Con ocasión de la Fiesta y continuando con la figura del Buen Pastor, en esta homilía el Padre Javier Martín expone muy claramente la situación de ambivalencia, los dos extremos e incluso el desconcierto en los que se mueven los consagrados y los creyentes en estos tiempos de confusión y de crisis.
Pero una cosa es nuestra ‘confusión’, y otra el no querer ver La Verdad ni aceptarla tal cual es y la ha enseñado con claridad, fidelidad y autoridad La Iglesia durante sus dos mil años, obedeciendo a Jesucristo. No nos podemos equivocar: nosotros no somos los dueños de la enseñanza de la Iglesia, mucho menos de la misma Iglesia, sino parte, miembros y «piedras vivas» de ella, si acatamos la Verdad que ésta custodia y enseña, el Magisterio y la Tradición que recibimos, y si la obedecemos y la respetamos.
Y esto vale para todos los bautizados, consagrados o seglares, sea cual sea su estatus y su posición jerárquica dentro de Ella. No debemos olvidar, ignorar o, simplemente, pasar por alto que Jesús Es La Verdad que conduce a la Vida. Por lo tanto, al guardar La Verdad y ser fieles a Ella, se está seguros en el Camino hacia la verdadera Vida, la Vida Eterna. La Iglesia le pertenece al Señor, es Su Esposa y Su Cuerpo Místico, y debemos respetarla.