Si quieres recibir noticias de actualidad sobre la Cultura de la Vida, te invitamos a seguirnos en nuestro CANAL DE TELEGRAM haciendo clic AQUÍ.
En su artículo de opinión titulado «El temible 2026«, Gonzalo Mallarino Flórez expresa su preocupación por las posibles candidaturas presidenciales en Colombia para el año 2026, destacando figuras como Vicky Dávila y otros políticos que, según él, representan un riesgo para la civilidad y los derechos humanos.
Mallarino parte de la siguiente premisa:
Y lo hace destripando a quienes señala y despotricando de ellos, diciendo claramente:
Y al referirse a ellos, afirma y los califica con estos términos:
Con este lenguaje dice, paradójicamente, abogar por un gobierno que promueva la justicia, la solidaridad y la fraternidad, valores que resuenan con la filosofía masónica. La masonería, una organización que se autodenomina “fraternal” con raíces históricas oscuras, dice basarse en principios de “libertad, igualdad y fraternidad”, los mismos promulgados por la revolución francesa.
No obstante, cabe recordar que en dicha revuelta ocurrió que, en cabeza de Robespierre, cortaron la cabeza en la guillotina sin piedad a todos los que no encuadraban en su particular idea y visión de “libertad, igualdad y fraternidad”. Sobre ellos recayó toda la feroz intolerancia de los que abogaban por la “tolerancia”.
Mallarino critica a los políticos que, según él, fomentan la división y el miedo, comparándolos con figuras internacionales como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Nayib Bukele. Este tipo de liderazgo –argumenta–, no contribuye a una sociedad pacífica y solidaria, sino que aumenta la represión y la marginación.
Se dice de los masones –y ellos lo afirman de sí mismos– que buscan construir una sociedad más justa y equitativa, promoviendo la tolerancia, la educación y el respeto mutuo. En este sentido, el llamado de Mallarino –de quien no sabemos si es masón o no– a “evitar el sectarismo” (en cabeza de los por él señalados) y las que presume consecuencias “violentas” de sus posibles gobiernos, así como su deseo de “un liderazgo sereno y democrático”, se alinean con los ideales masónicos.
En contraste, su apoyo a un candidato como Humberto de la Calle, a quien describe como experimentado, democrático y sabio, refleja el que sería su deseo de un liderazgo que, según él, encarne los valores de justicia y fraternidad. Ameritaría recordar objetiva y serenamente su trayectoria, ejecutorias y posturas para saber si, efectivamente, los encarna; y, sobre todo, pasar por el tamiz sus ideas y postulados, para comprender exactamente qué entiende por “justicia” y “fraternidad”.
En conclusión, aunque Mallarino no menciona explícitamente la masonería en su artículo, los principios que defiende están en consonancia con la filosofía masónica. Su llamado a la justicia, la solidaridad y la fraternidad, y su rechazo a lo que él ve como sectarismo y fuente de violencia, aunque suenan bien, son valores que los masones han promovido históricamente. Por lo tanto, se podría argumentar que el mensaje de Mallarino es, en esencia, un reflejo de los ideales masónicos.
Aclarado lo anterior, y sin que ello implique una defensa por nuestra parte de las personas y candidatos cuestionados por Mallarino en su artículo, a quienes tiene todo el derecho de hacerlo, pasamos a hacer un brevísimo recuento de las reiteradas condenas que la Iglesia ha hecho a la masonería y a sus ideas –por muy bonitas que suenen–. Veamos.
La Iglesia Católica ha condenado la masonería en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Las condenas más significativas fueron emitidas por los papas Clemente XII en 1738 y Benedicto XIV en 1751. Estas condenas se basaron en el hecho de que la masonería es incompatible con la fe católica y que sus prácticas son heréticas.
Tanto Pío IX como León XIII condenaron la masonería durante sus pontificados. Pío IX emitió varias condenas a la masonería, incluyendo la encíclica «Quanta Cura» en 1864 y la carta apostólica «Etsi Nos» en 1882. Estas condenas reafirmaron la postura de la Iglesia Católica contra la masonería, describiéndola como una sociedad secreta que conspiraba en detrimento de la Iglesia y el Estado.
León XIII también fue muy crítico con la masonería y escribió la encíclica «Humanum Genus» en 1884, donde detalló la naturaleza y los objetivos de la masonería, y ofreció remedios para combatirla. Esta encíclica es uno de los documentos más importantes sobre la condena de la masonería por parte de la Iglesia Católica.
La condena más reciente –pese a los escarceos y buenas relaciones entre el pontífice y dicha organización– fue el 13 de noviembre de 2023, cuando Francisco aprobó una respuesta del Dicasterio para la Doctrina de la Fe a un obispo de Filipinas, reiterando que la pertenencia a la masonería sigue siendo incompatible con la fe católica.
Fuente: El temible 2026
Para apoyar el trabajo de R+F puedes hacer un aporte único o periódico con cualquier tarjeta débito o crédito: