visiones privadas.
Y si las revelaciones privadas tienen realmente origen divino, pues la Iglesia simplemente no tiene ninguna objeción para acogerlas, permitirlas o, al máximo, proponerlas, mas nunca las impondría; lo mismo vale para el caso de las profecías atribuidas a algunos santos. Pero si resultan falsas dichas revelaciones o visiones privadas, la Iglesia sí las prohíbe con contundencia.
Mientras la Iglesia verifica la autenticidad de las revelaciones privadas, los fieles no deben darles credibilidad ni prestarles atención o ir tras ellas o tras las personas involucradas (Lc 17, 23; Mt 24, 23).
Y aunque la Iglesia haya dado su visto bueno sobre las revelaciones privadas, los fieles las deben asimilar con prudencia y relacionarse con ellas con equilibrio; así como también no deben darles más peso o importancia de la que tienen, en detrimento de la Revelación Publica (la única que hay que creer).
¿Cuál debe ser la actitud de la feligresía con respecto a las revelaciones o visiones privadas? Para saberlo hay que tener en cuenta las siguientes observaciones:
1.- A los fieles sólo les debe bastar la promesa de la vida eterna prometida por Jesús a sus discípulos que Él considere dignos de la misma; es decir, para quienes aceptan su mensaje en su totalidad, le ayudan a construir su reino y, sobre todo, le aman. La Divina Revelación o la Revelación Pública y sus fuentes la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, así como también el magisterio de la Iglesia es lo único, lo principal y lo fundamental para la fe. “Si la fe ya está fundada en Cristo y en el Evangelio, no hay para qué preguntar más. En Cristo, Dios ya dijo todo lo que tenía que decir”, dice San Juan de la Cruz.
2.- Estas revelaciones o visiones privadas no pertenecen al depósito de la fe.
“A lo largo de los siglos hubo revelaciones llamadas privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Guiados por el Magisterio de la Iglesia, los fieles deben discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia”.
Catecismo de la Iglesia Católica, 67.
3.- Estas revelaciones o visiones privadas no son obligatorias ni, menos aún, impuestas.
«El valor de las revelaciones privadas es esencialmente diferente al de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en ella, en efecto, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viva de la Iglesia, Dios mismo nos habla. El criterio de verdad de una revelación privada es su orientación a Cristo. Cuando nos aleja de Él, entonces no procede ciertamente del Espíritu Santo… La revelación privada es una ayuda para la fe, aunque no es obligatorio usarla».
Verbum Domini, 14.
4.- Las revelaciones privadas no pretenden ampliar nada ni agregar nada nuevo a lo que la Revelación Pública ya ha dicho.
5.- Las revelaciones privadas no pretenderán ‘corregir’ ni, menos aún, negar la Revelación Pública, que se considera verdad divina, verdad absoluta.
«La fe cristiana no puede aceptar ‘revelaciones’ que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas Religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes ‘revelaciones’».
Catecismo, 67.
6.- Las revelaciones o las visiones privadas no tienen ninguna autoridad para el pueblo de Dios. En consecuencia, no es correcto citarlas como si fuera una fuente o base de doctrina.
7.- Cuando la autoridad de la Iglesia aprueba unas revelaciones y/o visiones privadas, se está haciendo entender que su contenido está libre de errores teológicos.
8.- Las revelaciones o las visiones privadas deben ser siempre interpretados solo por la autoridad de la Iglesia; y nunca serán asumidas o interpretadas al pie de la letra.
9.- Las revelaciones privadas son solo una ayuda para la fe, la devoción o la piedad; invitan a la conversión, a la oración, a una mejor fidelidad al evangelio. A pesar de esto, los fieles no están obligados a aceptar ni a hacer los ejercicios de piedad relacionados.
10.- Las revelaciones privadas también tienen el objetivo de recordar o ahondar lo que la Revelación Pública y la Iglesia enseñan.
P. Henry Vargas Holguín.
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