Espiritual Fe

Esfuerzo Misionero en Octubre.

Octubre es el mes de las misiones, es el “mes misionero” y en esta ocasión, cobra la relevancia de “mes extraordinario” por la invitación que nos hace Francisco de vivirlo con un renovado impulso bajo la certeza de que somos bautizados y enviados.

Hemos de recordar que la misión nos merece emplear gran esfuerzo espiritual y físico para lograr allanarle los caminos al Señor en su anhelo por encontrar a los hombres de nuestras ciudades y poblaciones.

Nos corresponde esforzarnos por preparar el aposento alto y propiciar el ambiente del encuentro de la sed de Dios con la sed de los hombres, sin olvidar que Dios bien conoce nuestra contingencia y limitación, como nosotros bien reconocemos su grandeza y su Gracia que vale más que la vida (Sal 62, 4). 

La obra misionera implica  esforzarnos por hacer lo que está en nuestro poder, y siempre en nuestro poder está el hacer el bien a los hermanos; y el mayor bien posible es dar a Jesús a los demás cueste lo cueste, ese es el testimonio que nos han dejado los apóstoles y numerosos santos en la Iglesia. Santa Faustina nos ubica en este propósito:

“Oh Jesús mío, tú no das la recompensa por el resultado de la obra, sino por la voluntad sincera y el esfuerzo emprendido; por lo tanto estoy completamente tranquila, aunque todas mis iniciativas y mis esfuerzos quedaran frustrados, ni     fueran realizados jamás, si hago todo lo que está en mi poder, lo demás no es cosa mía.” 

Diario Santa Faustina 952

En atención al esfuerzo es importante clarificar: Toda la labor misionera de la Iglesia; todo el esfuerzo que se ponga en las técnicas y en la preparación de los anunciadores, serán infecundos si no están vitalizados por el Espíritu Santo.

Recordemos que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización, por ello Pablo VI precisará: “No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo (EN 75).

Esa directriz aparecerá ampliamente desarrollada en la Encíclica de San Juan Pablo II de 1990, “Redemptoris misio”, donde el querido y recordado papa de la Misericordia nos anima: 

“Las dificultades internas y externas no deben hacernos pesimistas o inactivos. Lo que cuenta -aquí como en todo sector de la vida cristiana- es la confianza que brota de la fe, o sea, de la certeza de que no somos nosotros los protagonistas de la misión, sino Jesucristo y su Espíritu. Nosotros únicamente somos colaboradores y, cuando hayamos hecho todo lo que hemos podido, debemos decir: “Siervos inútiles somos; hemos hecho lo que debíamos hacer”  (Lc 17, 10)”.

RM 30

Vivamos este octubre misionero, anunciando a Cristo Vivo y Resucitado, recordemos en nuestros hogares que Jesucristo se entregó por nosotros, la misión hoy es custodiar la familia anunciando la Verdad en medio de un mundo relativistas que lo penetra todo.

Defendamos la sacralidad y la inviolabilidad de la vida humana, porque Jesús ha derramado su Sangre preciosa por todos, la vida humana tiene las marcas y huellas de nuestro Padre Creador y también tiene el precio de la Sangre de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros.

Tengamos el valor de hablarle a nuestros hijos de castidad, pureza, sacrificio, penitencia, caridad, obras de misericordia y en definitiva de la alegría del Evangelio, anunciemos con valor que el Amor y la Misericordia nos han sido dadas, y que el poder del Espíritu Santo está operante entre nosotros como Iglesia Católica.

Finalmente; cooperemos con los esfuerzos misioneros de nuestras parroquias, comunidades y movimientos laicales, intensifiquemos nuestra oración para que todos los misioneros podamos cruzar la nueva Nínive que está por delante, hoy urgentemente llamada a la Conversión.

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