Oración y oraciones por Colombia

Escrito por Alejandro Bayer

Amenazas peores que las plagas de Egipto se ciernen sobre esta cuna común que llamamos Colombia. Hijos de ella misma, hermanos nuestros, vecinos, amenazan nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras propiedades, nuestros bienes privados y comunes, sedientos de poder y ávidos de destrucción de todo cuanto se oponga a la satisfacción de su sed. Irrespetuosos de todo, hombres sin ley, demonios en carne, pérfidos, impíos, criaturas inmundas llenas de toda maldad, revolotean como aves de rapiña esperando el momento oportuno para dar su golpe fatal.

¿Quién nos librará de semejante mal, si quienes supuestamente nos representan también buscan sus intereses particulares y han sucumbido a los engaños diabólicos de la tolerancia (del mal, no de la diferencia indiferente), de la no fuerza (contra los violentos que nos agreden), de la colaboración, en últimas, con el violador, el homicida, el ladrón…?

En sociedad impía como la nuestra busco un puñadito remanente de piadosos que, como los antiguos Macabeos (¿quién los conoce hoy en día, ignorantes como somos que consideramos viejo todo lo de anteayer?) se aferren con todas sus potencias interiores al auxilio del Cielo y arranquen, con sus penitencias, sus lágrimas y sus oraciones, la ayuda necesaria para que los miserables no se hagan más poderosos y nos tiranicen como lastimosamente nos merecemos; ayuda para convertir esta sociedad, otra vez, en algo de Su propiedad, algo afecto a Su corazón, algo limpio y hermoso como su naturaleza, algo ordenado según sus leyes…

Además de rogar mediante el Santo Rosario, la oración preferida por la Madre de Dios (sin quien no podremos conseguir esto) ­―ojalá rezándolo como lo rezaron las generaciones anteriores, sin añadiduras de ningún tipo (Dios abomina de novedades que no buscan Su Gloria)―, dos oraciones compuestas para este momento pueden servirnos para conseguir ablandar el corazón de Dios, tardo a la ira pero ante quien la inmundicia de nuestras vidas ha infestado todos los aires. Quizás ellas, rezadas con insistencia, nos consigan nuestra propia conversión y, tras ella, el poderosísimo milagro común que necesitamos desesperadamente.

Conocimiento de última hora referente al horrible infanticidio perpetrado por Profamilia con la colaboración de autoridades judiciales, me hacen creer que sin mucha penitencia es del todo imposible evitar el comunismo en el poder. Los pecados cometidos en este país no se quedan atrás de los cometidos en naciones como EEUU o en cualesquiera de las europeas: ¿qué podrá impedir que seamos castigados como ellos? Dios abandona al error a los hombres que no buscan la verdad, y a los impíos los abandona a su réprobo sentir. Vivimos las consecuencias de ese abandono y si cada uno no se convierte, en serio, para obedecer plenamente a Dios, difícil será evitar el horror del hambre, la miseria y el miedo al que los comunistas someten a las sociedades. Penitencia, pues, requiere nuestro país, además de la oración, como se ve en el cuadro de Rembrandt: por eso anexo también el Salmo L (50) llamado “Miserere”, que bien haríamos en rezar durante mucho tiempo.

Oración por Colombia

Oh Dios, Padre y Creador, Dueño y Señor de todo cuanto existe, Gloria y Fin del Universo, Emperador Eterno, Legislador Supremo, Justo Juez, Señor de la historia, Rey de las naciones, Señor de los ejércitos: vengo a suplicarte por nuestro querido país, asediado hoy por fuertes, grandes y poderosos enemigos de muy diverso tipo.

Los espíritus de los aires, pérfidos, infames, espantosos, alientan, para nuestra perdición eterna, a viles extranjeros, pero también a numerosos hermanos nuestros, nacidos en estas mismas tierras y alimentados con los mismos frutos, a someternos, dominarnos, esclavizarnos: a hacer muchas y malas cosas para nuestra infelicidad y nuestra perdición eterna. Ya muchas de sus estrategias han dado sus frutos y hoy miles de mis compatriotas han perdido todo norte y vagan al rumbo de sus pasiones veleidosas: sucumbieron a los engaños del hedonismo, al deseo de poder, a la mentira, a la idolatría del dinero… y de los viajes, y de los goces de todo tipo. Esclavizados por Satanás, gran cantidad de colombianos han olvidado que son almas inmortales y viven entregados a las drogas, al alcohol, a los placeres de la carne, a la violencia, al robo, a todo tipo de crímenes cuando no a la más tonta superficialidad, todos ellos desperdiciando sus vidas y labrándose un lugar en el infierno, de donde Tú no puedes sacarlos.

Te ruego, pues, Señor, que escuches nuestras ardientes súplicas y, mediante las bellas manos de tu Bella Madre, y del trabajo de todos tus santos y de todos tus ángeles (pues la ayuda de todos es necesaria en esta hora de tinieblas), nos concedas mayor santidad a quienes queremos servirte, nos des pastores que nos guíen, suscites gobernantes que nos rijan como Tú lo deseas, nos concedas santos sacerdotes que nos brinden los sacramentos, y te regales la conversión de miles y miles de nuestros hermanos, hoy extraviados y deambulando sin rumbo o colaborando abiertamente con Satanás y sus secuaces.

Te ruego no desatiendas esta oración y, por tu Hijo Jesucristo, Señor y Dios nuestro, por los méritos de Su infancia y los méritos de Su Cruz, y por los méritos de Tu Santísima Madre y de todos tus santos, salves este país de las garras del comunismo, del liberalismo, del modernismo, del hedonismo, del relativismo, del individualismo, y de todos los males que aquejan tantas naciones del orbe. Señor: ten misericordia de Colombia, ahora y en el momento de Tu llegada, que anhelamos con todo nuestro corazón. Así sea.

Pater noster, Ave Maria, Gloria.

Petición a Dios de una vida y de oraciones
ordenadas según Su Voluntad

Oh, Dios, Señor todopoderoso, Rey del Universo, Gobernador Supremo de todo cuanto existe, Padre mío, Redentor mío: gracias por haberme creado, gracias por haberme alimentado, gracias por todo cuanto me has ayudado a ser y a hacer. Perdona, te lo ruego, todo cuanto en mí no es tuyo ni semejante a ti: toda mi fealdad y mi pecado. Perdona que gran parte de mi vida te la haya robado y no la haya vivido según Tu querer, que busca con tanto amor mi completa perfección y mi felicidad eterna. Perdona mi rebeldía, mi ingratitud, mi rechazo a tus perfectas y amorosas leyes. Te lo ruego una y mil veces, Señor mío: perdóname. Concédeme una pronta y contrita confesión y vivir siempre en verdadera penitencia, principalmente por mis pecados, pero también por todo cuanto los hombres hacen contra tu amorosa y providente Bondad.

Quiero hacerte hoy una petición aún más especial, que surge de la triste realidad de que te pido mucho y muchas cosas, pero no siempre bien: como Tú nos enseñaste por boca de tu Divino Hijo.

Olvido pedirte con verdad y comprensión que sea santificado Tu nombre, y no sé si yo he procurado santificarlo durante mi vida. Deseo que venga tu reino, y así pido; lo anhelo, pero gran parte de mi vida ha sido dirigida no en buscarlo como Tú nos mandaste al decirnos que buscáramos “el reino de Dios y su justicia”, y si lo pido a diario en la oración que nos enseñaste no lo hago tan conscientemente como debería: hasta el punto de que se note en mi actuar. Y sobre todo, Dios mío, sé que no te pido con todo mi corazón, como te pido tantas otras cosas, que se haga Tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo.

Perdóname, Señor, te lo suplico, y convierte mi corazón de piedra en un corazón de carne, de hijo, que busque exclusivamente hacer tu voluntad y ayudar a otros a hacerla. Quiero, Señor, hacerme digno del aire que respiro, de la luz que me ilumina, de la belleza que contemplo: hazme digno de ti y no dejes, Señor, te lo suplico, que yo sea un miserable pedigüeño que no busca darte todo, como si todo y nada menos que todo no fuera tuyo y lo que yo te debiera.

¿Me lo concederás, Señor? Te lo pido por los méritos de la infancia de Tu Divino Hijo, por los méritos de Su Sacrificio en la Cruz, y por los méritos adquiridos por tu Santísima Madre. Sé generoso, Señor, conmigo; mírame con piedad a pesar de todo mi egoísmo, mis pecados, mi miseria; hazme un digno hijo tuyo según el Perfecto Modelo que nos diste, y no permitas que te pida algo que no sea enteramente para que se haga sola y exclusivamente tu Santísima y Perfectísima y Maravillosa Voluntad.

Amén

Salmo L (LI) – Miserere

50  In finem. Psalmus David, cum venit ad eum Nathan propheta, quando intravit ad Bethsabee. Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam; et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam. Amplius lava me ab iniquitate mea, et a peccato meo munda me. Quoniam iniquitatem meam ego cognosco, et peccatum meum contra me est semper. Tibi soli peccavi, et malum coram te feci; ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris. Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum, et in peccatis concepit me mater mea. Ecce enim veritatem dilexisti; incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi. Asperges me hyssopo, et mundabor; lavabis me, et super nivem dealbabor. 10 Auditui meo dabis gaudium et laetitiam, et exsultabunt ossa humiliata. 11 Averte faciem tuam a peccatis meis, et omnes iniquitates meas dele. 12 Cor mundum crea in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis. 13 Ne projicias me a facie tua, et spiritum sanctum tuum ne auferas a me. 14 Redde mihi laetitiam salutaris tui, et spiritu principali confirma me. 15 Docebo iniquos vias tuas, et impii ad te convertentur. 16 Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae, et exsultabit lingua mea justitiam tuam. 17 Domine, labia mea aperies, et os meum annuntiabit laudem tuam. 18 Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique; holocaustis non delectaberis. 19 Sacrificium Deo spiritus contribulatus; cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies. 20 Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion, ut aedificentur muri Jerusalem. 21 Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes et holocausta; tunc imponent super altare tuum vitulos.

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