Vida

El brillo de la perseverancia y la luz de la caridad

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Escrito por Sin Medida

Hace poco fue el día de todos los santos, en este día conmemoramos a todas las personas que desde su identidad, su personalidad, descubrieron la voluntad de Dios en su vida y aceptaron ponerla en práctica.

Por:
Aura Liliana Suárez Herrera

Bióloga y estudiante de maestría en Conservación y Uso de la Biodiversidad de la Universidad de los Andes. 24 años. Integrante del Movimiento Interuniversitario Sin Medida.

“Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres”.


Santa Teresa de Calcuta

Es increíble cómo en la especie humana existe la capacidad de sentir compasión hacia el otro e incluso hacia seres vivos que son diferentes. Es increíble cómo a partir de la razón es posible reflexionar, volver a pensar en lo que se acaba de hacer o se realizó en el pasado. Pero unido a esta facultad está la capacidad de amar, de querer hacer sentir al otro que es un ser querido, un ser amado. Gracias a la razón se puede decidir, y se puede comprender quién es el otro, quién soy yo y para dónde voy. Vale la pena pensar en la esencia del ser humano desde su condición física y espiritual. Desde el aspecto espiritual se puede llegar a comprender lo que son las virtudes y cómo llegar a crecer en ellas. Por ejemplo, en la virtud de la caridad.

En primer lugar, la caridad es una virtud teologal, un don que es brindado por Dios, por nuestro Padre celestial. Está acompañada de otras dos virtudes, las cuales son la fe y la esperanza. Pero San Pablo nos dice que la caridad es la base de las virtudes teologales, porque sin amor, nada tiene sentido (1 Cor 13). Pues bien, la caridad y el amor, en algunos contextos pueden considerarse sinónimos, pero en cuestión de virtudes hablaremos de caridad. Las virtudes son por tanto, la manera en cómo la voluntad se rige por un comportamiento específico que con el tiempo se convierte en hábito. Pero esto requiere esfuerzo, para avanzar hacia lo mejor, lo más bueno, se requiere de sacrificio y entrega. Sacrificio porque implica negarnos ciertas rutinas de las cuales ya tenemos costumbres,  entrega porque si tenemos un objetivo claro, es mucho más sencillo permanecer en el camino que emprendemos.

Existen tantas virtudes que si queremos desvanecer un defecto en nosotros, seguramente solo debemos buscar una virtud que se contraponga y otras más entran a acompañarla para lograr transformar ese vicio en virtud. Por ejemplo, Aristóteles hablaba de la virtud como la justa medida de las cosas, la justa medida en nuestro obrar; pues bien, desde Cristo, vemos las virtudes como el inicio del camino hacia la santidad. Y es que está impresa en nuestra naturaleza la posibilidad de trabajar por lo que nos beneficia o abandonarnos a lo que deteriora lo que somos. Partiendo sólo de allí, podemos vislumbrar un camino de santidad, al cual cada persona está llamada, desde que conoce a Dios y decide seguirle.

Camino de Santidad
“…desde Cristo, vemos las virtudes como el inicio del camino hacia la santidad”. Fuente: El Camino De Santidad – Versos bíblicos.

Hace poco fue el día de todos los santos, en este día conmemoramos a todas las personas que desde su identidad, su personalidad, descubrieron la voluntad de Dios en su vida y aceptaron ponerla en práctica. Es así, como hay santos niños, jóvenes, madres de familia, religiosos, religiosas y sacerdotes. Entonces desde el papel que tenemos hoy, desde la labor que llevamos a cabo, con nuestras actividades diarias podemos alabar a Dios, obrando con amor como nos recuerda San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei.

Seguramente, puede ser sencillo plantearse un camino de santidad, teniendo una virtud en mente, y optando por trabajar en ella todos los días, pero es necesario un objetivo, el de servir a Dios. Dios es infinito, pero nosotros no, nuestro tiempo es corto, fugaz, entonces en este momento y espacio podemos empezar a servir a Dios. ¿Te animas? Pero para poder servir a Dios, Él nos brindó una voz fundamental, que traza un camino visible y transitable, la voz de Jesús. Y Jesús, como podemos apreciar en el Nuevo Testamento, nos dejó un mandamiento base: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. […] Amarás a tu prójimo como a ti mismo […]” (Lc 12, 30-31). Aquí la palabra amor vuelve a aparecer, es decir, debemos amar a Dios para poder servirle, y la manera en cómo le podemos amar es por medio de las personas que nos rodean.

Siguiendo esta línea, pasemos de amor a caridad y retornamos a la idea de las virtudes. Desde la posición en la que nos encontremos en este momento, desde el sueño que estemos haciendo realidad hoy, e incluso desde el sufrimiento por el que estemos atravesando en este momento, imprimamos amor a lo que tenemos que hacer en el día. Imprimamos alegría en nuestra relación con los demás, para iluminar el camino del otro con el amor que experimentamos del primer Amor. De este primer Amor, solo hay gratuidad, y así sea una chispa lo que puede que hayamos sentido una vez, eso basta para encender la llama del amor y así atravesar cada momento de la vida; a pesar de los matices, debemos tener la mirada puesta en Dios y buscar la posibilidad de servir siempre a la persona que a nuestro lado lo necesita.

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Una chispa que encienda el amor. Fotografía propia

La caridad es una virtud que abre muchos caminos, que trae consigo muchas virtudes y con la cual se fundamenta nuestra fe. Cristo se sacrificó por cada ser humano, cargó con una cruz y falleció en una cruz, pero no murió para siempre, resucitó para vivir eternamente en nosotros. Su amor por sus hermanos lo llevó al dolor, a amar hasta el extremo; es por eso que el amor, como decía Santa Teresa de Calcuta, “si es amor de verdad debe doler” (Equipo Paulinas, 2016) . Y es aquí donde la perseverancia es vital para fructificar el amor, el amor al prójimo.

A pesar de que la caridad, como las demás virtudes, implique un camino escarpado y a veces doloroso, la perseverancia es la que permite generar hábitos y, por tanto, permanecer en el camino de la voluntad de Dios. Pero para permanecer en el camino, el objetivo debe ser claro, amar a Dios y servirle. Seguramente tú tienes otras razones de peso por las cuales seguir a Dios; pues bien, que hagan parte de tu objetivo también. Ojalá no callemos, no nos silenciemos ante los demás, de la experiencia personal que hemos vivido conociendo cada vez más a Dios, y compartiendo la virtud que estamos llamados a vivir, para un día reflejar nuestra vocación, y seguros y perseverantes trabajar en ella por el Reino de Dios en la tierra.

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.

Santa Teresa de Calcuta

REFERENCIAS:

  • Biografía de Santa Teresa de Calcuta. Aciprensa. Recuperado de https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-3176
  • Equipo Paulinas. (2016). Reflexiones de Santa Teresa de Calcuta. Instituto Misionero Hijas de San Pablo. Bogotá.
  • Veiga, E. (2021). Madre Teresa de Calcuta: las luces y sombras de una vida dedicada a los más pobres. BBC News. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-58451100
  • YOUCAT. (2011). Ediciones Encuentro – Ramírez de Arellano. Madrid

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