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En un artículo publicado en The New Yorker, la periodista Emma Green analiza la estrategia del presidente Donald Trump de cara a su reelección en 2024: dejar de lado al movimiento provida tradicional para construir una nueva visión conservadora de la política familiar.
Según Green, durante dos generaciones los activistas provida estuvieron orientados a la meta política y legal de anular el fallo Roe vs. Wade que legalizó el aborto en EEUU. Afirma ella que, en el camino, sin embargo, perdieron la batalla cultural. Así mosmo, que «El próximo gobierno de Trump estará conformado por personas que buscan cambiar eso».
En una entrevista con EWTN News, Green profundiza sobre este cambio de estrategia del Partido Republicano con respecto al aborto y lo que revela sobre el actual clima político, que resulta no sólo novedoso, sino interesante y constituye un auténtico «cambio de paradigma», un enfoque proactivo.
Los conservadores dentro de la coalición de Trump, señala la periodista, tienen en mente una agenda social mucho más amplia para un segundo mandato, buscando reformular la forma en que los republicanos piensan y hablan sobre la familia.
Se trata de poner a la política familiar como eje de todas las decisiones, yendo más allá de las áreas que normalmente se consideran como los créditos fiscales por hijos o guarderías, para abarcar temas como la vivienda, los aranceles comerciales e incluso si los trabajos disponibles permiten a un hombre mantener a su familia con un solo salario.
Es una visión expansiva que pone a la política familiar en el centro de todo lo que pueden hacer los republicanos, señala Green.
Reacciones en el movimiento provida
Dentro de lo que ella ve como un amplio sector dentro del diverso movimiento provida, dice, hay frustración y sensación de marginalización ante esta nueva estrategia.
En principio, porque Trump intentó distanciarse de los activistas provida durante su campaña, muy diferente a cómo lo hizo en 2016. Y eso generó incertidumbre sobre cómo será el movimiento provida hacia adelante.
No todos en el movimiento conservador están dispuestos a hablar con franqueza sobre su sensación de debilidad política en temas específicos como las restricciones al aborto, dice Green. Pero su percepción es que, además de que existe frustración, también hay deseos de que estas cuestiones tengan más atención dentro de la coalición republicana.
Extender la inversión social, con criterio
Históricamente, los conservadores son reacios y se oponen a una expansión del gasto público. Pero dentro del nuevo sector denominado «conservadurismo nacionalista», existe una creciente sensación de que ha habido demasiada reticencia a hacer cosas buenas que realmente ayuden a la gente, plantea.
Por eso, ahora están muy a favor de ampliar el gasto público si eso va a ayudar a que la gente tenga hijos y familia. Quieren dejar atrás algunos prejuicios tradicionales del Partido Republicano en torno a un gobierno pequeño.
Esto se vio tanto a nivel federal como estatal, señala Green. En los estados que implementaron restricciones al aborto luego de la anulación de Roe vs. Wade, también se aprobaron ampliaciones de la red de seguridad social.
La influencia católica
La periodista plantea que el pensamiento católico tiene mucha influencia en esta nueva visión provida, más allá del aborto.
Menciona como ejemplo a JD Vance, gran impulsor de estas ideas y reciente converso al catolicismo. Su conversión religiosa vino de la mano de un cambio político: de ser liberal libertario pasó a estar más abierto a la idea de que el gobierno va a tener que «gastar» dinero para ayudar a la gente.
Otro exponente católico de peso dentro de esta corriente provida es Kevin Roberts, presidente de la influyente fundación conservadora Heritage. En su libro, Roberts planteó con fuerza la visión provida, y previamente dirigió un college católico.
La influencia teológica y religiosa en torno a ayudar a los más vulnerables y ver cómo las políticas públicas pueden trabajar en esa dirección es muy fuerte, señala Green.
¿Rindió frutos la estrategia?
La periodista plantea que, si bien falta analizar más en profundidad los resultados, es claro que Trump calculó que poner distancia con el movimiento provida tradicional podría rendir frutos electorales.
Y de hecho, ya se escuchan voces de votantes «pro-elección» que sufragaron por Trump sin verlo necesariamente como un voto en contra del aborto o del movimiento provida.
Habrá que ver si esta estrategia se mantiene en su nuevo gobierno, apunta Green. Es muy posible que a nivel administrativo se intenten reforzar las restricciones federales al aborto. Pero la influencia del movimiento provida tradicional en la nueva gestión de Trump es una incógnita.
Fuente: From Pro-Life to Pro-Family? The Shifting Sands of the Republican Party| National Catholic Register
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