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Artículo original escrito por Jonathon Van Maren para Life Site.
El pasado 15 de agosto, Bulgaria aprobó una ley que prohíbe la propaganda LGBT en las escuelas. La ley fue aprobada por una mayoría abrumadora de 159 votos a favor y 22 en contra en el parlamento búlgaro.
Sin embargo, esta decisión ha desatado la ira de los activistas LGBT y sus aliados globalistas.
Por su parte, los activistas LGBT están presionando a la Unión Europea para que intervenga. «Esta ley no es solo un problema búlgaro, es una ley rusa que ha llegado al corazón de Europa», declaró Rémy Bonny, director ejecutivo del grupo activista LGBT «Forbidden Colours». «La Comisión Europea debe intervenir y hacer responsable a Bulgaria», agregó.
En respuesta, la Comisión Europea envió una carta al ministro búlgaro de Educación y Ciencia, Galin Tsokov, para «solicitar más información sobre la legislación». Un portavoz de la Comisión declaró que se mantienen «firmes en su compromiso de abordar la discriminación y los desafíos que enfrentan las personas LGBTIQ, incluso en la educación».
Otros grupos activistas como Action, Buditelkite, LevFem y Feminist Mobilisations también han pedido medidas contra Bulgaria y han hecho un llamado al presidente búlgaro Ruman Rudev para que vete la ley.
La gran mayoría de los parlamentarios búlgaros están de acuerdo con él. Pero eso no detendrá a la ONU, la UE y los activistas LGBT, que harán todo lo posible para imponer su agenda en Bulgaria a través de amenazas, tácticas de coerción y condenas públicas.
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