Espiritual Fe

100 años del Milagro del Sol en Fátima

Escrito por Redacción R+F

El viernes 13 de octubre de 2017 se cumplen 100 años de la última aparición de Nuestra Señora de Fátima, cuando cumplió su promesa de que daría una señal para demostrar la autenticidad de su mensaje. Esa señal se hizo evidente ante decenas de miles de personas, entre ellos muchos ateos y medios de comunicación que se habían hecho presentes con la intención de desacreditar a los niños y que se conoce como la “danza del sol”, en la que el sol se convirtió en un disco plateado, pálido y opaco, visible a simple vista, luego comenzó a girar, emitiendo muchos colores y abalanzándose sobre la multitud reunida, haciéndolos gritar, para finalmente volver a la normalidad.

La teóloga canadiense y madre de familia, Erin Baklinski, publicó recientemente en LifeSiteNews.com una reflexión sobre la relevancia del mensaje de Fátima para los católicos de hoy, 100 años después de su última aparición, de la cual traducimos y sintetizamos sus apartados más interesantes.

Antes de morir en la cruz, “Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: — Mujer, aquí tienes a tu hijo. Después le dice al discípulo: — Aquí tienes a tu madre. (Juan 19:26). Al dejar al discípulo Juan al cuidado de su madre, Jesús también nos encargó a cada uno de nosotros al cuidado amoroso de María, de modo que ella nos ayude a volver nuestros corazones hacia el Señor. La respuesta de María, para cada uno de nosotros la encontramos en su expresión “Hagan lo que él les diga” (Juan 2:5).

Ese mensaje ha estado presente a través de los siglos en las diferentes apariciones privadas, incluyendo las de Fátima, Portugal, en las que apareció en seis ocasiones entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917 a tres niños pastores, Lucia Santos, Francisco y Jacinta Marto. El corazón de mensaje se centra en que busquemos la “conversión de los pecadores”, a través del sacrificio y la oración, especialmente el Santo Rosario, y a través de la devoción a su Inmaculado Corazón.

Nuestra Señora de Fátima también pidió la consagración de Rusia, advirtiendo que a menos que la cuna del comunismo se convierta, “esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia”.

Sus últimas palabras a los niños pastores el 13 de octubre fueron “No ofendan más a Dios nuestro Señor, porque ya está muy ofendido” [Frase que fue la hermana Lucía narra que fue la que más le impresionó, de todas las que escuchó de la Virgen].

San Juan Pablo II explicó que “[a] la luz del amor materno comprendemos todo el mensaje de la Señora de Fátima. Aquello que más directamente se opone al camino del hombre hacia Dios es el pecado, el perseverar en el pecado y, finalmente, la negación de Dios. La programada eliminación de Dios del mundo del pensamiento humano. El apartar de Él toda la actividad terrena del hombre. El rechazo de Dios por parte del hombre… ¿Puede la Madre, que con toda la potencia de su amor que nutre en el Espíritu Santo desea la salvación de todo hombre, callar ante aquello que amenaza las bases mismas de esta salvación? ¡Claro que no puede! Por eso…el mensaje de Nuestra Señora de Fátima…nos invita a la contrición. Nos lanza una advertencia. Nos llama a la oración.”

El mensaje de la Virgen sobre la necesidad de retornar a su hijo no fue sólo para los que estaban en Portugal en 1917. Por el contrario, la Virgen se dirigió a todos nosotros, especialmente a los hombres de nuestro tiempo.

“Pero al fin, mi Inmaculado Corazón triunfará” nos dice. Y esa promesa está pendiente de cumplirse.

A sus hijos la Virgen les deja dos tareas que nos ayudarán a vencer el pecado y la discordia. Primero, rezar diariamente el Santo Rosario, de modo que a través de esa oración ella nos ayude a conocer a Cristo, conformarnos según su ejemplo, le recemos y finalmente, lo proclamemos. En segundo lugar, que promovamos la devoción a su Inmaculado Corazón, en particular, la consagración, con el fin de salvar el alma de muchos pecadores.

Siguiendo a San Juan Pablo II “Consagrar al mundo al Inmaculado Corazón de María significa acercarse, mediante la intercesión de la Madre, la fuente misma de la Vida, que brota del Gólgota. De esta Fuente salta ininterrumpidamente la Redención y la Gracia. Continuamente se cumple en ella la reparación por los pecados del mundo. Incesantemente  es fuente de vida nueva y de santidad…Por eso nos llama. Llama no sólo a la conversión, llama a que nos dejemos ayudar por Ella, la Madre, para volver a la fuente de la Redención”.

El 13 de junio de 1929, Lucía recibió otra aparición que resume el mensaje completo de Fátima.

De pronto toda la capilla se llenó de una luz sobrenatural, apareció una Cruz de Luz cuyos extremos se iban ensanchando hacia el altar. En medio de una luz muy clara en la parte superior de la Cruz se veía la Cara y  la parte superior del torso de una Persona. Sobre su pecho había una Paloma de luz y uno veía que el cuerpo de otra persona estaba clavado en la Cruz. Apenas abajo de la cintura había un cáliz suspendido y sobre el una Gran Hostia sobre la cual caían algunas gotas de sangre unas gotas caían de la cara del crucificado y otras de la herida abierta en Su pecho. Estas gotas resbalaban desde la Hostia hasta el Cáliz. Bajo el brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra Señora de Fátima con su Corazón Inmaculado en su mano izquierda. No tenía ni la espada ni las rosas, pero sí la corona de espinas y las llamas. Bajo el brazo izquierdo de la Cruz aparecían grandes letras que parecían hechas de agua cristalina e iban fluyendo hacia el altar formando las palabras: “MISERICORDIA Y CARIDAD”.

Desde Pío XII, todos los papas han promovido la devoción a Nuestra Señora de Fátima. Recientemente el Papa Francisco nos ofreció la oportunidad de ganar la indulgencia plenaria durante el año del centenario de sus apariciones.

Quienes no puedan visitar su Santuario, pero visiten con devoción una imagen de Fátima, expuesta solemnemente para su veneración en cualquier iglesia, oratorio o sitio apropiado durante el centenario de sus apariciones, el 13 de cada mes entre mayo y octubre de 2017, y allí participen con devoción en una celebración y oración en honor de la Virgen María, podrán ganar indulgencia plenaria, con el cumplimiento de las condiciones ordinarias (sinceramente arrepentidos y animados por la caridad deben realizar la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa).

100 años después de las apariciones en Portugal, Nuestra Señora de Fátima nos sigue invitando a recibir su ayuda para volver nuestra mirada a su hijo, dejar de ofender al Padre y buscar nuestra salvación.

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