Sr. Director:
El mal avanza en todos sus frentes pero sobre todo ataca con saña infernal a la Divina Eucaristía que es la Vida de la Iglesia y por tanto de todos los fieles católicos, DE LO CUAL SE DEDUCE QUE LO MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA DE UN CATÓLICO ES LA DEFENSA DE LA DIVINA EUCARISTÍA. Pero esta situación no ha sido fortuita, comenzó con más virulencia a partir de los años sesenta del siglo pasado, cuyo objetivo era destruir a la Divina Eucaristía, pues así se destruía la Iglesia católica.
Muchos miembros de la Jerarquía y del clero católico comenzaron una labor de desacralizar. Se despojaron de sus vestiduras sacerdotales y como Satanás es astuto y taimado, fue avanzando por este camino. Después de eliminar todo signo divino y sagrado, eliminando comulgatorios, púlpitos, altares, imágenes, etc. Comenzaron a dar la comunión de pie, a continuación en la mano, contraviniendo las normas del Magisterio e infeccionando [N. de R.: la palabra correcta es «inficionando«] a los fieles con doctrinas heréticas sin ninguna oposición. Ante esta gravísima crisis que amenazaba la destrucción de la Iglesia y crear una nueva totalmente desacralizada.
El cielo comenzó a dar avisos de la gravísima situación, pero parece que la Jerarquía en su mayoría era alérgica a estos mensajes. ¿Han oído hablar de almas víctimas? Esto viene a cuento con el título de este escrito. Las almas víctimas son elegidas por Dios para sufrir junto a los dolores de su Pasión de Cristo por la conversión de los pecadores y por su Iglesia. Tengo un amigo, más bien hermano, que es un alma víctima escogida por la Santísima Virgen, vive, no es un personaje del pasado sino un testigo fiel. Y fue escogido para esta misión en un lugar de Apariciones de la Santísima Virgen: Garabandal, aún no reconocido por la Iglesia. Cuando se comenzó a dar la comunión de pie y en la mano, recibió una locución en su corazón del Señor, que le dijo: “TIENES QUE RECIBIRME DE RODILLAS, EN LA LENGUA Y COMO OBLACIÓN”. No terminan aquí sus experiencias místicas. Se encuentra en el convento trapense de Cobreces (Cantabria), en la fiesta de San Bernardo, y se está celebrando una Misa solemne con asistencia del Obispo, a la hora de comulgar, lo hacen bajo las dos especies, Cuerpo y Sangre de Cristo, él le dice al Señor que no va a poder comulgar de rodillas, pues puede caer al suelo una gota de su Preciosísima Sangre, llega el momento de la comunión, hace una genuflexión sencilla y cuando se quiso levantar para recibir la Sagrada Forma, no pudo hacerlo y se arrodilló para comulgar.
¿Estas experiencias no son como un certificado celestial? Es sencillamente que el cielo confirma la norma establecida por el Magisterio de comulgar de rodillas y en la lengua. Pero ¿quién hace caso al Magisterio? El Señor se queja de que están haciendo una Iglesia que no es la que Él fundó. ¿Dirá este escrito algo a los Obispos y clero que están obligando a los fieles a comulgar en la mano? Menuda responsabilidad, no quisiera estar en su lugar. Yo no soy nada más que un pecador como todos los hombres, ni he recibido un mensaje del Señor ni pretendo significarme, pero lo que si sé es que una fuerza superior me impide recibir la Sagrada Forma en la mano, y ya en una ocasión me retiré sin comulgar porque el sacerdote dijo que lo mandaba el Obispo. Este escrito tiene que servir de reflexión, no solamente a los Obispos y al clero, también para los fieles para que sepan a quien van a recibir y no cometan un acto sacrílego. ¡Cuántas profanaciones y comuniones sacrílegas se estarán produciendo, cuántas partículas de la Sagrada Forma caerán al suelo!
Quiero terminar con un dato curioso, he leído que un médico, creo que es italiano, dice que la comunión en la mano es más contaminante que la comunión en la lengua. Está claro, persisten obstinadamente en su intento de eliminar la Divina Eucaristía. Pero hay un dato esperanzador, hay muchísimas asociaciones que están orando y luchando para que esta norma sacrílega sea eliminada en la Iglesia Católica y se cumpla el orden establecido por el Magisterio. Los católicos también somos Iglesia y tenemos el deber y la obligación de denunciar las conductas erróneas CON LA CERTEZA DE QUE GANAREMOS LA BATALLA.
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