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VII Semana de Pascua

Viernes 29 de mayo de 2020

 

+  Señal de la cruz

 

  1. Ven, Espíritu Santo. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:

Tú que volviste junto al Padre: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Tú que fuiste glorificado para siempre: Cristo, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Tú que nos haces ascender al Cielo contigo: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

  1. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 21, 15-19

Catequesis para mayores de 12 años

Estamos recorriendo las últimas páginas del evangelio de san Juan. Esta vez, Jesús resucitado, se encuentra con los apóstoles donde confirma a Pedro como cabeza de la Iglesia naciente. Creemos oportuno este pasaje evangélico dado que hoy celebramos la memoria de san Pablo VI, el Papa del Concilio Vaticano II, en continuidad con san Juan XXIII.

En el Evangelio, Jesús después de comer con su apósteles, interroga a Simón Pedro sobre su amor, antes de confiarle la misión de conducir la Iglesia y tener las llaves del Reino. Le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Este Pedro ha cambiado. Antes hubiera respondido inmediatamente que “sí”, pero hora es distinto a causa de la triple negación a Jesús. Es “otro” Pedro que descubrió la humildad y la sabiduría para reconocer al Señor. Por este motivo, ante la pregunta sobre el “amor” a Jesús, Pedro responde “hasta donde llega” diciendo que lo “quiere”. Jesús le da otra oportunidad y Pedro insiste que lo “quiere”. Jesús que se abaja a la condición personal de cada uno, a la tercera vez le pregunta: “¿me quieres?” Ahora sí, Pedro podría decir: “Sí Señor, tu sabes que te quiero”, aunque con la tristeza de verse descubierto en su falta de entrega ante el pleno amor que el Señor le ha demostrado en la cruz. La misión será apacentar a corderos y ovejas, es decir, a fuertes y débiles, a problemáticos y mansos, como somos los humanos. Jesús le allanó el camino a Simón Pedro, entonces ya estaba en condiciones de responder con libertad ante su última y firme palabra del Señor resucitado: “Sígueme”. El amor pleno de Pedro al Señor llegará con el Espíritu de Pentecostés, en ese momento estará preparado para ser el primer Papa y salir sin miedo a predicar el Kerygma.

Ante este acontecimiento fundante y las enseñanzas del Concilio, nos dice el entonces papa san Juan Pablo II:

“El Concilio nos dice también que “fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu” (Lumen G). Esta es la primera y fundamental forma de vida que el Espíritu Santo, a semejanza del “alma que da la vida”, infunde en la Iglesia: la santidad, según el modelo de Cristo “a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo”, “con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: “¡Ven!”

Y también leemos en otro texto de san Juan Pablo II: “Jesús, desde el comienzo de su misión mesiánica, recogió en torno a sí a los discípulos, entre los que eligió a los Doce, llamados Apóstoles, y que entre ellos asignó a Pedro el primado del testimonio y de la representación. Podemos decir que todo eso enlaza con el anuncio y la promesa de la venida del Espíritu Santo, que se realiza el día de Pentecostés, como refieren los Hechos de los Apóstoles. El Concilio Vaticano II nos ofrece algunos textos significativos acerca de la importancia decisiva del día de Pentecostés, que con frecuencia es presentado como el día del nacimiento de la Iglesia ante el mundo.”

Santo del día: San Pablo VI, papa (1897-1978)

Giovanni Battista Montini nació en Brescia (Italia), de familia católica muy comprometida en el ámbito político y social frecuentó la escuela dirigida por los jesuitas. En 1924 recibió la ordenación sacerdotal. Obtuvo el doctorado en derecho canónico y en derecho civil. En 1954 recibió el nombramiento como arzobispo de Milán. Tras fallecer Roncalli, san Juan XIII, en 1963 fue elegido Papa y tomó el nombre de Pablo, con una referencia clara al apóstol evangelizador. En continuidad con su predecesor, tomó la decisión de retomar el Vaticano II. Condujo los trabajos conciliares con atenta mediación, favoreciendo y moderando la mayoría reformadora, hasta su conclusión que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1965 y precedida por la mutua anulación de las excomuniones surgidas en 1054 entre Roma y Constantinopla. Realizó nueve viajes que durante su pontificado en los cinco continentes y escribió 7 encíclicas. Inició una profunda modificación de las estructuras del gobierno central de la Iglesia. Aceleró el diálogo ecuménico a través de encuentros e iniciativas importantes. En la liturgia realizó un paciente trabajo para favorecer la renovación pedida por el Vaticano II. Remodeló notablemente el Colegio cardenalicio y acentuó su carácter de representación universal. Durante el pontificado desarrolló, además, la acción diplomática comprometiéndose en favor de la paz.

En una de sus homilías podemos leer: “El Pentecostés cristiano, señala una de las fiestas decisivas para la historia de la humanidad. Se trata del nacimiento de la Iglesia. Dice San Agustín “lo que es el alma para el cuerpo del hombre eso es el Espíritu Santo para el cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia”; se trata de la efusión del Espíritu de Dios, de la animación sobrenatural de la humanidad que la Iglesia lleva a cabo, de la presencia y acción del Paráclito prometido, de la tercera Persona de la Santísima Trinidad, único Dios en tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Podemos decir que en esta fiesta celebramos el misterio de la gracia. La religión de la gracia es un regalo superlativo; sólo admite una forma de ser vivida, la del fervor; una sola medida, total; que comprende toda manifestación de nuestro espíritu y que se expresa en el amor.”

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». «Sígueme.»
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..
  1. Oramos como Jesús nos enseñó: Padre nuestro…
  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.
  1. Oramos a nuestra Madre: Dios te salve María…

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Dios nuestro, que por la glorificación de tu Hijo y la venida del Espíritu Santo, nos abriste las puertas de la vida eterna; al participar de un don tan grande, concédenos que se acreciente nuestra entrega a tu servicio y que vivamos con plenitud las riquezas de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

Sugerencias:

  1. Rezar el Triduo al Espíritu Santo: Día 2 https://youtu.be/Razpd1bNBrY
  2. No preparamos para pentecostés https://youtu.be/1oJmS36dVgA
  3. Más sobre la vida de san Pablo VI http://www.vatican.va/content/paul-vi/es/biografia/documents/hf_p-vi_spe_20190722_biografia.html
  4. Para ver: https://www.youtube.com/watch?v=cXVKAaxGdb8
  5. Película: Pablo VI https://gloria.tv/post/fAf1WLGVnVbx4TucARgin6dbu

 

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