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En la sociedad actual –que dice luchar contra los prejuicios–, paradójicamente se tienen demasiados cuando de perfeccionarse a sí mismos y, en especial, desarrollar las virtudes humanas se trata.
Abundan los gurús y los “coaching” que presumen de poder ayudarte a sacar “la mejor ‘versión’ de ti mismo”. ¿Pero cuál es esa supuesta “mejor versión”? ¿En qué consiste? ¿Realmente te perfecciona o sólo te hace más funcional y competente, es decir, más “exitoso”?
Veamos qué nos enseña el escrito que a continuación recogemos, de cara a la estatura moral, humana y trascendente que nos corresponde alcanzar; un trabajo en el cual no debemos escatimar esfuerzos, pues se trata de nuestro mayor y más importante proyecto: nuestra vida, nuestro perfeccionamiento y nuestra felicidad. Y ello impacta en la vida de quienes nos rodean, para bien: nuestros hijos, amigos y prójimos.
Convertirse en una persona virtuosa y llegar a ser un buen modelo a seguir, no sólo perfecciona tu propio carácter: también ayuda a los demás a crecer en virtud.
Todos tenemos a alguien que nos admira, así que es necesario que cada uno de nosotros nos moldeemos cuidadosamente para llegar a ser un modelo a seguir para los demás. Es necesario, y muy conveniente, hacer un esfuerzo consciente para superar los pecados y defectos. Y aprender de nuestros propios modelos a seguir.
Según un estudio reciente, el 85% de los jóvenes declaran tener al menos un modelo a seguir en su vida. Ya sean famosos, familiares o amigos, estas personas ejercen una gran influencia en su comportamiento y decisiones.
«Mi hermano mayor es definitivamente un modelo a seguir para mí«, comentó recientemente un joven durante una conversación sobre este tema. Esto me hizo pensar en los distintos efectos que puede tener un modelo a seguir en quienes le rodean.
Las personas somos seres sociales, lo que significa que tendemos a vernos muy influenciados por aquellos que nos rodean. Hace poco, mi mamá y yo hicimos un ejercicio de actuación que requería verbalizar nuestras rutinas matutinas al mismo tiempo. Mientras avanzábamos en el ejercicio, noté que teníamos patrones de habla similares. Estábamos tan acostumbradas la una a la otra que imitábamos los patrones de respiración, las pausas y las inflexiones de la otra. Y, por supuesto, este concepto se aplica a todos los rasgos que adoptamos de aquellos con los que estamos frecuentemente.
Así que creo que es importante hacerse la siguiente pregunta: ¿Soy un modelo a seguir para quienes me rodean?
Antes de profundizar en esta pregunta, quizás deberíamos comenzar con una interrogante relacionada: ¿Quiénes son mis modelos a seguir?
Los modelos a seguir pueden presentarse de diversas formas: los santos, personas de tu propia vida, personajes de películas y libros, o incluso una persona imaginaria que has construido como tu ideal. Cuando hablaba con el amigo de mis hermanos, le pregunté si tenía una idea de los rasgos que querría en un modelo a seguir. Luego, él y yo hablamos sobre lo que constituye un buen hombre y, juntos, construimos el ideal a copiar. Creo que en ese punto lo aburrí y estaba listo para volver a lo que sea que les guste conversar a los adolescentes. Pero fue una buena reflexión para mí.
Entonces, ¿quiénes son tus modelos a seguir? Quizás no es algo en lo que hayas pensado. Quizás ya tienes una extensa lista. Ya sea que lo hagas o no, ahora es un buen momento para pensar qué buscarías en un modelo a seguir. Por supuesto, Nuestro Señor, Nuestra Señora y los santos son grandes personas a las qué admirar, considerando que practicaron todas las virtudes en un grado elevado. ¿Qué virtudes estás luchando por alcanzar o perfeccionar? Encuentra al santo que era conocido por esa virtud en particular, estudia su vida y reza por su intercesión. Pídele ayuda a Nuestro Señor y a Nuestra Señora.
Mira también a tu alrededor a las personas que realmente admiras y deseas parecerte más. Estas suelen ser personas en posiciones de autoridad o personas a las que respetas profundamente: tu madre, tu padre, tu mejor amigo, un vecino. Con este tipo de modelos, asegúrate de considerar lo bueno y dejar de lado lo malo. Todos somos seres imperfectos. No pongas a tus modelos terrenales en pedestales. Eso solo hará que te desanimes cuando descubras sus fallas. En cambio, míralos como son: compañeros peregrinos en este tránsito terrenal. Elige las virtudes o rasgos que te gustaría adquirir y observa cómo los ejercen.
Y ahora llegamos a la pregunta importante: ¿Soy un modelo a seguir para quienes me rodean? Estoy segura de que el mencionado amigo mayor no se considera a sí mismo como el modelo a seguir de su hermano menor. Pero lo es. Y todos tenemos a alguien que nos admira. Así que es necesario que cada uno de nosotros nos moldeemos cuidadosamente para ser un modelo a seguir para los demás. ¿Tienes hermanos menores o hijos? ¿Enseñas a alguien? ¿Estás frecuentemente con otras personas? Todas estas son instancias en las que encontrarás a alguien que te admira y valora tus buenos rasgos. Si conscientemente sabemos que somos un modelo a seguir, podemos esforzarnos más por perfeccionar nuestro carácter.
Convertirte en el ideal para ti mismo no es algo que nadie pueda lograr solo. Reza todos los días pidiendo ayuda y orientación para crecer en virtud. Examínate frecuentemente, no solo en busca de pecados sino también de defectos. Haz un esfuerzo consciente por superar estas cosas. Habla con tus modelos a seguir y pregúntales cómo son capaces de refrenar y superar sus defectos. Sé un apoyo para las personas que te admiran. Y sobre todo, sé tú mismo, pero siempre esfuérzate por “ser la mejor versión de ti mismo”.
Fuente: Being a good role model perfects your own character and helps others grow in virtue – LifeSite
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