Si quieres recibir noticias de actualidad sobre la Cultura de la Vida, te invitamos a seguirnos en nuestro CANAL DE TELEGRAM haciendo clic AQUÍ.
Según informa el medio israelí Haaretz, un juez ordenó que, luego de una extensa batalla legal por un error en un tratamiento de fertilización in vitro (FIV), una mujer que dio a luz a una niña y la crio durante dos años, ahora debe entregar a la pequeña a sus padres biológicos.
La mujer y su pareja se sometieron a un tratamiento de FIV en el Centro Médico Assuta en Rishon Letzion. Pero cuando se acercaba al final del embarazo, se sometió a pruebas tras descubrirse que la bebé prenatal presentaba problemas de salud. Durante esos análisis se reveló que la niña que gestaba no tenía ninguna conexión biológica con ella ni con su pareja. Le habían implantado el embrión de otra persona.
Un informe sobre la situación encontró que el error probablemente se debió a la gran carga de trabajo que enfrenta el personal de la clínica de fertilidad tras la decisión del gobierno de trasladar los tratamientos de fertilidad a hospitales privados, una medida considerada un beneficio financiero para el Ministerio de Salud, los hospitales y los médicos, pero que puso en riesgo a los pacientes de sufrir errores.
Ahora, dos años después, un juez ha ordenado a la mujer entregar a la niña, Sophia, quien tiene una afección cardíaca y retrasos en el desarrollo, a sus padres biológicos.
El juez Oved Elías de la Corte de Familia de Rishon Letzion dijo que la niña debe ser entregada a sus padres biológicos según la recomendación del Dr. Daniel Gottlieb, un psicólogo asignado al caso, pero en contra de un affidavit de los trabajadores sociales del Ministerio de Bienestar y del jefe del Servicio de Protección Infantil de Israel. Ese affidavit aconsejaba que la niña permaneciera con la mujer que le dio a luz y su pareja, quienes la han estado criando.
Elias determinó que estar con sus padres biológicos era lo mejor para la niña porque son sus padres naturales. «Los beneficios que surgirán de entregar a la niña a sus padres genéticos y su vida con ellos superan el daño que causará desconectarla de los padres que la han estado criando. Los beneficios de la vida con los padres genéticos son, entre otros, su futura identidad, conectándola con la genealogía de la familia, una historia familiar compartida y psicologías y valores familiares coincidentes«, dijo.
No está equivocado. La investigación ha demostrado que los niños que viven en un hogar con sus padres biológicos casados son más saludables tanto física como mentalmente.
Sin embargo, la remoción de la niña de los únicos padres que ha conocido tanto dentro como fuera del útero podría ocasionar un trauma significativo. Otros estudios han demostrado que quitarles los bebés a sus «madres biológicas», sean parientes o no, causa un trauma al niño y puede alterar permanentemente la función cerebral del adulto más adelante en la vida.
¿Cómo se ha llegado a toda esta locura? ¿Qué es lo que prevalece, entonces? Estos casos conducen a una falsa «ética de dilemas» aparentemente insolubles y, con ello, al relativismo moral, a la moral o «ética» de situación que, finalmente, al no encontrar una solución justa para los involucrados, termina avalando el mal hecho. Es decir, se cae en el indiferentismo moral y las decisiones se decantan por cuestiones «biológicas» o «psicológicas», y no integrales o antropológicas, pues al final sólo queda «un caso» por resolver, aunque sin que se intervenga de fondo en las razones por las cuales ocurrió y derivó hacia los hechos-dilema que ahora se afrontan.
En este caso, un error durante el uso de estas tecnologías reproductivas artificiales ha creado un trauma para la niña, los padres gestantes y los padres biológicos.
Los padres gestantes argumentaron que los padres biológicos no saben cómo cuidar adecuadamente a la niña y sus necesidades de salud, y que la situación debería dejarse como está porque «la unidad familiar abraza a la bebé».
«Como madre, no entiendo cómo pueden arrancar a mi hija de mí después de que la di a luz con sangre, sudor y lágrimas. Ella es el fruto de mi vientre y la he estado criando durante más de dos años. Hasta donde me concierne, esperaré hasta que se haga justicia en la Corte Suprema», dijo la madre gestante de Sophia, quien dice sentir que ha sido reducida al estatus de madre subrogada.
Los padres biológicos de Sophia, sin embargo, dijeron que la decisión de Elías «rectificó» el error cometido por la clínica de FIV. Ese error se determinó que fue que ambas mujeres estaban en la clínica al mismo tiempo y habían sido llamadas para una transferencia de embriones en el orden equivocado.
«Ella está regresando a casa para vivir con la familia con la que se suponía que debía nacer. Se hizo todo lo posible para tratar de proteger su privacidad y permitir que fuera criada en paz. Estamos felices y esperando el momento en que finalmente podamos abrazar a nuestra hija y ser abrazados por ella, algo que hemos estado esperando durante tanto tiempo», dijeron.
Los padres gestantes de Sophia apelaron la decisión ante el Tribunal de Distrito.
El caso de Sophia arroja luz sobre los daños potencialmente graves de la FIV y la donación de esperma y óvulos. La industria de la fertilidad trata a los niños como mercancías que pueden crearse y destruirse a voluntad con los adultos como clientes, tomando decisiones que son del mejor interés de los adultos, no del niño.
Con la creciente popularidad de la FIV, la donación de óvulos, la donación de esperma y los vientres subrogados, a los estadounidenses se les ha vendido la idea de que la biología no es lo que hace a una familia. Sin embargo, en casos como el de Sophia, queda claro que la biología ciertamente importa cuando los adultos dicen que importa.
Para apoyar el trabajo de R+F puedes hacer un aporte único o periódico con cualquier tarjeta débito o crédito: