Espiritual

Oración personal y familiar Domingo 10 de mayo

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V Semana de Pascua (entrega nº 52)

 Domingo 10 de mayo de 2020

 

  1. + Señal de la cruz.

 

  1. Ven, Espíritu Santo. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé nuestro director y nuestro guía, para que evitemos todo mal. Por ti conozcamos al Padre, al Hijo revélanos también; Creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que al resucitar renuevas todas las cosas: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
  • Tú que nos llamas a transformar el mundo: Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
  • Tú que harás participar a todo el universo de la gloria de tu resurrección: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

 

  1. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 14, 1-12

Catequesis para mayores de 12 años

En este 5º domingo de Pascua, Cristo Jesús nos dice: En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Yo voy a prepararles un lugar. Cristo resucitado en la gloria del Padre ¿qué está haciendo? ¡Nos está preparando un lugar para ti y para mí! ¡Nos prepara un trono para que nos sentemos y a cada uno le colca nuestro nombre! Los hijos de Dios tienen un sitio reservado para “el día” bendito en que sean llamados a ocuparlo, para el día de su nacimiento celestial. Cristo nos prepara una sede en una habitación para que descansemos eternamente contemplando gozosamente el rostro de Dios. ¡Que inmensa alegría! ¡Esta es la esperanza cristiana! El Resucitado nos regala una morada eterna.

Pero, ¿llegaremos realmente a ocupar ese trono que lleva nuestro nombre? Para ocupar ese sitio, Jesús nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Para poder llegar, escuchemos la enseñanza de Santo Tomás de Aquino: “Cristo en persona es el camino, por esto dice: Yo soy el camino. Lo cual tiene una explicación muy verdadera, ya que por medio de él podemos acercarnos al Padre.

Mas, como este camino no dista de su término, sino que está unido a él, añade: Y la verdad, y la vida; y, así, él mismo es a la vez el camino y su término. Es el camino según su humanidad, el término según su divinidad. En este sentido, en cuanto hombre, dice: Yo soy el camino; en cuanto Dios, añade: Y la verdad, y la vida, dos expresiones que indican adecuadamente el término de este camino.

Efectivamente, el término de este camino es la satisfacción del deseo humano, y el hombre desea principalmente dos cosas: en primer lugar, el conocimiento de la verdad, lo cual es algo específico suyo; en segundo lugar, la prolongación de su existencia, lo cual le es común con los demás seres. Ahora bien, Cristo es el camino para llegar al conocimiento de la verdad, con todo y que él mismo en persona es la verdad: Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad. Cristo es asimismo el camino para llegar a la vida, con todo y que él mismo en persona es la vida: Me enseñarás el sendero de la vida.

Por esto, el evangelista identifica el término de este camino con las nociones de verdad y vida, que ya antes ha aplicado a Cristo. En primer lugar, afirma que él es la vida, al decir que en la Palabra había vida; en segundo lugar, afirma que es la verdad, cuando dice que era la luz de los hombres, ya que luz y verdad significan lo mismo.

Si buscas, pues, por dónde has de ir, acoge en ti a Cristo, porque él es el camino: Este es el camino, camina por él. Y san Agustín dice: «Camina a través del hombre y llegarás a Dios». Es mejor andar por el camino, aunque sea rengueando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va rengo por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término.

Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque él es la verdad a la que deseamos llegar: Mi paladar repasa la verdad. Si buscas dónde has de quedarte, adhiérete a Cristo, porque él es la vida: Quien me alcanza, alcanza la vida y goza del favor del Señor.

Adhiérete, pues, a Cristo, si quieres vivir seguro; es imposible que te desvíes, porque él es el camino. Por esto, los que a él se adhieren no van descaminados, sino que van por el camino recto. Tampoco pueden verse engañados, ya que él es la verdad y enseña la verdad completa, pues dice: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Tampoco pueden verse decepcionados, ya que él es la vida y dador de vida, tal como dice: Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”

También, ahondamos este Evangelio con la meditación del Hermano Rafael, san Rafael Arnáiz Barón. Es un místico monje trapense español que nos enseña el camino para llegar al Cielo.

“¡Ah! si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo. Al amar a Jesús, al amar a Cristo, también forzosamente se ama lo que Él ama. ¿Acaso no murió Jesús de amor por los hombres? Pues al transformar nuestro corazón en el de Cristo, también sentimos y notamos sus efectos… Y el más grande de todos es el amor… el amor a la voluntad del Padre, el amor a todo el mundo, que sufre, que padece… Es el padre, el hermano lejano, sea inglés, japonés o trapense; el amor a María…

En fin. ¿Quién podrá comprender el Corazón de Cristo? Nadie, pero chispitas de ese Corazón hay quien las tiene…, muy ocultas…, muy en silencio, sin que el mundo se entere.

Jesús mío, qué bueno eres. Tú lo haces todo maravillosamente bien. Tú me enseñas el camino; Tú me enseñas el fin. El camino es la dulce Cruz…, es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas en el Calvario, o en el Huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre oblato trapense que a veces sufre junto a tu Cruz. Pero no importa; al contrario…, la suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por Ti. Las lágrimas junto a tu Cruz, son un bálsamo en esta vida de continua renuncia y sacrificio; y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles, cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza.

He aquí cómo Tú transformas las espinas en rosas. Mas ¿y el fin?… El fin eres Tú, y nada más que Tú… El fin es la eterna posesión de Ti allá en el cielo con Jesús, con María, con todos los ángeles y santos. Pero eso será allá en el cielo. Y para animar a los flacos, a los débiles y pusilánimes como yo, a veces te muestras al corazón y le dices…, ¿qué buscas? ¿qué quieres? ¿a quién llamas?… Toma, mira lo que soy… Yo soy la Verdad y la Vida. Y entonces derramas en el alma delicias que el mundo ignora y no comprende. Entonces, Señor, llenas el alma de tus siervos de dulzuras inefables que se rumian en silencio, que apenas el hombre se atreve a explicar… Jesús mío, cuánto te quiero, a pesar de lo que soy…, y cuanto peor soy y más miserable, más te quiero…, y te querré siempre y me agarraré a Ti y no te soltaré, y… no sé lo que iba a decir.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar con la limpieza, estudiar, rezar alguna oración, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..

 

  1. Oramos como Jesús nos enseñó: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a nuestra Madre: Dios te salve María…

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Dios omnipotente y eterno, realiza plenamente en nosotros el misterio pascual, para que, renacidos por el santo bautismo, con tu ayuda demos fruto abundante y alcancemos la alegría de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

Sugerencias:

 

  1. Si aún no hemos participado de la Santa Misa: nos preparamos adecuadamente para que se el momento más importante de la semana.
  2. Ver la película: Resucitado (muy buena)

https://www.facebook.com/reyeslady.94/videos/2128107560762023

  1. Escuchar: Yo soy el camino / Romina Di Benedetti – Jonatan Narváez   https://www.youtube.com/watch?v=nGAbARV2bo8

 
TIEMPO PARA ORAR

Tenemos la gracia de vivir un tiempo personal y familiar para recorrer un camino espiritual y glorificar el Santo Nombre de Dios en este Tiempo Pascual.

Ante la cuarentena que se está extendiendo, es una gran oportunidad que tenemos para dedicarle tiempo a nuestra alma, a nuestra familia y a Dios. Es un tiempo para que nuestra casa deje de ser un lugar de encierro para transformarla en un templo de oración. Por ello les ofrecemos esta guía de oración personal y familiar,[1] realizada por un sacerdote de Fasta, para las Familias peregrinas que buscan habitar en Dios.

Para hacer Oración Familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en nuestro hogar. Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.      

[email protected]

Instagram: familiasperegrinas.fe

 

[1] Las fuentes son: Diversos comentarios bíblicos de La Biblia, homilías de los Papas, Padres de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, vatican.va, fraynelson.com, catholic.net, ewtn.com, aciprensa.com, vaticannews.va, mercaba.org, aleteia.org

 

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