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Obispo pide aceptación y amor para personas “con diversidad de género”: padecen hasta 17 veces más trastornos mentales

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Obispo pide aceptación y amor para personas “con diversidad de género”: padecen hasta 17 veces más trastornos mentales

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Las personas “con diversidad de género” necesitan aceptación y amor, dice obispo tras leer estudio sobre maltrato.

Según dicho estudio, las personas que se identifican como “de género diverso” tienen hasta 17 veces más probabilidades de padecer trastorno de estrés postraumático y hasta 52 veces más probabilidades de haberse autolesionado en el último año que el resto de la población, debido también (81%) al maltrato infantil y/o abuso sexual sufridos en su niñez.

El estudio también encontró que este grupo, que representa a unos 196.000 australianos [no explican de dónde o sobre qué base de datos empíricos hacen la extrapolación a esta cifra], tiene 16 veces más probabilidades de haber intentado suicidarse en los últimos 12 meses.

La investigación fue apoyada por la Universidad Católica de Australia y liderada por la Universidad Curtin. Fue publicada en el Journal of Interpersonal Violence. Recomendó enfoques informados sobre trauma para el tratamiento de la salud de los adultos con identidades de género diversas, y programas sociales para «reducir las actitudes y comportamientos estigmatizantes entre la comunidad en general«.

El obispo Daniel Meagher, que ha trabajado con comunidades marginadas de Sídney, dijo que había estado al tanto de hallazgos similares «desde hace algún tiempo».

«Claramente, las personas de género diverso tienen muchos desafíos qué enfrentar en la vida. La aceptación de la comunidad es, sin duda, uno de ellos«, dijo. «Espero que podamos encontrar espacio en nuestros corazones para la compasión, el respeto y el amor. Todos somos hijos de Dios [sic]*, con la esperanza de encontrar felicidad y significado en nuestras vidas».

El nuevo estudio se basa en una encuesta nacional de referencia de 8.503 personas de 16 a 65 años sobre abuso y negligencia infantil dirigida por la Universidad Católica de Australia el año pasado. Examinó las tasas de cuatro trastornos de salud mental y cinco comportamientos de riesgo para la salud en personas con identidades de género diversas, y sus asociaciones con cinco tipos de maltrato infantil.

Encontró que las personas que se identificaban como transgénero, de género fluido, no binarias o de otras formas no alineadas con su sexo biológico al nacer, tenían una prevalencia significativamente mayor de cualquier trastorno mental (52,7% del grupo «de género diverso») en comparación con los hombres (38%) y las mujeres (37,7%).

La mayoría, 90 de las 126 personas que se identificaban como de género diverso, tenían entre 16 y 24 años.

Un estudio anterior descubrió que quienes sufrieron abuso sexual y emocional en la infancia tenían muchas más probabilidades de tener una salud mental deficiente. Pero el último estudio encontró que la relación es más fuerte para quienes tienen una identidad de género diversa.

El abuso sexual y emocional también se asociaron más fuertemente con TEPT, ansiedad, dependencia del cannabis, autolesiones e intentos de suicidio. Cuatro de cada cinco personas con identidades de género diversas (81%) han sufrido abuso o negligencia infantil.

«La muy alta prevalencia de maltrato infantil entre las personas con identidades de género diversas puede explicar parcialmente la mayor prevalencia de trastornos mentales y comportamientos de riesgo para la salud en este grupo«, escribieron los autores.

Sue Buckingham, fundadora y coordinadora de David’s Place, un servicio de extensión para personas sin hogar y marginadas con sede en la Iglesia de St Canice en Elizabeth Bay, dijo que ha apoyado a muchas personas transgénero. Si bien no conocía sus experiencias infantiles, dijo que todas sufrían cargas de salud mental.

«Vienen a nosotros en busca de amistad y apoyo y para nosotros es una cuestión de respetarlos «por lo que son»», dijo.


N. de R. La cuestión aquí, con independencia de los resultados que ofrece el estudio de referencia en Australia, consiste en la alta prevalencia de al menos cuatro trastornos de salud mental, cuya causa de origen es el maltrato infantil, que incluye el abuso sexual y emocional.

De acuerdo con ello, si bien la compasión, el respeto y el amor de los que se habla son necesarios, desde un adecuado abordaje de Fe, es decir, Teológico y Antropológico, lo son para todos en virtud de su Dignidad Humana, no de la particular condición, ni de la tergiversación doctrinal por la cual se afirma que “Todos somos hijos de Dios”.

Lo primero que debe prevalecer en relación con la Dignidad de la Persona Humana, es la Verdad sobre el Hombre. Y ésta incluye su Libertad, Conciencia y Voluntad. La Persona Humana es considerada tal no “per se”, sino en relación con las Personas Divinas, a cuya imagen y semejanza ha sido creada; pero su Dignidad se fundamenta no en un simple dato bio-psico-fisiológico, sino antropológico, es decir, en una comprensión del hombre a la luz de Dios y en referencia a Él.

* Por ello la condición “sine qua non” para ser “Hijo de Dios”, es el Bautismo, y tiene una dimensión y una exigencia sacramental, una forma plena e indeleble. Y Dios, ya no es ese “dios” impersonal, sino encarnado, en la Persona de Jesucristo, capaz de redimir a todo el hombre (al Hombre completo), por lo tanto no sólo físicamente, sino en su dimensión psíquica y cognitiva, y social-relacional.

1701 “Cristo, […] en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación” (GS 22, 1). En Cristo, “imagen del Dios invisible” (Col 1,15; cf 2 Co 4, 4), el hombre ha sido creado “a imagen y semejanza” del Creador. En Cristo, redentor y salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios (GS 22).

Ver: Catecismo de la Iglesia Católica, 1701 a 1715

Lo más grave de esto es que un hecho que se ha ido extendiendo como un problema de salud pública a nivel mental, que tiene su causa en actos de corrupción moral y de abuso sobre los menores de edad, se presente desde los gobiernos y las leyes como un “derecho” que reivindica una supuesta “autoafirmación”, esto es, la ideología de género, que obliga al resto de los ciudadanos a plegarse a dicha percepción, así como a los estamentos científicos y educativos, con incidencia sobre la autoridad de los padres de familia.

¿Por qué, si esos mismos estudios demuestran y confirman el carácter de trastorno, y establecen una clara correlación entre éstos, los abusos sufridos y las consecuentes conductas de riesgo, no se abordan objetivamente dichos trastornos y se previenen tales abusos en lugar de normalizarlos y de criminalizar a quienes cuestionan la ideología de género?

Si, como bien indicó Aristóteles, “La verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad”, lo que está fallando aquí no es “la realidad” sino el entendimiento. En este caso viene en nuestro auxilio la verdad filosófica, teológica y antropológica sobre el Hombre. Por ello, ni la sociedad a través de sus instancias e instituciones pueden imponernos una ideología; ni desde la Fe o la Iglesia invocar e incurrir en un buenismo que, en lugar de prestar un servicio o de hacer alguna caridad real al hombre, no hacen más que reforzar el subjetivismo y la impostura ideológica.


Fuente: Gender diverse persons need acceptance, love, says bishop following maltreatment study | The Catholic Weekly

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