Espiritual Fe

¡Carguen su almohada de plumas y síganme…!

La Cruz de la vida
y el seguimiento de Jesús

En medio de tantas promesas y pseudo evangelios de felicidad, alegría y “prosperidad” que niegan, incluso, la realidad del sufrimiento, ¿qué hacemos con este evangelio?

La realidad del sufrimiento está presente en todas las etapas de la vida del ser humano. Es ineludible e inevitable. Y, del mismo modo, el Evangelio lo asume y nos habla de este. ¿Pero qué es lo que nos dice y nos enseña sobre el sufrimiento?

Primero, que el problema no está, no radica, en el sufrimiento en sí. De hecho, éste tiene un valor redentor. Así lo demuestra la misma vida de Jesús. Luego, quien se decide a seguirle, debe saber que está siguiendo los pasos y asumiendo la vida propia de alguien que sufre.

Segundo, que este no es un defecto en la Obra de la Creación ni, mucho menos, del Creador. Dios todo lo hizo perfecto y bueno. Y, especialmente, bueno para el hombre. El sufrimiento es la consecuencia de la ruptura del equilibrio original por la desobediencia a Sus leyes y por la aceptación del pecado.

Tercero, que aunque el sufrimiento se asocia con el mal, no son lo mismo. El sufrimiento viene como consecuencia del mal. Pero, inversamente, el sufrimiento que es aceptado y ofrecido uniéndolo al del Sacrificio Redentor, no se pierde, sino alcanza también un valor redentor. Cristo nos quiere asociados a su obra, en bien de nuestros hermanos.

En Fátima, la Santísima Virgen María dijo:

«Muchos mueren y se condenan, porque no hay quién ore ni se sacrifique por ellos».

Nuestra Señora en Fátima, Portugal, a los tres pastorcitos.

Es el misterio de la “corredención” actuando.

Cuarto, que aunque algunos piensan que el maligno quiere ofrecer alternativas al sufrimiento, en realidad lo que trata de lograr es que lo eludamos y lo maldigamos, para así despojarlo de su mérito redentor. Sin éste, el hombre maldecirá después a Dios, atribuyéndole a Él la autoría del mal.

En fin, podríamos señalar aún más consideraciones al respecto, pero luego de pensar en éstas, atendamos a lo que nos advierte el Padre Raúl Sánchez.


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